Capítulo tres

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Pasaba sus dedos sobre aquel torso desnudo, llevarse a los dos al cuarto obscuro como él lo llamaba fue algo difícil.
Sobre todo cargar a Kardia fue un poco más batalloso que con el segundo.

Ahora los tenía a su disposición, ambos cuerpos descansaban acostados en camas diferentes.
Si bien el cuarto era lo suficientemente amplio, Kardia y Defteros descansaban en colchones distintos alejados uno del otro como a unos diez metros de distancia.

- Creo que el primero serás tú - Susurro Dégel relamiéndose los labios después de seguir delineando con la yema de sus dedos  esos botoncitos color café que se contraían ante el tacto del señor Verseau.

Poco a poco se fue acercando hasta el rostro del moreno, posando sus labios con los del contrario, eran delgados y un poco ásperos.

Al sentir esos húmedos besos, Defteros rápidamente abrió sus párpados para saber que estaba sucediendo.
Había sido un impulso de su cuerpo, sin embargo no contaba que sus manos estaban inmóviles, una correa gruesa de cuero color negro mantenía sus muñecas atadas a ese lazo que terminaba en la pared.

- ¡Estás demente Verseau!

Dégel pasó sus dedos sobre los labios del moreno con sutilidad, quien diría que detrás de ese hombre callado, serio y sobre todo un exitoso empresario fuera aquel sujeto de cabellos verdes vistiendo un pantalón de color negro, le quedaba apretado dejando ver el contorno de su cuerpo a la perfección.

Esas piernas lucian demasiado provocadoras y sin mencionar ese bulto que se lograba ver entre sus piernas.
Su torso desnudo mostraba su piel pálida, ahora en estos momento Defteros se debatía internamente por que deseaba en el fondo tener sueltas sus manos para poder abalanzarse sobre ese francés y dejar marcas muy notorias en su piel de porcelana.

Sin embargo cuando dirigió su mirada nuevamente a las correas que mantenían atadas sus manos, se le vino la desilusión por qué algo le decía que Verseau haría las cosas a su manera.

- No lo vería como una locura si también disfrutarás lo que estoy dispuesto hacerte.

Dégel llevó su pulgar a los labios entre abiertos de Defteros mientras que con su mano libre recorría sin pudor su cuerpo haciendo que cada poro de la piel del gemelo menor estremeciera.

- Sin duda lo disfrutarás.

- Jamás he tomado el lugar de un pasivo Dégel, si estás loco - Murmuró Defteros aún con el dedo del francés en su boca.

- Debo confesar que es la primera vez que tengo la fortuna de tener un hombre en este lugar y sin duda tu eres mi primera vez con uno.

Cuando escuchó Tu eres mi primera vez sin duda algo le decía que ese sitio Dégel lo usaba para sus mayores locas fantasías. Giró un poco su cabeza de lado para ver qué un poco más al fondo Dégel contaba con varias herramientas propias del BDMS.

- Descuida, aún no pienso usar esas herramientas contigo - Susurro el francés acercándose al rostro de ese moreno sexy - debes saber que es un grupo de prácticas y fantasías eróticas diferentes. Las letras que forman la palabra significan bondage, disciplina, sumisión y masoquismo.

Defteros no pudo evitar tragar grueso al escuchar las intenciones de ese sujeto que se mostraba adorable con todos y ahora que lo conocía más a fondo tenía su lado perverso demasiado escondido.

- Quien te viera Dégel - Se burló Defteros aprovechando que ese hermoso francés dejo de besarlo - Tu faceta es otra y demasiado escondida ante la mirada de todos los que te conocen.

- Puede ser - Contestó el francés desabrochando lentamente el pantalón del moreno.

Bajaba con cautela el cierre para poder deslizar su ropa en sus piernas junto con su prenda interior dejando al descubierto ese falo cubierto por una capa brillosa y sobre todo firme.

- Sinceramente con verte hasta dan ganas de corromper esa carita tierna que te cargas Dégel.

El francés sonrió ladino tomando entre sus manos el miembro del moreno para poder masajearlo.
Le causaba curiosidad por qué en ese sentido no tenía que ser muy sutil como con las damas que han pasado por ese cuarto.

Sin mencionar a la reconocida señorita Seraphina quien por poco le pediría su mano al creer que esa mujer lo era todo en su vida.

Es mejor tarde que nunca y el destino le dió la oportunidad de demostrarle que Seraphina lo engañaba con su propia sangre.

Rápidamente se sacudió la cabeza para olvidar esos momentos amargos de su vida y prosiguió en la labor de seguir tocando fascinado el cuerpo de Defteros.

- Si te portas bien conmigo y haces todo lo que te diga te por seguro que te daré la primicia de ser tú quien me tomé por primera vez; pero eso sucederá mucho más adelante... Mientras no.

- ¿No tienes experiencia con los hombres? - Si algo que Defteros tenía es que prefería ser sincero desde el principio, a diferencia de su amigo quien ese prefiere ser de los que actúan primero en vez de usar la razón.

- No, solamente dejo que mi instinto me lleve. Aunque no tienes la menor idea de lo mucho que me he preparado para el momento - Le respondió el francés mientras le mostraba una botella de lubricante.

Defteros sonrió ladino, aunque él no gustaba de disfrutar con las mujeres al menos estaba agradecido que Kardia y él cuando tienen ganas dejan a un lado su orgullo y sus penas para poder satisfacerse entre ambos, sin romper esa amistad que han forjado desde hace muchos años.

- De acuerdo, muéstrame todo este mundo en el que ansias mostrarnos.

Dégel tomó la botella de vino que había usado anteriormente cuando les ofreció unas copas antes de hacerlos dormir y dejó caer un poco de ese líquido escarlata en el vientre del moreno.

- ¡Oh Dégel por todos los dioses! - Exclamó al sentir ese líquido frío recorrer su piel, este hombre era un deleite total.

- Espera a sentir lo que viene.

Verseau tomó un anillo vibrador del mueble que tenía a su lado y con la otra mano le mostró unas bolas anales.

- Eres una cajita de sorpresas Verseau.

- Puedo ser codescendiente con ustedes, si lo son conmigo - De este sitio no salen, así que espero que no los extrañen demasiado en casa.

Sin darle oportunidad a Defteros de responder algo al respecto, Dégel se dió paso entre las piernas del moreno para poder dejar caer unas gotas en la entrada del gemelo menor.

Cuando sintió ese líquido, no pudo evitar arquear su espalda. Poco después ese anillo vibrador y se lo colocó en el miembro del moreno.
Con ayuda de las bolas las fue introduciendo en el interior de Defteros aprovechando que el vibrador trabajaba haciendo que el moreno dejara escapar gritos y gemidos.

Era muy dócil de manejar, eso no había duda. Algo que le decía que Kardia no es una persona que ceda demasiado rápido ante sus juegos pero usaría todo lo necesario para tenerlo a sus pies.

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