¿Eres un mago?

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Los Hechiceros habían aparecido en la sala de Meditación del Sanctum Sanctorum después de su enfrentamiento con la Bruja Escarlata; Stephen había ido directo al botiquín mágico que tenían ahí, y estaba tratándose las heridas.

-Ok, por suerte sólo me fracturó las costillas flotantes, y si no me vuelve a arrojar contra otra columna soldarán en unas 4 semanas.- Strange hizo su diagnóstico con propiedad mientras paliaba el dolor que sentía con ayuda de un cataplasma.

-Me pondré en contacto con los demás Santuarios para valorar la situación de la comunidad.- indicó Wong.

Stephen asintió, caminó hasta el centro de la sala y quedó frente al ventanal circular.

-Ok, entonces yo ...- enmudeció súbitamente.

Y giró sobre sus hombros al sentir una extraña presencia a sus espaldas.

Y giró sobre sus hombros al sentir una extraña presencia a sus espaldas

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-...No puede ser...- Stephen Strange los miró con un gesto de estupefacción.

Wong se paró a su lado, y observó en la misma dirección.

-Ellos son...- vaciló.

-...Los hijos de Wanda...- terminó la frase.

Los Maximoff estaban parados al pie de la escalera del segundo piso del Santuario, y se veían sumamente confundidos con toda la situación.

Strange bajó lentamente hasta su nivel y quedó frente a ellos.

-...¿Ustedes qué hacen aquí?...- los miró con asombro.

Sin importar el cómo habían podido llegar hasta allí, eran muy oportunos.

Wanda iría en su búsquedas nada más se recuperara de la conmoción de haber sido arrojada al desierto, y que sus hijos estuvieran en el Santuario y no en Westview le estaba regalando muchísimo tiempo en una situación donde cada minuto contaba, y también le estaban dando un arma muy poderosa para persuadirla cuando fuera el momento.

-...¿Quién eres?...- preguntó Tommy con recelo. Tomó del brazo a su hermano y se preparó en caso de tener que huir del extraño desconocido.

-Soy el Doctor Stephen Strange, Tommy; Billy.- saludó cortésmente a cada uno con un gesto.

-¿Cómo sabes nuestros nombres?- preguntó el menor de los Maximoff.

-Conozco a su madre.- respondió simplemente.

Ellos se conmocionaron tanto al escucharlo hablar de su mamá que se abalanzaron sobre él.

-¿¡Dónde está mamá!?- Tommy lo tomó de un brazo.

-¿¡Ella está bien!?- y Billy lo sujetó del otro.

En tiempos de caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora