Capítulo 29

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Lía

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Lía

Infiltrarme al palacio de Arcadia fue fácil, especialmente cuando la reina ya estaba esperándome en las mazmorras. Un lugar perfecto para encuentros secretos entre la corona y un muerto.

-Debo decir que me sorprendió mucho tu carta, especialmente porque no creí que llegaría el día en que vendrías a mí por tu propia voluntad- habló dándome la cara, junto a ella, su fiel perro guardián no bajaba la mirada, asechando cualquiera de mis movimientos.

-Por favor su majestad, usted sabía que este día llegaría- respondí tajante, no valía la pena caer en su juego de palabras, si había alguien más astuto que yo, esa era la reina, jamás daba un paso en falso.

Lucila Hyperion Arkadia era la realeza hecha humana. Ella encarnaba todo lo bueno y lo malo que tenía un monarca. La respetaba por ser una mujer astuta, pero al mismo tiempo no quería relacionarme con ella. De boca de Geirstein había escuchado la historia de cómo había ascendido al poder después de asesinar a su esposo y a todo aquel que se atrevía a cuestionar su poder solo por ser mujer.

La persona que tenía frente a mí era una de las razones por las que a mí se me permitió demostrar mi capacidad sin juzgar mi género.

-Sí, tienes razón, sabía que este momento llegaría tarde o temprano- admitió revelando su sonrisa, para tener más de 50 años seguía siendo imponente-. Puede que hayas cambiado tu apariencia y tu nombre, pero jamás podrás olvidar tu esencia Valkiria- sus ojos rojos centellaron con diversión.

Los rasgos de Lucila eran el linaje que compartía con las hadas del pasado, al igual que mis ojos malditos de dragón. Algo que compartíamos y la mayor de nuestras diferencias. Mientras que para mí eran el continuo recordatorio de la sangre maldita que cargaba, Lucila los mostraba con orgullo, eran tan hipnotizantes y traicioneros como una trampa maestra.

-Oh niña, eres tan lamentable- prosiguió sonriendo con malicia-. Estás tan desesperada por negar tu sangre que incluso te odias a ti misma y no te das cuenta de todo el poder que estás reteniendo...-.

-No estoy aquí para recibir un sermón tuyo, lo único que te tiene que interesar es que estoy aquí para ser tu espada en esta guerra estúpida- interrumpí ignorando cada una de sus palabras envenenadas, aunque en el fondo era cierto, ahora mismo me importaba una mierda toda esa basura emocional.

-Y no te equivocas, pero no esta demás que quiera que esa espada este en su mejor estado- se excusó-. Sé cuál es la intención que tienes al venir aquí, Valkiria, así que hice unas preparaciones- hizo un ademán para que el alto guardia moreno que era su sombra le entregará un pergamino atado con una cinta dorada-. Admito que liberar a tu padre a cambio de que seas uno de mis soldados es un precio justo, pero no romperé el compromiso de mi amada hija, a menos que puedas ofrecerme algo más-.

-¿Qué quieres?- pregunte sin rodeos, mi paciencia estaba comenzando a agotarse.

-Como sabes los recursos que hemos invertido en la guerra se están agotando, si vamos a librar una batalla más con Iggdrasil necesitaremos comida y armas- camino frente a mí para extenderme el pergamino-. Lo que quiero de ti, es que tomes tu lugar como la princesa Valkiria y cierres el trato con Lulong en nombre de Arcadia, ¿sabes a lo que me refiero, cierto?-.

Me contuve por el bien de todos. Maldición, entendía perfectamente su pedido. La mejor forma que tenía que atarme, zorra astuta.

El imperio de Lulong era rico y estaba lleno de minerales. Se había mantenido asilado de la guerra a pesar de que tenía una poderosa fuerza militar, eran un enemigo para tener en cuenta. Cuando Geirstein por fin se decidió darme el puesto de heredera fue porque yo había conseguido establecer una alianza, a cambio de que yo me casará con el príncipe Miryu, su poder sería el mío.

Después de que desaparecí, Lulong volvió a cerrar sus puertas y el trato se fue a la mierda. Lucila creía que seguía teniendo el favor del emperador Yang, y por lo tanto era el sacrificio perfecto.

Aunque en realidad era más fácil decirlo que hacerlo. Pero si cambio podía obtener la libertad de Niels, valía la pena intentarlo.

-¿Qué dices Valkiria? ¿Tomarás esta oportunidad o harás las cosas más difíciles?- insistió Lucila presionándome a su conveniencia.

Me eché a reír, todo el maldito universo estaba empeñado a empujarme a mi pasado. No importaba lo mucho que me resistiera o negara, solo era una maldita herramienta hecha para matar y herir.

Le arrebaté el pergamino, Lucila ni siquiera pestañeo. Ella mejor que nadie entendía la locura por la que estaba pasando.

-Recuerda bien el día de hoy Lucila- la señale descubriéndome el rostro-. Hoy la princesa traidora Valkiria Idun Yggdrasil ha regresado del infierno-.

Cenizas de Dragón, HerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora