Capítulo siete

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Ni siquiera se había dado el tiempo de revisar los estados de cuenta de sus empleados, tenía un motivo para regresar a su mansión y esa razón lo estaba volviendo loco por qué ansiaba la respuesta de ese par de ladrones que entraron a sus aposentos.

Esperaba que esas dos semanas que Camus estuviera en ese dichoso viaje, fueran lo suficiente para poder llevar más allá la práctica que tanto había leído.
Quien mejor que para experimentar con esos dos griegos de cuerpo escultural que entraron a su mansión sin permiso.

Cuando salió de la empresa su chófer lo esperaba con la puerta abierta de su auto deportivo último modelo.
Dégel se colocó las gafas de sol para no llamar demasiado la atención y con pasos firmes llegó hasta el vehículo, saludó a su chófer y sin mencionar algunas palabras más tomó su lugar en el asiento esperando la marcha del auto.

El joven que servía como chófer sabía que el señor Dégel Verseau no era mucho a interactuar con él, ni mucho menos mantener una plática fluida con él.

Verseau dejó escapar un suspiro aún más aliviado, pronto llegaría a casa y calmaría esas extrañas ganas con las que se quedó después de la visita repentina de Camus de Metaxas.

Sorprendeme, demuéstrame un encuentro totalmente diferente a mi monotonía sexual y en base a eso yo puedo acceder a la inversión que necesitas.

Aún recordaba las palabras de Camus, hasta lo hacía con toda la intención de provocarlo, sumando a ello ese ligero roce de manos entre ellos.

Necesitaba tomar experiencia en estos días y solo esperaba que ese par acceda a sus primeros intentos de experimento.

Cuando llegó a su casa lo primero que hizo fue retirarse el saco mientras que la jovencita de nombre Fluorite lo recibió mientras le daba todos los detalles que ocurran en su ausencia.

Dégel no tuvo la intención de tomar la cena, después de medio escuchar la plática que Fluorite le daba, se dió la vuelta para dirigirse a su habitación.

Dentro de algunos minutos la mansión estaría sola, los empleados pronto se irían a sus casas y él...
Podía darle rienda suelta a todo lo que estaba imaginando y que mejor que empezar por ese griego de piel morena y cabellos azules lacios.

Se acercó al mueble de su librero para poder tomar el libro que le daría paso al cuarto que estaba detrás de esa pared.

A los pocos segundos el librero comenzó abriese justamente a la mitad dejando ver una puerta de color caoba que se camuflajeaba perfectamente con el librero mismo ante la mirada de los ojos curiosos que llegaban a conocer la recámara de Verseau.

Cuando se dió paso entre la puerta las luces de la habitación se encendieron ante el movimiento dejando ver qué sus nuevos inquilinos dormían abrazados sobre una de las camas, algo le decía que ese par se tomaron el momento de darse una ducha ya que lo único que llevaban puesto era una bata blanca de baño cada quien.

Aunque admitía que esos dos se miraban bonitos en los brazos del otro sentía mucho interrumpir su sueño por qué lo que más deseaba era la respuesta.

- Es hora de despertar.

Dégel se acercó con cautela pasando sus manos sobre el cuerpo dormido de Defteros.
Poco a poco fue levantando parte de la bata para seguir acariciando esas piernas y darse paso entre esas nalgas para poder tocar lo que posiblemente le toque usar por primera vez.

Ante esas caricias repentinas, Defteros despertó de manera inmediata, el movimiento hizo que Kardia igualmente despertara.

- Dégel - Susurraron ambos al verlo parado frente a ellos.

- Ya estoy aquí dispuesto a escuchar su respuesta y si es pronto mucho mejor para mí - Dijo Verseau cruzando los brazos.

Defteros y Kardia se miraron por un momento intercambiando gestos para dar una respuesta definitiva.
El gemelo menor se aclaró la garganta y fue el primero en tomar la palabra.

- ¿Por cuánto tiempo estaremos aquí Dégel?

- Lo que yo crea conveniente.

Kardia dejo escapar una risa con malicia, se incorporó del colchón para poder sentarse y cuestionarle a Verseau sus inconformidades.

- Si estamos aceptando es por qué realmente lo necesitamos, no es motivo para que nos quieras tratar como a tus juguetes que puedes humillar. Si tú fallas a esto Dégel - Lo señaló con su dedo - Ten por seguro que somos dos y podemos cobrarnos cada una de la que nos hagas, después de todo no somos ni de este país, lo que queremos es regresar a Grecia para seguir tomando el rumbo de la vida que teníamos.

- Si tanta es su preocupación por regresar ¿Que hacen en Francia? - Cuestionó Dégel mientras caminaba alrededor de la cama como si quisiera estar acechando a sus presas.

- Por una mala decisión, juntamos nuestros ahorros para vacacionar y en un bar de la ciudad nos encontramos con unos sujetos que nos despojaron de todos nuestros bienes por ser griegos y nos dejaron sin nada, incluso hasta la ropa que llevábamos puesta.

Dégel alzó una ceja incrédulo ante las palabras de Defteros, pero tenía que seguir escuchando sus razones.

- De no ser por un joven que trabaja en este país nos brindó un poco de lo que tenía pero aún así el gasto para los boletos de regreso son altos, intentamos trabajar pero nadie nos quería aceptar. Así que por eso tomamos la decisión de entrar a tu casa y poder...

- Robarme - Interrumpió Dégel las palabras de Kardia - Entiendo sus razones y puedo darles un valor mucho mayor que el de los boletos de regreso y hasta para que puedan vivir bien un tiempo en su país pero necesito de ustedes.

- Tan fácil que es coger Dégel ¿Que tanto buscas? - Kardia lo interrumpió intentando descontrolar la paciencia del francés.

- Para ustedes es fácil ya que he notado que entre ustedes hay demasiada confianza que hasta les sobra para estar reforzando la amistad... Pero yo no, hay un suceso en mi vida que me pegó en mi orgullo y aquella persona amable, romántica y detallista que solía ser se fué. Quiero nuevas sensaciones que me hagan sentir diferente, quiero demostrar que soy capaz de llevar las riendas del asunto y sobre todo vivir la experiencia del cual muchos le huyen por considerarlo una mala práctica o ante los ojos de los religiosos algo prohibido.

Dégel tomó un látigo y un antifaz ante la mirada curiosa de los dos morenos griegos.

- Si este es tu juego aceptamos, pero nos vas a dejar conducirte también al mundo del placer señorito refinado - Respondió Defteros levantándose de la cama para poder mirar de frente a Verseau.

- Entonces podemos empezar a jugar - Contestó Kardia levantándose tambien para colocarse detrás del francés, tomó su mentón y giró un poco su cabeza para obligarlo a verlo a los ojos - En el sexo se busca el placer del contrario y de uno mismo, no lo olvides...

- Comencemos - Susurro Dégel sonriendo con malicia entre esos dos griegos de piel bronceada.

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