EPILOGO

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Le toco tragar saliva varias veces y ponerse un cojín de forma estratégica entre las piernas, cuando sentado sobre la cama, la vio venir caminando despacio hacia el.

El era un hombre de sangre caliente y no estaba muerto, pero si lo hubiese estado, esa belleza radiante, acompañada de esos pasos candentes que hacían moverse las caderas femeninas de una forma especial, le hubieran resucitado.




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FIN.....o no....

El Cuento de Burbu y SusuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora