La ventaja que tenían los tres es que la mansión de Verseau estaba sola.
Nadie que interrumpiera, ni mucho alguien que escuchara esos sonidos provenientes de la biblioteca.Sonrió al darse cuenta que tenía a esos dos hombres para el solo, aunque por esta ocasión dejaría que ese par de sexys griegos de cabellera azulada hicieran todo lo que deseen con él, un anzuelo para el siguiente paso.
La siguiente jugada Dégel la haría a su manera, después de todo le gustaba llevar las riendas del asunto.
- No sabes lo ansioso que estoy por escucharte ante mis descaradas intenciones contigo Verseau - Susurró Defteros tomando del mentón al contrario obligandolo a mirarlo a los ojos.
- Estamos dispuestos a conocer el lado obscuro y perverso del joven que tanto hablan en la sociedad... Escondes otro semblante Dégel - Hablo Kardia con la voz ronca acariciando con sus manos las nalgas del contrario quien solo se limitó a recargar su cabeza mientras cerraba sus ojos.
- No somos nada... Pero quiero que entre nosotros pase de todo - Murmuró Dégel entre esos labios que lo devoraban como ninguno.
Aquel hombre de cabellos lacios azules y de tonalidad mucho más morena que el otro cómplice besaba como todo un experto.
Cuando sintió su lengua colarse en su boca esto hizo que en su entrepierna aquel bulto comenzara a molestarle dentro de su pantalón.- Quien viera al señorito Verseau - Se burló Kardia relamiéndose los labios - Cediendo a nuestras caricias... Sin duda nos hemos llevado el premio mayor.
Si tan solo supieran.
Fue lo que pensó Dégel al escuchar las palabras de ese hombre que estaba detrás de él.
A pesar de ser unos extraños para él y de ni siquiera tomarse el tiempo de preguntarles su nombre, Dégel fue desabotonando lentamente su camisa mientras Defteros lo besaba y mordía sus labios de una manera maravillosa.Kardia se dió a la tarea de ayudarle a retirar su camisa sin dejar de repartir besos por todo su cuello, a los pocos segundos aquella camisa blanca terminó en el suelo dejando lucir su suave y tersa piel nacarada.
- Tan bello y elegante señorito Verseau - Halagó Kardia pasando sus dedos sobre los hombros de Dégel arrancando gemidos a su paso.
- ¿Q... Quienes son ustedes? - Cuestionó con dificultad intentando regular su respiración agitada por las caricias de esos dos hombres.
- Si te revelamos nuestros nombres seguramente querrás delatarnos con la policía - Hablo Defteros tomando del mentón a Verseau con firmeza.
- No, yo... Solo quiero saber el nombre de las personas que me hacen tocar las estrellas como nadie jamás lo había hecho.
Defteros miró a Kardia esperando una respuesta de él, no sabían realmente que podía suceder si le revelarán sus nombres al magnate de la ciudad.
- Para que lo quieres saber lindura.
Susurró Kardia con la voz agitada demasiado cerca del oído de Dégel.
- ¡No! - Exclamó nervioso - Jamás revelaré sus identidades, soy un hombre de palabra y de negocios.
Aunque la palabra negocios lo dijo en un tono seductor, observó como aquellos dos hombres se dedican unas miradas de complicidad, a los pocos segundos el que estaba detrás de él reveló su nombre.
- Kardia.
- Y el mío Defteros - Respondió el hombre que tenía frente a él.
Dégel cerró sus párpados, pensó en unos instantes sus nombres. Kardia y Defteros se convertirían en sus amantes escondidos.
Pese a que se trataba siempre de una figura pública respetada por todos y sobre todo reconocida por la sociedad, en el fondo guardaba esos locos impulsos por querer llevar un poco más allá sus deseos.Sentir por primera vez lo que es poseer a un hombre, ambos dispuestos hacer lo que Verseau se imaginé con ellos pero lo mejor de todo esto es que podía tenerlos a su disposición cuando el tuviera las ganas de hacerlo.
- Vamos a mi habitación - Sugirió Dégel cuando sintió como las manos de Kardia pasaban sobre el borde de su pantalón para poder retirarlo.
- ¿Ansioso Verseau?
- Demasiado - Susurró sintiendo los besos de Kardia por su espalda.
- De acuerdo - Hablo Defteros rompiendo ese momento - Tu nos guías a tu recamara preciosura.
Ambos se colocaron detrás de Dégel para tomarlo de los brazos y de esta manera esperando que no se les escapara o que este los fuera a tracionar haciendo una mala jugada.
Dégel sonrió ladino y dejó que ese par de hombres de tez morena lo inmovilizaran de los brazos, les dió indicaciones para llegar a la habitación.
Aunque para Kardia se le había hecho el tramo un poco lejos, ya se imaginaba a ese joven de cabellos verdes gritar su nombre mientras lo hacía delirar de placer hasta dejarlo afónico.Mientras que Defteros pensaba que ahora sus mayores fantasías se hacían realidad, entre sus locuras siempre quiso formar parte de un trío y está vez no sería la excepción.
Aquel hombre de cabellos verdes se veía totalmente moldeable, asi que no sería difícil el hecho de que Verseau fuera el sumiso de los dos.Al llegar a la recámara, las luces se iluminaron por si solas, se habían activado ante el movimiento.
Era demasiado grande el lugar, aparte de tener más libros en uno de los muebles de madera, aunque algo que llamo la atención de Kardia fue aquel espejo que se encontraba en el techo, fácilmente les daba una vista espectacular de la cama y de lo que pasara en ese sitio.- ¿Gustan un trago de vino? - Dégel caminó con pasos firmes hasta llegar a su tocador dónde tenía una botella de vino y unas copas limpias.
- Amas el vino ¿No es así? - Pregunto Defteros mirando otro mueble de madera que tenía a su izquierda con otras botellas de vino tinto de marcas muy reconocidas.
- Así es - Habló Dégel dándoles la espalda a los dos - Es mi perdición, mi adicción si lo quieren ver así.
Justo en el momento que se dió la vuelta tomó el restante de vino que contenía la botella y dejó caer un poco de vino sobre su torso desnudo ante la mirada atónita de sus invitados.
Defteros se mordió el labio mientras que Kardia se acercaba con pasos firmes hasta Verseau, lo tomó de la cintura y con rudeza lo pego a su cuerpo para poder probar de sus labios empapados de vino.
- Disfruten de este buen vino - Hablo Dégel entre los labios de ese enigmático hombre de cabellera azulada.
Defteros tomó una copa mientras que Kardia recibía la otra de manos de Dégel.
Nadie notaba algo extraño, los dos levantaron la copa mientras brindaban y al darle el primer trago a los pocos segundos ambos sentían como su cabeza les daba vueltas.Grave error haber confiado demasiado y muy rápido.
Los dos cayeron inconscientes al suelo alfombrado, Dégel movió su cabeza negando lo que acaba de suceder.
Se agachó un poco para poder revisar que los dos habían caído dormidos y lo logró.- Yo no soy juguete de ustedes... Más bien ustedes lo serán para mí.
Sonrió con malicia mientras se acercaba a su librero para poder abrir un cuarto que escondía detrás del mueble de madera, uno que ni siquiera su personal sabía de su existencia.
Cómo había dicho, el postre llegó solo en bandeja de plata.
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El Magnate
FanfictionUn caballero con un alto poder socioeconómico encuentra en dos personas desconocidas lo que realmente desea y disfruta. Su posición económica y el hecho de mostrarse alguien con aspecto serio es la perfecta combinación para poder satisfacer sus gust...