1∆Dura bienvenida∆

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Aquella noche después de la exploción en la fábrica de enlatados fue un momento difícil, todo estaba cubierto de llamas que la lluvia parecía querer disipar, Sevika había resultado herida y uno de los ayudantes de Silco la llevaba en sus brazos, el propio Silco también llevaba a alguien en sus brazos esa noche, alguien que no estaba herida físicamente, más si se hallaba herida de otro modo, uno que el comprendía, por lo que acepto llevar a la pequeña en brazos toda la noche, mientras ella no podía dejar de llorar en el hombro de Silco, quien buscaba ver qué se podía salvar de aquel incendio.

Silco buscaba en especial a alguien que le era muy importante, había bajado hasta las profundidades solo con la niña, en medio del fuego se encontró a un hombre tumbado en el suelo, cuando fue a tomar le el pulso para ver si había sobrevivido, el doctor se puso de pie, tenía la mitad del rostro herido al igual que su jefe, más aún con un ojo herido divisó sin problemas la figura de su jefe entre las llamas, llevando a una niñita llorando entre sus brazos, una visión muy familiar para el, razón por la que el hombre no cuestionó nada y solo acepto la ayuda de su jefe para salir de ahí.

–el brillo es muy inflamable, pero algunas raíces han sobrevivido, podremos levantar nos de esto

–podemos empezar mañana, ya ha sido bastante por esta noche

Silco se llevó a sus subordinados al único lugar en el edificio que sobrevivió a la exploción, no conocía mucho sobre medicina, esos conocimientos le pertenecían al doctor, Silco solo se encargó de ayudar al doctor a curarse un poco el rostro, y este ayudo a la morena quien fue la más herida en la exploción.

Los secuaces de Silco aún veía con cierta incredulidad a aquella niña que el hombre tenía en sus brazos, que se aferraba a el como si de ello dependiera su vida, la niña no lo soltó en toda la noche hasta que se quedó dormida y sus brazos aún seguían rodeando lo.

Todos había caído dormidos casi sentados contra las paredes, como si tratarán de evitar que se terminaran de caer, fue un descanso corto e incómodo, pero en cuanto salió el sol nadie dudó en ponerse de pie, para ir a encargar se del negocio que acaban de iniciar, ni siquiera Sevika que aún seguía herida se quedó ahí, Silco le ordenó ir a encargarse de ver que todos los negocios siguieran en pie y e informar le de cualquier revuelta que pudiera haber.

La única persona que aún no despertaba, era la niña que aún seguía en los brazos de Silco, este incluso temío por un momento que le hubiera pasado algo mientras dormía, pero la niña se acomodó sobre el aún dormida, no parecía quererse despertar y a Silco no le parecía un problema llevar la encima, mientras pudiera seguir trabajando, por lo que se fue con Singer y algunos subordinados a recuperar todo el cargamento que pudieran, por suerte había quedado intacto más de la mitad, no sería problema reponer lo que había estallado así que Silco bajo con Singer para ayudar lo a reponer lo que habían perdido.

Fue ya estando abajo cuando Powder empezó a despertarse, abrió sus ojos pensando, deseando, que todo hubiera sido una pesadilla, pero cuando se vio en medio de ese lugar tan extraño empezó a llorar nuevamente, aquello alertó a Silco que enseguida intento calmar a la niña.

–tranquila pequeña, estás a salvo, me recuerdas, verdad?

Powder asentío y miro a todos lados como si buscará o esperara a alguien, el entendía el gesto, deseaba que ella volviera, pero Silco dudaba que eso pasará, los traidores no volvían por tí, Powder estuvo varios minutos llorando en silencio, tras haberse bajado de las piernas de Silco para dar le libertad, todo su cuerpecito estaba temblando mientras recorría lo que quedó del laboratorio, pero aún así no se acercó a Silco hasta unos minutos después.

–puedes dar me unos crayones y hojas...?

–claro, no será problema, Singer, tienes?

–seguramente tengo algunas hojas que puede usar, pero no tengo más que plumas

Las aventuras de Silco como padre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora