¿Tú otra vez?

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"Dr.Strange es propiedad de Disney/Marvel. Todos los derechos reservados."
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Su cuerpo se encontraba aprisionado entre su cintura y los resbalosos azulejos que se escurrían y adherían sobre la piel de su espalda.

El vapor de su aliento entrecortado se mezclaba con el de la ducha cada vez que lo sentía deslizarse en su cálido y húmedo interior, producto de su excitación y de la corriente que fluía desde la regadera.

Tras haberse visto sumidos en la desesperación de pensar que no volverían a estar juntos, no perdían oportunidad alguna para manifestar su amor y entregarse con desesperación el uno al otro.

Con el ansia de Hades hacia Perséfone al caer el invierno, y con la devoción de Julieta aguardando por Romeo en su balcón.

-...Wanda...- curvó sus labios en una sonrisa y retiró los mojados mechones que le impedían ver por completo su bello rostro.

-...Stephen...- jadeó y hundió los dedos entre su cabello al sentirse próxima al éxtasis.

Él la sujetó por los glúteos hincándole la cadera para tocarla más profundo. Y le hizo ahogar su clímax entre sus labios cuando logró hacerla escalar hasta él, concentrándose; entonces, en alcanzar su propia cima.

-...Dámelo...dámelo todo...- suplicó sujetándolo del cuello y restregándose contra su pelvis; embriagada entre sus feromonas y la esencia floral de su shampoo.

El Hechicero también la aprisionó del cuello, con un poco más de rudeza que ella.

-...Córrete, Strange...- jadeó entrecortadamente.

-¡Aaaah!-  y las ondas graves de su gemido hicieron eco profundo al chocar contra las paredes; derramándose por completo en su interior.

Apoyó la cabeza contra el hombro de Wanda para recuperar el aliento, respirando acompasadamente con ella. Dejando que el agua extinguiera las llamas de su ardiente delirio; llevándose con él todo rastro salino de su enardecimiento.

-...Mi amor...- suspiró. -...no tardan en despertar...- tenían que apresurarse, ella no quería que hicieran otro desastre en la cocina.

-...Sólo dame un momento, querida...- sonrió con satisfacción. Su cuerpo seguía experimentando la exquisita sensación del orgasmo.

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La pelirroja volvió a preparar un cuantioso desayuno para todos.

Se había arreglado el cabello y vuelto a vestir con esos estilos retro que tanto le gustaban.

Y Stephen no podía dejar de mirarla a cada rato.

-¿Pasa algo?- le sonrió encantadoramente.

-...Ahm...- disintió con nerviosismo, y trató de disipar de su mente los inoportunos pensamientos que tuvo respecto a su apariencia.

-¿Por qué no usan magia para lavar los platos, ma?- cuestionó el mellizo cool.

-Porque no se puede depender de la magia para todo.- respondió el Hechicero, también se encontraba lavando la vajilla junto con Wanda.

En tiempos de caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora