Cuando el teléfono sonó muy temprano en la mañana, un par de semanas más tarde, Jongin parpadeó adormilado antes de volver a mirar el identificador de llamadas. No, no estaba viendo cosas: tenía el dudoso placer de recibir una llamada de Do Yunho.
Su estómago se revolvió. Yunho no le llamaría a esta hora sin que hubiera sucedido algo: Yunho lo había llamado en total dos veces, en todos los años de amistad con su hijo.
Algo andaba mal. Y dado que solo tenían algo en común, a Jongin no le gustaba lo que podría significar esta llamada.
–¿Has hablado con mi hijo últimamente? –Yunho dijo cuando contestó. Bueno, ciertamente no se estaba preocupando por sutilezas relacionales.
Jongin se quedó mirando la oscura pared frente a la cama.
–¿Cuál de ellos? –dijo, solo para ser un capullo. No era nada que Yunho no se mereciera.
–Kim...
–Mira, ni siquiera sé en dónde está –Jongin escupió. Su temperamento no había mejorado desde su ruptura con Krystal; de hecho, estaba peor–. No se molestó en decírmelo. No lo he visto ni hablado con él en más de un mes.
–No te creo –dijo Yunho.
–Ya ni siquiera somos amigos –dijo Jongin, sin molestarse en ocultar su amargura.
Silencio. La sorpresa de Yunho era palpable.
–Ya puede estar feliz –dijo Jongin, torciendo los labios–. Esto es lo que siempre ha querido.
–Fuiste una mala influencia –Yunho dijo con irritación.
Jongin se rio entre dientes.
–Quiere decir que tenía demasiada influencia en él. Lo cual odiabas.
–Y tenía razón. Eres la razón por la que él... es de esa forma. Habría sido normal si...
–Realmente no estoy de humor para su intolerancia –Jongin dijo rotundamente–. Será mejor que tenga una jodida buena razón para llamarme o voy a colgar.
Podía oír a Yunho tomando una respiración profunda.
–Estoy preocupado por Kyungsoo –admitió por fin, con evidente reticencia.
–¿Por qué? –dijo Jongin, aplastando el impulso de preguntar dónde estaba Soo. Si supiera dónde estaba Soo, no confiaba en sí mismo para permanecer alejado... y tenía que hacerlo. El hecho de que Krystal y él no hubieran funcionado juntos, no había cambiado nada: Soo había dejado en claro que estaba enfermo con la situación y quería estar solo. Quería que Jongin viviera su propia vida y dejara de joder su mente.
Ya sea que le gustara o no, tenía que respetar la decisión de Soo, sin importar cuan cabreado estuviera con él por terminar su amistad así. Y estaba enojado. Sin importar que racionalmente supiera que Soo había hecho lo correcto -que no podían seguir así- la forma en que Soo había manejado la situación era una mierda. Primero, Soo había afirmado que el sexo no cambiaría nada y que no tenía por qué significar algo; luego, después de usarlo como a un glorioso consolador para conseguir correrse, Soo hizo un giro completo y lo echó de su vida por el jodido teléfono.
–Él no es el mismo –dijo Yunho–. Ha dejado el país en contra de mi voluntad, dejó su trabajo, sus responsabilidades. Kyungsoo ha dejado de responder a mis llamadas por completo. El chico de los Shim es mi única fuente de información y es reacio a decirme algo.
Jongin maldijo por dentro. El chico de los Shim. Así que Soo estaba en Rusia con Luhan. Era algo que realmente no necesitaba saber. Porque parte de él ya estaba pensando en cuanto le llevaría organizar un viaje a Rusia... y joder la cabeza de Soo de nuevo.