Epílogo

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Después de que Valkiria negociará las condiciones de la reina Lucila no tardo mucho en partir hacia Lulong

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Después de que Valkiria negociará las condiciones de la reina Lucila no tardo mucho en partir hacia Lulong. Niels se había quedado en Arcadia, y el resto llevaba varios días de viaje, la mejor forma de evadir a cualquiera que los siguiera era cruzar por el estrecho que conecta a Castello con el imperio, lo que implica tener que recorrer toda Arcadia a caballo, era sumamente desgastante.

Si la princesa fuera sola habría llegado desde hace mucho tiempo, pero no podía ser desconsiderada con las limitaciones físicas que Lamont y Beyla tenían, especialmente las de la castaña. Tenía que reconocer que se estaba adaptando bien.

Ahora se encontraban descansando en un área boscosa a unos kilómetros de la frontera con Castello, Lamont y Beyla preparaban la cena, mientras que Lía se dedicaba a afilar sus armas. Después de comer reanudarían su viaje, ya que era más rápido desplazarse de noche, a estas alturas ningún depredador ni bandido era más amenazante que ella.

Al menos tenía tiempo suficiente para pensar en un plan, el emperador de Lulong no era tonto, no aceptaría tan fácil ayudarla después de que perdiera su título como princesa heredera. Además, la historia con su príncipe no había terminado de la mejor forma.

-¿Estás bien?- pregunto su hermano tomando asiento a su lado, aprovecho que Beyla estaba ocupada alimentando a los caballos para conversar con Lía-. Has afilado esa daga unas 3 veces, no creo que necesite tanto filo- se justificó ante la confusión en los ojos dorados.

-Lant- lo llamo por su apodo, había pasado tanto desde que utilizo ese sobre nombre que solo podría tratarse de algo muy íntimo-. ¿Te gusta Beyla?-.

La repentina pregunta lo descoloco completamente, se había pasado todo el viaje haciéndose la misma pregunta, desde que los mellizos aseguraron que tanto a Lía como a él les gustaba la misma chica no había podido estar en paz. Pero jamás espero que su hermana fuera tan directa.

-No lo sé- respondió tras unos minutos de meditarlo, tenía miedo de lo que conllevaba aceptar sus sentimientos-.

-Ya veo- una sonrisa a medias fue la única respuesta de Lía-. Será mejor que lo averigües antes de que lleguemos a Lulong- su tono de voz, su postura, sus gestos, absolutamente todo en ella estaba en calma.

-¿Por qué?- el chico no comprendía el comportamiento de Lía, algo en su cabeza le decía que no estaba bien.

-Para que cuides de ella- respondió poniéndose de pie, se sacudió el óxido que había caído en sus pantalones y se dispuso a alejarse.

-¿De qué?- la voz de Lamont fue de comprensión, conocía la respuesta y deseaba equivocarse.

-De mí-.


Fin del primer libro. 

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