3₡La cicatriz De Silco₡

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Silco llevaba pocos días de convivencia con aquella niñita a la que había adoptado, pero parecía como si para ambos, no existía más que el otro, Silco seguía siendo el mismo de siempre para Sevika y para sus secuaces, pero ante esa niñita era un hombre sumamente diferente, mientras que Powder solía pasar por completo de quienes pasaban por la taberna, y se quedaban casi siempre con Silco a solas en su despacho, coloreando en una mesita que Silco mando a pedir para ella, aún con pocos días llevaban una relación muy estrecha, sin embargo, había un detalle que Silco no podía ignorar por más que quisiera, aquel hombre era bastante perspicaz, y aquel gesto era bastante directo, no pudo solo obviarlo.

Powder le tenía confianza, incluso cierto cariño, siempre venía ansiosa a enseñar les sus dibujos o las particulares creaciones que hacía, como fabricaba sus propios juguetes con objetos extraños, todo se lo acercaba al mayor con gran ilusión, pero pese a eso siempre evitaba su mirada, siempre acababa mirando hacia el asiento de Silco o hacia su ropa, parecía nerviosa o incluso asustada cuando su vista caía directamente en los ojos de Silco, entonces el hombre recordó uno de esos días, que la única vez que la niña lo miro a los ojos, la vio notablemente asustada, era el tono de su ojo infectado? O eran acaso sus cicatrices? la inquietud no dejaba al hombre tranquilo, así que un día, después de que Powder le mostrará al hombre los dibujos que hizo, con algunas palabras que el hombre le enseño a escribir, Silco espero a que la niña terminara de hablar, y le dijo cautelosamente.

–pequeña, mira me a los ojos

La niña aunque algo asustada miro a los ojos al hombre como lo pidió, entonces Silco pudo notar que en efecto le temía a algo en su mirada, entonces preguntó.

–te doy miedo, pequeña?

–no...

–estas asustada, no?

–no...    Eso...    Se ve doloroso...   Qué te pasó?

Silco algo sorprendido por esa pregunta, se cubrió la mitad de la cara para aliviar a la niña, Powder un poco más tranquila miro a Silco, esperando alguna respuesta y el hombre le contó.

–es una herida antigua, ya no me duele niña. Verás, Vander, tu antiguo padre, no era como tú lo recuerdas, no al menos cuando yo le conocía, el era un hombre muy diferente, muy violento, tuvimos un desacuerdo, el intento matar me en el río, aquel que está repleto de toxinas

Silco vió como la niña se encogía un poco por lo que dijo, conocía ese rió al parecer, y con lo inteligente que era aquella niñita, seguramente podía intuir lo grave que era ser herido en ese lugar.

–me dejó esas marcas y mi ojo quedó lastimado, pero no me venció, tome fuerzas y lo derrote, salí del agua, lo herí y lo dejé en aquel río

La niña pareció estar unos segundos analizando lo que dijo, el hombre ya algo cansado se descubrió el ojo, y fue ahí que vio como la pequeña se acercaba a él y le tocaba la herida con gesto triste.

–parece...    Como si acabarán de herirte...    Me da miedo pero por ti

Al hombre le sorprendió aún más aquellas palabras, era un sentimiento más complejo del que pensó en un principio, aquella niña sin dudas era extraordinaria, Silco le tomo la mano a la pequeña acariciandose la tratando de reconfortar la.

–estoy bien pequeña, esto es solo un recordatorio, de lo fuerte que fue eso vez

–eso se ve en tu ojos, te vez muy fuerte, pero...     Pareces lastimado

De nuevo Silco noto ese tono dolido en las palabras de la niña, enserio parecía preocupar le su herida, Silco llevaba años con esa cicatriz en su rostro, era obvio que nunca desaparecería, nunca le importo realmente, lo había notar imponente, aterrador y en cierto modo eso le gustaba, demostraba quien era, pero ahora tenía a alguien muy cerca de él, alguien a quien no quería asustar, alguien a quien no quería hacer temer.

Silco acabó acariciando el cabello de la niña, con elogios sobre sus dibujos como siempre hacia con cariño, se hacía tarde, a Powder le gustaba ir a comer aveces a solas al puesto que de aquel largarto gigante, Silco usualmente la vigilaba de lejos, porque la niña tenía la mala costumbre de acercarse a extraños a hablar les, cosa que no resultaba bien para ningún niño, y mucho menos en Zaun, por suerte para el hombre, esta vez Powder dijo que quería comer algo de casa, el tenía algo de comida guardada para la menor, se la preparó en la mini cocina que tenían escondida en el despacho y la dejó comiendo para salir.

–puedo ir contigo?

–estas comiendo Powder, hazlo tranquila, volveré enseguida, solo iré por algo, cuida el despacho mientras no estoy

La niña asintió y el hombre salió del despacho, cerrando por fuera para que nadie entrará si la pequeña no lo permitía, cuidaba bien a su pequeña, Silco fue un momento a un mercadillo e hizo una compra poco usual para un caballero, pero nadie le cuestionó al respecto con todo el dinero que se dejó en aquel producto, el hombre fue colocando se lo en el camino con ayuda del espejo que venía con el producto, ya al entrar en su oficina tenía ya su cicatriz por completo cubierta al momento que llegó con la pequeña que apenas terminaba su comida.

–olvide dejar te comida otra vez jajaja, wao!

Silco no pudo evitar sonreí por la reacción tan honesta y alegre de la niña, al ver el maquillaje cubriendo la herida de su rostro.

–te vez genial, victorioso, invencible, y más sano!

–te gusta entonces?

–si, te vez muy bien, me gusta

Powder ya le estaba mirando a la cara sin desviar ni un poco la mirada, esa noche incluso le sonreía todo el tiempo hasta quedarse dormido, y sus dibujos de los explicaba mirando lo a la cara, aquella fue sin dudas su mejor inversión hasta ese momento.

Las aventuras de Silco como padre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora