Prólogo

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Las grandes historias siempre tienen algo en común: una lucha del bien contra el mal y una solución que radica en el amor verdadero

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Las grandes historias siempre tienen algo en común: una lucha del bien contra el mal y una solución que radica en el amor verdadero. A menudo los protagonistas de aquellas historias son virtuosos hombres de capa y espada destinados a encontrar la felicidad en los brazos de la mujer más hermosa de su tierra, y juntos llevarán paz a su alrededor, aunque la realidad es que ninguno de los dos sabe nada del mundo y en su deseo egoísta de estar juntos las vidas de los demás pasan a ser olvidadas. 

Algo así paso en la tierra en la que nací. Las leyendas cuentan que hace demasiado tiempo, mucho antes de que los humanos prosperaran y eran apenas una mancha en la extensión de Erden, la magia rebozaba en su máximo esplendor, los dragones que surcaban los cielos y las hadas que retozaban en los bosques eran las dos razas supremas que se alzaban por encima de todos.

Los dragones eran majestuosas criaturas llenas de inteligencia y fuerza, su poder iba más allá de los límites conocidos. Las hadas, por su parte, eran hermosas y gráciles, sus habilidades controlando la naturaleza hacían milagros. Quizás lo único que compartían era su fuerte orgullo, ninguno de los dos grupos estaba dispuesto a someterse al otro, por lo que había una constante guerra por el dominio del continente. Y en medio de toda esa masacre se encontraban los humanos, demasiado débiles como para reclamar su lugar entre las grandes bestias, tratados como esclavos solo podían limitarse a complacer los deseos egoístas de los fuertes o morir en el proceso.

Nadie sabe cuándo empezó esa enemistad, ni cuanto tiempo duro, solo que fue lo que lo terminó: el amor inquebrantable de un dragón por una humana.

Sí, suena ridículo que Drakkar, el dragón dorado y heredero de la jerarquía de su especie, se haya enamorado perdidamente de una simple humana al grado de desafiar los ideales con los que fue criado y ceder a los deseos de su amada. Por ella Drakkar y Titania, la reina hada, pactaron una tregua y plantaron el árbol de Yggdrasil como símbolo de la unión de las 3 razas.

Alrededor de Yggdrasil los hijos de Drakkar y Evenrose fundaron el imperio de Iggdrasil y poco a poco todos fueron mezclándose, por fin la paz había llegado a este nuevo mundo.

Pero solo fue por un corto tiempo, después de que los dragones desaparecieran y las hadas se esfumaran, la avaricia y el poder fue cegando a los humanos. Se dividieron en nuevos reinos, pelearon por la tierra y la comida, se olvidaron completamente de su pasado condenando su futuro. Demostrando que los humanos jamás debieron poseer el poder de las dos razas magistrales.

La corrupción que género esta sed de poder alcanzo rápidamente a la familia imperial de Iggdrasil, quienes alguna vez fueron gobernantes justos y benévolos, se transformaron en el veneno que acabo con el árbol sagrado y que se extendía por todo el territorio. Su punto de declive llegó cuando el emperador Geirstein declaro la guerra al reino de Arcadia.

La guerra entre Iggdrasil y Arcadia llegó al imperio de Castello, sumiendo al mundo en otra era de devastación. Sin embargo todavía había una esperanza, cuando la fe en la sangre de los dragones se estaba perdiendo, nació la primera nieta de Geirstein y trajo con ella la bendición de Drakkar.

Valkiria Idun Yggdrasil fue la que salvo a su familia de la ruina, ella tenía todo el potencial para convertirse en la unificadora del mundo. Y así fue durante mucho tiempo, hasta que la desgracia la alcanzó, y su madre fue acusada de intentar envenenar a su padre. Esa trágica noche ella desapareció junto a sus hermanos y su madre.

Han pasado 6 años desde aquel suceso y nadie los encontró, simplemente es como si la tierra se los hubiera tragado. Poco a poco sus partidarios se fueron olvidando de ella, y todos la culparon, enterrando su nombre en el deshonor.

Solo la casa Westberg ha mantenido su juramento de lealtad, esperando el día en que Valkiria regrese a sentarse en el trono que por derecho le corresponde y ponga orden en Iggdrasil, antes de que destruya al mundo.

Pero quizás ese día jamás llegué. 

Cenizas de Dragón, HerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora