Capítulo 21

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La reunión duró dos horas más, el plan que tenían en mente todavía no estaba completamente elaborado, lo modificarían con los eventos que surgieran en la marcha.

La primera en salir de la habitación fue Lía, tras ella sus compañeros seguían impresionados por el cambio tan radical de actitud que había tomado, no podían evitar preocuparse por ella, pero al menos estaban felices porque estuviera dispuesta a superar la parte más oscura de su pasado, mencionar su nombre por su voluntad fue un gran paso.

-Padre, yo también he tomado una decisión- habló Lamont cuando solo quedaron los 3 varones de la familia Edevane.

-¿Te irás?- más que una pregunta fue una afirmación, Lambert tenía claro que Lamont no dejaría sola a Lía.

-Lo haré, déjame acompañar a Lía, te prometo que me haré más fuerte y nos mantendré a salvo- afirmo el mayor mirando con determinación a su padre, a su espalda Niels no se atrevió a decir nada, estaba orgulloso de su hermano mayor, aunque a veces fuera un tonto impulsivo.

-Si digo que no de todas formas lo harás- con una sonrisa cansada Lambert le extendió una mano, un gesto de confianza entre padre e hijo.

-Estaremos bien- aseguro el hijo estrechando la mano más sabia-. Niels, cuando llegue ese momento cuida de mamá y de nuestros hermanos- se dirigió a su hermano menor después de soltar a Lambert.

-No tienes que decírmelo- respondió Niels con la misma seguridad que Lamont, a los ojos de Lambert sus amados hijos mayores se habían convertido en buenos hombres.

...

Lía

Me encontraba en los establos, siempre que necesitaba pensar me dirigía a ese lugar para acicalar las plumas de Deimos y Phobos. Las aves estaban encantadas por los mimos, ignorantes al dilema al que ahora me enfrentaba.

En mi mente buscaba una forma para disculparme con Beyla, ya que era obvio que no se mantendría alejada de mí, no merecía que la tratará mal, estaba demostrado que podía confiar en ella, así que lo mínimo que podía hacer era ser amable. Terminé de arreglar las suaves plumas negras de ambas aves, siempre que los acariciaba recordaba la noche que llegaron a mi vida, tan solo eran un par de polluelos indefensos en una noche de tormenta cuando los hallé. Quizás fue compasión o comprensión lo que me motivo a llevarlos conmigo y protegerlos, los alimente y cuide hasta que se convirtieron en los magníficos cuervos que me acompañaban a todas parte.

De pronto mi memoria me mostró un momento que compartí con Beyla, a los 10 años Geirstein me regalo un pastor belga llamada Beatrice, la crie desde entonces hasta que murió 3 años después, solo tuvo un cachorro como descendencia, no fui capaz de cuidar del cachorro sin que me recordará que Beatrice había muerto, así que antes de dejar que cualquier extraño lo tomará, se lo di a Beyla.

-Laslo- murmuré el nombre del can-. Así que sigue con ella-.

Mi auto reflexión se vio interrumpida con la llegada de mis hermanos menores, seguramente ya habían escuchado de Niels la decisión que tome y no dudaron en ir tras mí, ya era hora de que los tres tuviéramos una conversación.

-Si quieren decir algo, díganlo de una vez- hablé en tono neutro, los mellizos se habían quedado callados mirándome debajo del umbral.

-¿Cuándo vas a dejar de excluirnos?- me grito Jos dejando de contener su enojo-. Anne y yo también somos príncipes de Iggdrasil, tenemos derecho a opinar- todo su rostro reflejaba su frustración igual que un niño pequeño.

-Nosotros ya no somos príncipes de Iggdrasil- respondí con calma-. Ustedes son Jos y Anne Edevane, los hijos del conde Lambert y su esposa Ali Edevane- declaré con convicción, era lo que merecían después de toda una vida mierda-. Fue lo que decidieron cuando aceptaron entrar en su registro familiar- termine ganándome una mirada dolida de mis hermanos, aunque no era mi intención, quizás fui muy dura.

