Parte 5

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Estaba enfadado desde esa noche.

Ella le huía.

Ciertamente podía decir que tenía un motivo legítimo para repudiarle, pero no se le había ocurrido nada más.

Quizás, no estaría tan enfadado si no lo hubiera disfrutado tanto.

Pero en el nombre del señor,... ¿Qué hombre no se hubiera deleitado con semejante boca?

Sus labios carnosos tenían el tamaño apropiado para sus labios demandantes, al tiempo que eran suaves y cálidos, con una lengua de terciopelo que bailo en perfecta sincronía con la suya, durante unos cortos instantes.

Afortunadamente ella, apretó las manos sobre su pecho para separarle o quizás hubiera perdido la cordura y la educación, para asaltarla plenamente.

Así que ahora cuando la veía desde lejos su mente gritaba... beso¡¡ y tenía que apretar los puños cuando ella cambiaba de dirección para no cruzarse siquiera con él.

Se lo merecía, pero....no estaba contento.

#-Estas listo?

Lo cierto es que le hubiera gustado decirla un par de palabras de despedida, aunque quizás era mejor así, porque si ella le mandaba al carajo o le despedía fríamente, sería un golpe para su autoestima.

Salieron de las inmediaciones de la zona neutral, tenían una misión.

Cabalgaron gran parte del día a un trote ligero, pero cómodo para no agotar a los caballos. Por la noche, entraron embozados en una posada, supuestamente para pasar la noche. Pero no era una posada cualquiera, era una en concreto, del mismo modo que cuando pidieron un cuarto en la primera planta, con ventana al exterior y chimenea abierta, era por un hecho en concreto.

No subieron inmediatamente. Se dedicaron a aposentar a sus monturas primero, después pasaron a cenar al salón, en donde había pocos parroquianos del lugar y algunos clientes de la posada dando buen homenaje a la comida que servían como complemento al cuarto alquilado.

Aparentemente todo estaba en orden, así que con precaución probaron la comida y tras no encontrar sabor extraño comieron sin tocar el vino.

Eso extraño al posadero, que se ofreció a cambiar la bebida por cerveza y ellos volvieron a declinar, aludiendo que aún les quedaba un largo camino al día siguiente.

Dejaron una propina para el servicio y se dispusieron a seguir su cometido.

Llegaron a la puerta en donde llamaron según el código que les habían marcado y el cerrojo desde dentro sonó al ser descorrido.

El cuarto solo estaba iluminado por el fuego de la chimenea, a cual funcionaba a todo dar.

Sentados a la mesa, estaban las dos personas que habían ido a buscar, pero antes de poder articular palabra, unas sombras se abalanzaron sobre ellos, así que si reflejo fue por supuesta repeler el ataque.

Sacaron su s espadas y comenzaron el contrataque. Sus enemigos estaban también versados en el arte de la guerra, así que solo se oía el entrechocar de los aceros y algún sonido gutural por el esfuerzo físico.

Tropezó con un banquete que alguien había proyectado desde algún punto de la habitación y estuvo a punto de caer, trastabilleando los pies, término agarrado a una redondez cálida. Apenas tardo un segundo en darse cuenta de que era un seno femenino e intento enfocar sus ojos en la persona sobre la que estaba inclinada, pero solo llego a sentir un fuerte dolor en la parte de atrás de su cabeza y fue envuelto por la negrura.

El Cuento de Burbu y SusuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora