Epílogo

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Vicente Vicuña, el último vampiro vivo de lo que había sido la más poderosa estire vampírica de Europa, se quedó con Sekhmet en la pirámide. Ella ocultó las tres reliquias en la misma pirámide, custodiadas por su guardia de licántropos. Ahora era intocable, a no ser que alguien se atreviera a entrar en sus dominios, burlar a la guardia, a Vicente y a ella misma y consiguiera los tres objetos. Raquel, la sirena, recibió al fin su carta de libertad. Puedo regresar a casa, libre de las ataduras de Vicente. Pero no quiso hacerlo. Sun posición era cómoda. Prefirió quedarse allí con su viejo amigo. El último neófito que quedaba vivo, Valentín Vicuña, se unió a la guardia voluntariamente. Sekhmet le dio la oportunidad de irse y empezar una nueva vida con su nuevo don, pero él rehusó.

Los tres guardianes de las reliquias regresaron cada uno a su lugar de origen, aunque a Dominic le embargaba un sentimiento extraño ahora que su hermano no estaba con él; Natsuki se lo tomó mucho peor que el medjay y no se sintió para nada satisfecha. Juró y perjuró sobre la tumba de Mei y de su madre que no descansaría hasta que viera cumplida su venganza. No le satisfacía ver a Vicente irse de rositas, aunque, como le había dicho Javi:

—Tampoco a mí me hace gracia. Pero todo lo que ha hecho estaba encaminado a este punto. Quiero creer que se quedará ahí, quietecito, y no hará daño a nadie más.

—Es un vampiro. Hará daño a más gente—le replicó Natsuki.

—Entonces todo esto ya es cosa tuya, cazadora—le dijo Javi, pasando su brazo amistosamente por el hombro de Natsuki, que parecía a punto de echarse a llorar—. Nosotros ya hemos tenido bastante. Ahora te toca a ti erradicar el mal. Mátalos a todos, no dejes ni uno con vida.

Natsuki levantó la mirada y con ojos vidriosos le dedicó una sonrisa. La primera vez que había sonreído desde que había llegado allí.

—Eso haré, Javi kun. Gracias por todo. Iré a despedirme.

Natsuki se despidió de todo el grupo. Le costó especialmente despedirse de Marta, que era con la que más había hablado en aquellos días, con la que más se había sincerado. Habían llegado a ser verdaderas amigas en muy poco tiempo.

Jean Jacques Dumoitiers y Dominic Sutermeister también se despidieron de los chicos y volvieron a casa para continuar con sus vidas.

A la mañana siguiente a primera hora Héctor encontró algo en una búsqueda por la página de la Hermandad. Él y José Antonio habían irrumpido en el servidor utilizando la clave de Claire, que no les había costado mucho trabajo conseguir. Y Héctor había encontrado algo muy inquietante.

—Oye, Javi—le dijo—. ¿No tienes que ir con Laura a una cumbre europea mañana o pasado?

—Sí, ¿por qué lo preguntas? —Javi apartó la mirada del ordenador.

—Está en la página de la Hermandad. Sí, tienen una página web, pero no dice nada sobre que sean unos asesinos a sueldo ni nada por el estilo. Aparentemente son gente de bien—respondió Héctor—. Ven, mira.

Javi se levantó de su asiento y con Héctor salió del despacho. Se dirigieron a la sala de informática y allí Javi vio a lo que se refería Héctor.

—¿Están infiltrados en las altas esferas? —preguntó Javi, leyendo el contenido de la página web.

—Yo diría que ese tal Magistrado pertenece a las altas esferas— dijo Héctor—. Mira esto. "Cápsula del Tiempo enterrada por Adam en el siglo XVIII".

—Eso es al menos cien años después de que Serafín transformara a Vicente—dijo Silvia, entrando también a la sala y mirando la pantalla—. ¿Qué creéis que es esto?

ADICT III: Terremoto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora