1. Ángel oscuro.

31 0 0
                                    

No había habido desde hacía meses tanta expectación en la sede de ADICT. El verano anterior había tenido días movidos. Sobre todo uno de esos días había sido de auténtico infarto. Pero las cosas habían vuelto a su curso natural, y en septiembre se habían presentado días tranquilos. Hasta que habían comenzado los secuestros.

―Y ese, señores― decía Sergio, en pie, delante de todos los miembros de ADICT, tras explicar todo lo acontecido hasta la fecha― es el pastel que nos hemos encontrado. En resumida cuentas, dos o tres secuestros cada mes. Todos con el mismo modus operandi. La policía, desconcertada. Nosotros, trabajando, como siempre, para sacarles las castañas del fuego. Por lo que parece, los secuestradores tenían sus motivos, Laura...

Laura se puso en pie y se dirigió a los allí reunidos.

―Todo indica que los secuestradores forman parte de una antigua orden templaria que custodia algo, no sabemos el qué, y la protege de personas como Vicente y los que han estado secuestrando, que son hombres lobo, por lo que parece.

―El de anoche sí lo era, y casi me mata, sí...―murmuró Javi.

―Estaba transformado, no se podía controlar―terció Laura, mirándole.

―Sí, sí, cuando uno me pegue un mordisco y yo acabe igual que él, trepando montes y aullando a la luna llena una vez al mes, igual no te parece tan inofensivo...

―No era motivo para que el templario le matara.

―O le mataba o me mataba el bicho a mí y después a ti...

―Callaos ya― dijo Sergio, haciendo un aspaviento con el brazo―. Sois como críos. Vamos a empezar a investigar, ¿no? Juanjo, Héctor, José Antonio. A los ordenadores.

―¿Tenemos que hackear algo o sólo usar el buscador?― preguntó Juanjo, irónico. Sergio le lanzó una mirada de desdén.

―¡Buscad el ángel oscuro, desustanciados!―bramó Sergio.

―Tampoco hay que ponerse así...―protestó Juanjo, sentándose enfrente de la pantalla y encendiendo el ordenador.

De pronto la puerta de entrada cayó estrepitosamente. Un tipo de metro ochenta vestido con una camiseta que marcaba sus pronunciados bíceps la atravesó. Todos le miraron. Se dirigió hacia Javi. Éste le miró a los ojos. El tipo, sin mediar palabra, volteó el puño contra Javi que, sin esperarse aquel ataque, recibió el puñetazo en plena cara, cayendo al suelo. El tipo se agachó y le agarró del cuello de la camisa. Entonces Javi, con su nariz goteando sangre, reaccionó. Agarró los pulgares del individuo y se los retorció, haciendo que le soltara. Acto seguido lanzó una patada frontal contra él, que no fue muy efectiva.

―¡Que alguien les separe!― exclamó Laura. José Antonio se puso entre los dos contendientes para intentar poner orden, pero el recién llegado le dio una patada tremenda, lanzándolo de espaldas contra Javi, que cogió a su amigo y cayeron de espaldas contra la mesa de escritorio, haciendo que se cayeran la mitad de las cosas al suelo.

―¿De dónde ha salido este?―preguntaba José.

―Ni idea, ¡¡pero yo lo mato!!―exclamó Javi, limpiándose la nariz.

El tipo pegó un grito ensordecedor y se lanzó corriendo contra Javi. Éste se plantó en el suelo y, cuando el otro iba a voltear el puño para pegarle otro puñetazo, Javi lanzó el pie lateralmente contra el bajo vientre, clavándole el talón. El sujeto fue detenido en seco por la planta del pie de Javi, y a continuación éste cerró su puño y golpeó con los nudillos a las costillas flotantes, para a continuación encadenar dos golpes de codo consecutivos con el brazo derecho, uno frontal contra el esternón y otro circular contra la barbilla, derribando por KO al matón, que cayó sobre una mesita cuyas patas se tambalearon por el impacto y quedó destrozada. Acto seguido sacó un pañuelo de papel y, más detenidamente, se limpió la sangre de la nariz, que ya empezaba a manchar el suelo.

ADICT III: Terremoto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora