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Si has entregado tu corazón... ya has perdido. Una criatura sin corazón es una criatura sin amor, y una criatura sin amor es una bestia.

—Stephen King.

El sol ardía fuerte en su ventana.

Su reloj de arena apenas le faltaban unas migajas para terminar su ciclo y comenzar uno nuevo. Aquellos ojos azules desearían con todo su ser que aquel reloj fuera su vida.

Final y nuevo comienzo.

Alejarse del pasado y dejarlo todo atrás estaba muy lejos de lo que ese reloj le mostraba cada día de su vida. Egoísmo y arrogancia llenaban esta cada vez que pensaba en lo mucho que pudo haber hecho y lo que no.

Scarlett era un monopolio de preguntas pendientes que no lograban salir a la luz, ya que una persona en especial no dejaba que eso pasase.

Su cabeza dolía por la abstinencia de no probar una sola droga en tres días. No encontraba las ganas para ir a robar de nuevo, ni tampoco el tiempo. Tenía que ir igualmente a las sesiones que faltaba de manera continua, la directora del área le hizo el último llamado de atención y la próxima falta la pondría de patas en la calle con solo una muda de ropa encima.

"Maldita Carmen hija de puta"—Pensó junto con el punzón del dolor de cabeza.

Se levantó de la cama para ir a su próxima sesión. Su espalda soltó un crujido fuerte que la tiro a la cama inmediatamente, sus dedos se doblaron debido al espasmo, acompañándole un grito hacia Sophia que estaba al otro lado de la habitación.

Esta no tardo en llegar y auxiliarla con una expresión de miedo.

—Joder Scarlett ¿Qué paso?

—Ayúdame a pararme.—Su mejor amiga le ofreció sus brazos para que se apoyara en ellos y poder levantarse.—Mi espalda me trono al levantarme, maldita sea.

— ¿Es en serio Scarlett? ¿No deberíamos ir a enfermería?

—Claro que no idiota, tengo sesión en unos minutos.

—Te crujió la espalda de la nada haciendo un mínimo esfuerzo y, ¿No quieres ir a enfermería?—Bufo.—Sea lo que sea que te metes estas quedando grave eh.

—Maldita Sophia hija de...—Scarlett empuño una mano al ver que su mejor amiga tenía razón. Odiaba que tuviera la razón. Y eso era casi siempre.—Si tanto te preocupas por mi llévame entonces.

Sophia sonrió y levantó a la ojiazul por la espalda guiándola hacia enfermería. El pasillo estaba lleno de chicas que se dirigían hacia sus salones de terapia, el ruido de voces hablando rápido y medianamente bajo hacia que la poca paciencia de Scarlett se fuera por la borda.

No le gustaba nadie.

No le gustaba la gente, y menos la de ese hospital.

Por algo solo tenia una amiga en todo ese recóndito agujero. Además amaba que a pesar de todo aun estuviera a su lado.

Era su leal estúpida.

—Llegamos.—Sophia la posiciono en una camilla de cobijas de seda blanca.

—¿Qué le ocurrió?—Pregunto una enfermera de mediana edad y cabello crespo.

—Creo que esta envejeciendo y le comenzó a tronar la espalda.—Rio con sorna.—Revísela antes de que tengamos que llevarla en silla de ruedas.

—Imbécil. —La ojiazul respondió del otro lado de la camilla mirando seria.

Oscura Devoción [Jenlisa G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora