♜ XII ♜

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"Me gustaría ser el aire en el que habitas por un momento solamente. Me gustaría ser así de imperceptible y así de necesaria."

—Margaret Atwood.

El viento soplaba fuerte, el pasto brillaba gracias a unas pequeñas gotas de agua encima, el olor a caña y estiércol estaba demasiado concentrado en el aire pero no era tan molesto al olfato. Sus pasos eran cuidadosos y rápidos en aquella vereda persiguiendo la figura alta y poderosa de la mujer de cabello negro noche delante de ella.

Sus pasos eran seguros y algo apresurados ante los suyos propios dejándola atrás cada vez más, sin embargo no era capaz de decirle algo a la doctora, que de vez en cuando miraba hacia atrás para asegurarse que iba detrás suyo. Estaba más hermosa que nunca. Bueno, ¿Cuándo no lo estaba?

Se ruborizo ante aquellos pensamientos reprimidos. No iba a negar que aquella mujer tenía un aire demasiado denso para su gusto, aún le temía mucho, pero no tanto como al principio que hasta perdía el conocimiento con su sola presencia.

Ya no la medicaba como antes para poder hablar con ella, lo cual agradecía mucho ya que el medicamento sabia agrio y cada que se le pasaba el efecto sentía muchas arcadas. Ojalá nunca Cedric Lalisa sintiera la necesidad de darle eso de nuevo, por ahora estaba más que bien.

Podía resistirlo. Podía resistirla a ella.

Pero no pudo resistirse al encantador detalle que tuvo con ella al salir del hospital. Le brindo un abrigo de piel suave y caliente posándolo sobre sus hombros, para después decirle un algo cerca del oído con su voz gruesa, sutil y amable "Es para el frío, odio oír tus dientes castañear"

Llegaron hasta el final del sitio donde había una quebrada y varias montañas a lo lejos, como el paisaje anterior pero con una gran diferencia. Este estaba más verde y brillante, los colores tenues no eran los principales y el color de aquellas flores era más radiante.

El típico paisaje de primavera en un lugar completamente desconocido, con una mujer particularmente extraña y...solas.

Una vez mas, junto a la Psiquiatra con sangre demoníaca y rostro de ángel.

La parte racional de su mente le decía que la mujer no era mas que un fragmento de, no de una, sino varias pesadillas que no recordaba pero que la habían perseguido mas allá del sueño y a través del pasillo en donde normalmente su padre la arrastraba para destruirla por completo. No cabía duda de que su espíritu destructivo iba hacer lo mismo tarde que temprano con ella, sin embargo, otra parte de ella, una parte que resplandecía siempre que veía a la azabache, sabia mas.

—Te traje aquí para que vuelvas a pintar un paisaje.—Saco todos los utensilios de una maleta negra, mirándola fijamente mientras le brindaba los pinceles.—Está vez no quiero que te alteres, tomate tu tiempo y has de cuenta que no estoy aquí.—La vio dar un paso hacia atrás, luego otro. Vislumbro un movimiento rápido y luego giro un poco a la izquierda enterrando en el pasto el lienzo de madera.—Esta vista desde aquí se ve increíble. Empieza.

Jennie se sumió en lo que cualquiera que tuviera la osadía de pasar por el lugar habría tomado por silencio. Pero la menor decidió avanzar hacia el lienzo y proyectar todo lo que se podía ver al fondo. Concentrada con su ceño un poco fruncido Manoban disfrutaba verla tan confiada y segura de lo que estaba haciendo. 

Pronto la brisa invernal bajaría de nuevo y no podía exponer a su paciente a un frio mas fuerte, aun así desde la preocupación que la inquietaba le gustaba la forma del rostro de la pequeña clavado en varias sesiones del paisaje que de todas formas, se dijo así misma que no podía con todo, por mucho que lo intentara cuando se trataba de Jennie todo su raciocinio se esfumaba.

Oscura Devoción [Jenlisa G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora