- De rodillas.
Fue la orden que les dió Dégel a los dos griegos, en sus manos sostenía una fusta lista para ser usada sobre esas pieles morenas.
Defteros y Kardia obedecieron sin reproche; ambos estaban ansiosos por saber lo que Dégel tenía previsto para esta sesión de la noche.
Lo primero que Verseau les colocó en sus manos fue otras correas de cuero para inmovilizarlos, mientras a Defteros le acomodó los brazos detrás de su espalda para Kardia se los colocó en frente de su cuerpo.Quizá en sus mentes pasaban las peores ideas, entre ellos que Dégel los trataba como sus mascotas pero al dejarse llevar por las locuras de ese francés la exitación era muy diferente a lo que han pasado los dos.
Mientras Dégel terminaba de atarles sus manos, Defteros analizaba desde la cabeza hasta los pies las prendas que Dégel llevaba puestas.
En primera había optado por usar una especie de botas blancas, un pantalón demasiado ajustado y sobre sus demás prendas un abrigo con detalles de olanes en los puños, también se había dado el tiempo de colocarse un antifaz, parecía todo un caballero elegante de la realeza del siglo XVIII; lindo pero aterrador.Después les colocó unas mordazas y al momento de que estuvieron listos, Dégel se dió la media vuelta para seguir con el siguiente paso.
- No saben cómo me enciende verlos con el torso desnudo dispuestos a recibir todo lo que deseo hacer con ustedes.
Se dijo colocándose frente a los dos griegos mientras dejaba por unos momentos la fusta sobre el suelo.
Ante la mirada atónita de ambos, Dégel dejó caer lentamente su abrigo deslizandolo poco a poco hasta que llegó al suelo; Kardia miraba con fascinación todo lo que sucedía, a Defteros comenzaba a molestarle aquel bulto que crecía dentro de su ropa interior ansiando salir de una vez por todas.
- ¿Les gusta lo que ven?
Les dijo desabrochando con parsimonía aquella camisa dejando ver su pálida y escultural figura; poseía unas perfectas líneas marcadas en su contorno, era una silueta frágil y dócil; aunque de esto último no tuviera mucho el señor Verseau.
Las manos del francés pasaban a manera de danza sobre su cuerpo intentando calmar esa ganas inmensas que había desatado en su interior.
Defteros se maldecía internamente por estar atado a las reglas y juegos del señor Verseau, en ese momento quería romper ese lazo que tenía en sus muñecas para poder levantarse y hacer que Dégel grite de placer en esas cuatro paredes lo cual solo podía quedar en su imaginación.
Kardia por su parte al ver cómo Dégel desabrochaba lentamente su pantalón y se retiraba aquellas botas blancas, su vista se posaba en ese bulto que se dejó mirar cuando Verseau se retiró totalmente todas sus prendas quedando desnudo ante la mirada de los dos.
Con una sonrisa maliciosa acaricio su falo mirando a su siguiente objetivo, ya había probado a Defteros, ahora era el turno de tomar a Kardia, según palabras del moreno no sería alguien difícil de manejar ya que el papel de pasivo lonja hecho hasta ahora con él.
- Kardia - Lo llamó mientras extendía su mano - Ven.
Sin el apoyo de sus manos, Kardia logró levantarse del suelo para dirigirse frente al francés.
Dégel tomó la fusta y con la punta de este mismo lo colocó bajo la barbilla del griego para obligarlo a mirarlo a los ojos.- Es el turno de hacerte llevar a la gloria.
Kardia movió su cabeza con una sonrisa burlona, cerró sus ojos mientras sentía como las manos de Verseau pasaban sin pudor por todo su cuerpo, esto hizo que los poros de su piel estremecieran.
Le dió un ligero golpe en la espalda con la fusta, los ojos violeta de Dégel parecía que quisieran analizar cada movimiento que Kardia realizaba, lo observaba de la cabeza hasta los pies.
Los dos eran jodidamente guapos y muy sexys, lástima que los dos tengan un vínculo de por medio, de lo contrario se los quedaría para siempre.- Acuéstate en el suelo.
Kardia alzó una ceja incrédulo ante la petición de Dégel, el suelo estaba frío y poner su cuerpo desnudo sobre el no sería una sensación agradable.
Con una muñeca de disgusto, Kardia obedeció y se acomodó sobre el duro y frío piso de mármol.Jugando con la punta de sus dedos deslizando desde su vientre hasta la cintura, Verseau comenzó a retirarle esas prendas para dejarlo desnudo.
- Si que tienes un bello cuerpo, eres adictivo igual que tú cómplice...
Los tibios labios de Dégel hacían estremecer al cuerpo de Kardia, su espalda ligeramente se arqueó dejando notarse sus costillas cuando hizo esto.
Verseau se puso de pie frente a Kardia y se dirigió a uno de sus muebles dónde tenía un par de pinzas que estar usaría a continuación.
Se las mostró a Kardia quien no entendía lo que estaba a punto de ocurrir, cuando el francés se acercó a su torso este le colocó las pinzas en la punta de sus pezones.
Al principio parecía una idea descabellada, una locura pero el dolor terminaba siendo placentero por qué Dégel dejaba un camino de besos por todo su pecho mientras masajeaba el miembro de Kardia.Después acomodó a Kardia de lado y él por detrás suyo, ante la mirada atónita de Defteros.
Sin dejar de observar al gemelo menor, Dégel aprovechó está posición para pasar toda la punta de su lengua en el cuello de Kardia.El francés sonrió de satisfacción al ver cómo el cuerpo de Kardia se cubría por una capa de sudor, realmente disfrutaba ver cómo perdían la razón esos dos griegos por sus toques.
- Espero que estes listo para que lo que sigue - Susurró con la voz ronca cerca del oído de Kardia.
Llevó sus dedos a su boca para humedecerlos un poco, poco a poco se si paso entre las nalgas de Kardia y aprovechando que el griego no dejaba de moverse entre sus brazos introdujo un dedo en su interior.
Fue una labor demasiado fácil, no era muy necesario dilatarlo como el otro moreno, al ver que Kardia disfrutaba de ese momento dejó introducir otro más.
Aprovechaba para seguir besando y mordiendo la piel del contrario sin dejar de jugar con ese cálido lugar sintiendo su interior contraerse.Defteros miraba la escena intentando tragarse su coraje, después de todo no podía objetar nada ya que ambos terminaron aceptando esa propuesta de Verseau.
Aunque algo le decía que seguía él por qué Dégel había dejado un arnés sobre el mueble de madera.
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El Magnate
FanfictionUn caballero con un alto poder socioeconómico encuentra en dos personas desconocidas lo que realmente desea y disfruta. Su posición económica y el hecho de mostrarse alguien con aspecto serio es la perfecta combinación para poder satisfacer sus gust...