A veces, Kyungsoo no sabía si haberle contado a Jongin sobre sus sentimientos había hecho que todo fuera mejor o peor. Era mejor en el sentido de que no tenía que estar mintiendo todo el tiempo y pretendiendo ser feliz mientras que se sentía como una mierda. Era mejor en el sentido de que Jongin había dejado de hacer alarde sobre lo feliz que era con Krystal.
Pero en otros aspectos, era mucho, mucho peor. Porque podía sentir la piedad de Jongin, la culpa de Jongin, el esfuerzo que Jongin hacía para que su relación no fuera diferente a la de antes. Y era jodidamente horrible.
A veces Kyungsoo se sentía con ganas de gritarle a Jongin que no necesitaba de su compasión, que no era un frágil jarrón que se rompería con cualquier mención de Krystal. Otras veces apenas podía evitar querer besar a Jongin, porque era tan condenadamente bueno para él, siempre sobreprotector, queriendo proteger a Soo de cualquier dolor y daño, incluso si era él quien últimamente lo hería.
–¿Soy yo o Jongin está jugando al casamentero? –dijo Luhan, apartándolo de sus pensamientos.
Kyungsoo suspiró. Este fue otro cambio a peor: Jongin estaba decidido a encontrar un novio que haría a Kyungsoo olvidar todo sobre él. En las últimas semanas desde que le había contado todo a Jongin, este hizo de todo para forzarlo a dejar a Jaehyun, sabiendo que a Kyungsoo él no le importaba, y lo empujó hacia tres tíos diferentes, todos ellos escogidos por la mano de Jongin. Luhan fue el cuarto suertudo.
Kyungsoo levantó la mirada de su cerveza para mirar a Luhan por sobre la mesa. A diferencia de sus predecesores, Luhan era en realidad un chico al que conocía muy bien y le gustaba. Kyungsoo lo consideraba un amigo cercano -no tan cercano como Jongin, por supuesto, pero aún así. Él y Luhan habían compartido el mismo círculo de conocidos durante tanto tiempo como podía recordar. Como los únicos herederos de sus respectivas familias, obscenamente ricas, se entendían bien. Luhan era el "chico dulce" al que Boah se había referido cuando acusó al padre de Luhan de ser un criminal. Lo que Boah no sabía era que Luhan era gay y estaba profundamente enterrado en el armario, al igual que su hijo –lo cual era algo que ella también desconocía. Luhan era la única persona que había sabido que él era gay desde hace años.
–Sí –admitió Kyungsoo con una mueca–. Solo ignóralo, ¿de acuerdo? Sigo diciéndole que deje de arrojarme tipos, pero conoces a Jongin. Si pone su mente en algo, nada puede pararlo. Está decidido a encontrarme el novio perfecto.
Las doradas cejas de Luhan se elevaron.
–Supongo que debería sentirme halagado de que me escogiera como candidato, entonces.
Kyungsoo le sonrió.
–Jongin puede ser hétero, pero no es ciego –Luhan sin duda era digno de verse.
Incluso dejando su enorme herencia de lado, era un buen partido. Tenía el cabello rubio oscuro, profundos ojos color chocolate, la estructura ósea perfecta, y una piel impecable. Luhan era un par de centímetros más alto y de construcción más ligera que Kyungsoo, pero muy en forma. Él se veía bien y lo sabía.
–Muchas gracias –dijo Luhan, guiñándole un ojo–, tú no estás tan mal tampoco.
No era de extrañar que Jongin confundiera su flirteo inocente por algo que no era. Siendo hétero, Jongin probablemente no podía ver que no había verdadera química entre Kyungsoo y Luhan. Habían sido el primer beso uno del otro, pero nunca habían estado demasiado atraídos el uno por el otro, incluso cuando eran adolescentes atestados de hormonas.
–No soy lo suficientemente 'malo' para ti –dijo Kyungsoo con una suave risa. La debilidad de Luhan por los chicos malos estaba bien documentada.
Luhan se quejó.