–¿Hay algún motivo por el cual has estado mirando a ese tío toda la noche?
Jongin tomó un sorbo de su copa de vino y miró de reojo a su hermano mayor.
-No sé de qué estás hablando.
Junmyeon se reclinó contra la pared junto a él, bebiendo su vino. Sus agudos ojos grises se detuvieron en él por un momento antes de barrerlos por la habitación llena de gente. Sus fiestas de Navidad solían ser asuntos pequeños, solo para la familia, pero mientras que fueron todos creciendo, comenzaron a incluir a otros seres queridos, niños, y un sin número de amigos de los hermanos Kim, y ahora era una gran fiesta, llena de gente. La mirada de Junmyeon se detuvo en el alto pelinegro que estaba parado junto al árbol de navidad, el alto pelinegro que estaba invadiendo el espacio personal de Soo. Jung Leo.
–Sí, ese es el tipo al que has estado fulminando con la vista –Junmyeon dijo con sequedad–. ¿Dónde está tu espíritu Navideño?
–No lo he estado fulminando con la mirada –dijo Jongin–. Solo que no sé qué está haciendo aquí. No fue invitado.
–Llegó con Shim Luhan, a quien tú invitaste.
–Es el ex de Soo –dijo Jongin–. Ese pendejo le rompió el corazón hace unos meses.
–Kyungsoo no parece tener el corazón roto –dijo Junmyeon–. Parece estar divirtiéndose.
Eso era bastante cierto y eso lo enojaba. Jongin quería ir allí, zarandear a Soo y preguntarle qué carajos estaba haciendo. Leo había roto con Soo porque este no estaba preparado para salir del armario y presentarlo a su padre. Era un perdedor despechado que no pudo aceptar la ruptura con gracia y le dijo a Soo que era un amante terrible y frío como un pescado. Era definitivamente la cosa más idiota que podía decir, considerando que había sido el primer novio de Soo. Y ahora, por algún motivo, Soo estaba sonriendo y charlando amigablemente con el tipo.
–No debería ni estar hablando con ese capullo –dijo Jongin.
–Creo que deberías dejar de tratar a Kyungsoo como a una criatura –dijo Junmyeon con una sonrisa irónica–. Te das cuenta que tiene tu misma edad, ¿verdad? Actúas más protector con él de lo que eres con Lucas, quien realmente es tu hermanito pequeño.
Jongin se forzó a mantener una expresión neutra, luchando contra el ardor que subía por su rostro. Su familia estaba muy consciente de que él consideraba a Soo como un hermano. En el pasado, Jongin no se había molestado en ocultar su malestar cada vez que sus hermanos lo pinchaban sobre la naturaleza de su relación. Se preguntaba qué pensarían si se enteraran de su reciente inclinación a poner su polla en la boca de Soo.
–Soo puede cuidar de sí mismo –dijo Jongin, viendo a Leo inclinarse y decir algo al oído de Soo, con una sonrisa maliciosa en el rostro–. Pero ese perdedor debería quedarse lejos de él. Tuvo su oportunidad y la cagó.
–Tal vez Kyungsoo decidió darle una segunda oportunidad –dijo Junmyeon, pero parecía distraído, con sus ojos fijos sobre Sehun, que estaba haciéndole una mueca a su hermano adoptivo, al otro lado de la habitación–. Lo está haciendo otra vez –murmuró, negando con la cabeza, antes de salir trinando hacia Sehun.
Jongin miró a Junmyeon agarrar a su novio y dedicarle una severa mirada. Sehun sonrió más ampliamente, parecía muy orgulloso de sí mismo. Junmyeon entrecerró los ojos y le dijo algo, que hizo que Sehun se ruborizara. Sehun se humedeció los labios y asintió con una sonrisa sorprendentemente tímida, y la mirada de Junmyeon en respuesta podría ser descrita como algo intermedio entre hambrienta y embelesada, mientras que miraba al malcriado de su novio.
Jongin desvió su mirada hacia Soo y Leo, sintiendo a su mandíbula apretarse. La mueca en el rostro de Leo era nauseabunda. Soo... Soo era más difícil de leer. Estaba sonriendo y se veía interesado en lo que Leo estuviera diciendo, pero Jongin aún tenía problemas para creer que la sugerencia de Junmyeon, sobre que Soo podría haber decidido darle una segunda oportunidad a ese perdedor, fuera cierta. Soo no quería a Leo. Soo estaba enamorado de él. Independientemente de cómo se sintiera Jongin con ello, era algo que había llegado a aceptar. Excepto...