-¿Entonces quién eres tú?- se adelantó Anne con los ojos aguados, siempre había sido la más sensible de los tres, se parecía tanto a mamá.

-Soy quien debo ser, si quieren ayudarme asuman el papel que les toca y quédense a salvo- intente suavizar mi expresión, no era momento para seguir siendo una imbécil-. Si a alguno de ustedes le sucede algo, yo me moriría- coloque una mano en sus hombros, ahora Jos era más alto, pero siempre lo vería como mi adorable hermano menor-. No voy a permitir que ustedes ensucien sus manos, suficiente es con que uno de nosotros tenga que cargar con las muertes que vengan, no le demos más mortificaciones a mamá-.

Me sentía extrañamente cálida, solo con los mellizos podía tener ese tipo de comprensión, los tres habíamos pasado por el mismo dolor, fuimos rechazados y traicionados por nuestra propia familia, obligados a sacrificar nuestras vidas para honrar la jodida sangre ancestral, solo éramos peones en un retorcido juego de poder.

-¿Por qué siempre tienes que ser tú?- insistió Jos tan afectado como Anne.

-No lo sé, me gustaría decir que es porque soy especial- una sonrisa torcida apareció en mi rostro-. Pero quizás la realidad es más simple, solo tuve la mala suerte de nacer en el lugar y momento equivocado- me encogí de hombros para restarle importancia, al ver las lágrimas asomándose en los ojos de ambos los abrace, ocultando sus rostros en mi pecho, verlos llorar me rompería.

-Eso no es gracioso- me reclamo Anne devolviendo el abrazo.

-La vida nunca es graciosa, hermana- dije amargamente dejando que los mellizos se desahogaran.

Deseaba hacer más por ellos, siempre quise que tuvieran una vida feliz, verlos crecer y formar sus familias. Quería ver a Anne y a Jos cumpliendo sus sueños. O al menos quisiera decirles cuando los amaba, pero ahora la mejor forma que tenía para demostrarles mi amor era alejándolos de la guerra.

Tal vez algún día tendríamos la libertad de vivir sin miedo, y entonces los llevaría a ver el mundo tras las murallas de Edevane.

Cuando se separaron los ojos de los mellizos estaban rojos y yo sonreía por la imagen, era lo que más podía hacer para consolarlos.

La emotiva plática llegó a su fin con la repentina aparición de Layla, mi hermanita menor había esperado a que los 3 terminaremos de aclararnos antes de invitarnos a tomar el té.

-Vamos hermana Lía, prometo que habrá té negro- Layla no dudo en tomar mi mano, ella era una de las pocas personas que podía tocarme sin riesgo a recibir un puñetazo.

-No le creas hermana, a Layla no le gusta que nadie tome cosas amargas- intervino Anne en tono de juego enganchándose a mi mano libre.

-No seas tonta, si es lo que le gusta a la hermana Lía, le daré el té negro más amargo del mundo- ataco Layla sacándole la lengua.

-No creo que sea para tanto- se unió Jos, salvándome de un posible envenenamiento-. Además, todos sabemos que a Lía le gusta el té con leche-.

Mientras mis hermanos me arrastraban al jardín para compartir una tarde de bocadillos y té, me sentí verdaderamente feliz, estos momentos hacían que todo el dolor y el sacrificio valieran la pena. Eran la cuerda que me mantenía a flote.

Lamont y Niels terminaron uniéndose a su tarde compartida, a pesar de que todos éramos muy diferentes entre sí y de que tuvimos varios tropiezos al inicio de la relación llegue a amarlos a todos como hermanos, nuestros lazos eran mucho más fuertes que cualquier lazo sanguíneo. Era cariño sincero forjado con confianza, tiempo y comprensión. 

Cenizas de Dragón, HerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora