Capítulo ocho

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Tal como lo había pedido desde la mañana, quería que Defteros fuera el primero en sus mayores fantasías.
Al sentir sus manos recorrer su cuerpo hacia que su piel comenzará a sudar.

Después de haber aceptado ese juego, por órdenes de Dégel; Kardia tuvo que tomar asiento en el sillón de piel que estaba cerca del lado de la puerta del baño.

Aunque la idea de ser el espectador de mirar como Dégel tocaba a su amigo con derecho era un poco incómodo, sin embargo las hormonas de su cuerpo no pensaban lo mismo justo cuando sintió como en su entrepierna comenzaba a molestarle al ver cómo su falo despertaba sin querer.

- Si te portas bien Kardia, seguiré contigo - Respondió Dégel con la voz ronca señalando con el dedo a manera de amenaza para dejarle en claro que no se le ocurriera hacer alguna estupidez.

Kardia mordió su lengua intentando controlarse, estaba de espectador en primera fila observando como ese francés tomaría por primera vez a su amigo.
Si bien Defteros no dejaba que Kardia tomara el lugar de activo, está ocasión estaba a punto de hacerlo.

- Si haces bien tu labor con Defteros, no habrá más pretextos para que yo pueda cambiar roles con mi demonio - Sonrió ladino al susurrar eso.

Aunque le pareciera extraño, el hecho de que Dégel se diera tremendo banquete con Defteros, comenzaba a despertar su curiosidad.
Parecía como una película erótica para adultos pero esta vez en vivo y a todo color.

Una que a la siguiente el sería el próximo actor en turno junto con ese hombre de cabellos verdes.
Ese francés era bello, elegante pero sin duda estaba a punto de demostrar ser muy buen amante.

Dégel volvió a colocar las muñecas de Defteros en esa cinta de cuero pero con la diferencia de que lo acomodó en cuatro, su trasero moreno levantado perfecto para poder darse una buena primicia antes de tomarlo.

- Relájate y esto te será placentero.

Dijo Dégel acompañando esa frase con un latigazo en sus nalgas.
Defteros apretó sus puños mientras cerraba sus párpados, ese ardor lejos de ser molesto comenzaba a ser demasiado placentero.

Ese gemido que Defteros dejo escapar fue lo suficiente para que las mejillas del francés se tornaban de un color rojizo.
Nuevamente tomó del mueble aquellas bolas anales, con la otra mano tomó la botella de lubricante para dejar caer unas gotas en ese apretado lugar.

Defteros al sentir ese líquido frío recorrer su piel sentía como sus latidos se tornaban más repentinos, estaba a punto de sentir la gloria, o como decía Kardia... Esto es el cielo.

Verseau tomó la primera bola anal, está siendo pequeña y lo llevó lentamente en ese estrecho lugar, para el segundo y tercero no fue difícil la intromisión, pero en la cuarta bola la entrada del moreno se contrajo haciendo que se dificultara los movimientos.

- Relájate Defteros - Susurró Verseau con la voz ronca, acompañado de esto comenzó a pasar su lengua por todo el trasero del moreno haciendo que poco a poco relajara su cuerpo para seguir con esa labor.

- ¡Dégel! - Exclamó Defteros con la voz agitada al sentir como esas bolas entraban cada vez más en su interior.

- Que vista...

El francés levantó su mirada para poder observar a Kardia quien permanecía con una muñeca de molestia intentando ver para otra dirección.

- Kardia... Ven.

Rápidamente salió de su distracción, se levantó del sillón para atender el llamado de Verseau, mirar de perfil al gemelo menor no podía creer el rostro de satisfacción que se cargaba Defteros, lo estaba disfrutando el condenado.

- Que necesitas Dégel.

- Retirarte toda la ropa.

Lo que más le impresionaba de Dégel es esa sonrisa cargada de perversión, quien diría que ese hombre culto, refinado y sobre todo callado fuera totalmente diferente en la cama.
Sin decir algo más al respecto dejo deslizar por su cuerpo aquella toalla que aún llevaba puesta quedando totalmente desnudo ante el francés.

Dégel dejó por unos momentos al moreno para poder estar con Kardia, tomó unas esposas que guardaba en uno de los cajones  y llevo las manos de Kardia detrás de su espalda para inmovilizarlo.

- Cuando libere a Defteros de las cuerdas, quiero que te sientes frente a él con las piernas abiertas para dejarle todo el libre acceso que necesite.

- ¿Que idea estás tramando Verseau?

- Algo que te gustará.

Dégel pasó sus dedos sobre ellos labios de Kardia, peligrosamente se acercó para besarlos. Eran suaves, esponjosos, adictivos y dulces como una manzana.
Llevó su mano diestra hasta la altura de su vientre para ir bajando lentamente hasta llegar a su miembro totalmente despierto cubierto por una capa brillosa a su alrededor.
Con la ayuda de sus dedos comenzó a masajearlo despertando gemidos por parte del contrario.

- ¡Dégel, por todos los dioses!

Se acercó repentinamente para poder besarlo nuevamente aprovechando que sus manos estaba detrás de su espalda y se acercó de nuevo a la cama para poder liberar a Defteros y Kardia se sentara frente al moreno.

- Quiero ver cómo complaces a este hombre con tu boca Defteros - Dégel tomó de los cabellos al gemelo menor para poder levantar un poco su rostro y posar sus labios con los del contrario.

Dentro de sus bocas sus bocas se entrelazaban dejando algunas gotas de saliva alrededor de sus labios, Kardia miraba está escena de besos con satisfacción por qué la mano del gemelo menor tomaba el miembro de Kardia para seguir con la labor de masajearlo.

Que mejor momento para empezar tenido a los dos en esa cama, Kardia sentado mientras Defteros le realizaba un rico oral, Defteros en cuatro con el trasero levantado y aún con las bolas en su interior y Dégel acomodándose detrás del moreno.

Sin previo aviso Dégel sacó poco a poco las bolas del interior de Defteros, cuando miró que esa entrada estaba un poco dilatada acercó su rostro para pasar la punta de su lengua por todo el contorno haciendo que Defteros gritara sin dejar de masajear el falo de Kardia.

- Quiero ver cómo haces correr a Kardia.

Susurró levantando su rostro para incorporarse y acomodarse detrás del moreno.
Desabrochó su pantalón junto con el cierre y la ropa interior, liberó su miembro y comenzó a jugar un poco con él para calmar la molestia de tenerlo entre sus ropas.
Nuevamente tomó la botella de lubricante y dejó caer unas gotas más en ese interior, algunas recorrían desde su entrada hasta sus piernas.

Kardia llevó su cabeza para atrás al sentir la lengua de Defteros recorrer desde los vellos hasta la punta de su falo.
Un grito acompañado de esa penetración, sentía un ardor terrible al principio pero las manos de Dégel recorriendo su espalda lo fueron tranquilizando hasta que sus paredes se amoldaron perfectamente.

- Quiero escuchar sus gritos y gemidos...

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