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Una fianza. Un acuerd

La respiración me falla. No puedo controlarla, me es tan difícil debido a la opresión que siento en el pecho. Como si algo pesado, de pronto cayera sobre el.
Camino con paso rápido y con la mente nublada, escucho en lo más lejano de mi cabeza, aquellas voces que gritan mi nombre, pero no me detengo, lo último que me cruza por la cabeza en ese momento, es detenerme. Giró a la derecha en su búsqueda, hasta que mis ojos logran encontrarlo a punto de entrar a su oficina...me acerco.

—Joven Gotti. Qué coincidencia verle, estaba a punto de...—pero antes de que pudiese terminar, me adelanto y le propinó un fuerte golpe en la mejilla que lo hace girar la cabeza.

—¡Jungkook!—escuchó gritar a Santiago completamente sorprendido.

—¡¿Donde está?!—grite vaciando mis pulmones—¡¿Donde la tienes, maldito enfermo?!

El señor Masini se incorpora tomando con una de sus manos, aquella mejilla donde recién había recibido aquel impacto. Me observa con recelo, pero sé que se contiene. Se que se está conteniendo.

—No sé de que habla.

—De Dionora—espete tomándole del cuello de la camisa—¿Dónde tiene a Nora? ¿Qué le hizo?

—Jovencito, es un pésimo momento para tal actitud—me dice alejándome con firmeza, luego se acomoda la camisa y se coloca con la cara en alto—Sus padres, están aquí.

Ahí supe porque se contenía.

—¿Qué?—es lo único que me atrevo a decir incrédulo ante sus palabras.

Por un segundo me quedo inmóvil, y por fin me atrevo a observar a mis dos amigos que se encuentran igual de petrificados que yo.

—Sígame, lo llevaré con ellos. Deben estar esperando en el comedor—mencionó pasándonos de largo. Ignorando completamente mi falta.

—Escuchen—susurro llamando a ambos antes de seguirlo—Hablaré con mi padre, haré que nos ayude.

—¿De que estás hablando?—me cuestiona Santiago—Tus padres vinieron por ti. Es tu oportunidad para salir, no debes desaprovecharla.

—Habló de que, vamos a entrar a su oficina. Ahí debe haber algún indicio de su trabajo sucio, no me voy a ir de aquí hasta tener mi verdad—respondí firme—Así que, Ithan, quiero que estés preparado para abrir la puerta una vez termine.

Con cada paso que damos, puedo escuchar como la madera cruje un poco

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Con cada paso que damos, puedo escuchar como la madera cruje un poco. Divago por el tétrico lugar para evitar mirar al rector, quien camina al frente mío para llevarme directamente con mis progenitores. De alguna manera me hace recordar mi primer día. ¿Estaba nervioso? ¡Era un manojo de nervios!. No sabía que me esperaba ahí dentro. Pero más allá de mi nerviosismo puro, una tenue emoción recorría las venas de mi cuerpo para bombear mi corazón a tope.

Porque si el L⃨O⃨B⃨O⃨ aparece...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora