Parte 7

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Estaba loca, decididamente e irremediablemente.

Que impulso la había hecho besarle?

Ahora pensaría que ella también estaba atraída por él, y no era así.

Pero...

Realmente no era así?

Disfrutaba del tiempo que pasaban juntos, se preocupaba cuando sabía que estaba fuera realizando alguna misión, era fácil de hablar con él, y también una alegría para sus ojos....recordaba la vez que sin pudor ninguno, se despojó de la parte superior de su ropa para lavarse en un cubo de agua limpia tras un entrenamiento y lo cierto es que había mirado y mirado sin apartar la mirada, todos los ángulos que formaban sus músculos.

Tenía que reconocer que quizás si estaba interesa, incluso quizás...-suspiro- había comenzado a desarrollar sentimientos por él, pero debía de asfixiarlos y rápido.

No podían estar juntos.

Pertenecían a dos mundos opuestos y casi siempre enemigos.

Decidió que ya no lo huiría más, pero no le dejaría avanzar tampoco, ella no era un cobarde, pero no iba a sufrir más de la cuenta.

Así que esa tarde no acudió a la cita que tenía con él para dar un paseo por la laguna, ya que según sus compañeras era un destino de parejas, las cuales usaban los juncos altos para esconderse y besuquearse.

Por Ala...-se daba aire con la mano- se había acalorado solo de pensar en estar tumbada entre los juncos con la ropa floja y el tumbado a su lado.

En vez de eso, acudió al cuarto común y se puso ropa para montar. Salió todo lo rápido que su animal podía correr, agachada sobre su cuello para tener menos resistencia y estar lo más lejos posible de la laguna a la hora indicada.

Su caballo en esta ocasión fue un aliado traicionero que la llevo directamente al lugar que ella quería evitar.

Lo freno en seco e intento otear entre los juncos por si el estaba allí y podía ver como se alejaba.

Se aupó sobre los estribos pero no vio nada, manejo las riendas de su montura dispuesta a irse antes de ser vista, solo para encontrarse de frente con él, que la miraba extrañado.

*-Te marchabas?

Ella sacudió afirmativamente la cabeza.

*-No he llegado tarde.

Ella le miraba sin contestar, testaruda.

*-Entiendo. Has cambiado de opinión.

Podría saber el por que?

Ella seguía sujetando las riendas de su montura fuertemente, transmitiendo tensión al animal que pronto empezó a piafar, por lo que el desmonto y con sus propias riendas en la mano, alcanzo el bocado de la nerviosa montura y la acaricio la cabeza en un intento de tranquilizarla.

*-Que ocurre? Que hice que te desagrada tanto?

**-No eres tú y tampoco soy yo, es nuestra situación. Me niego a seguir enamorándome de ti. Tienes que entenderlo....Eres un cristiano¡¡ y yo soy una sarracena. No puedo pedirte que vengas al Islam porque yo no me haría cristiana tampoco, así que uno de los dos tiene que parar esta locura, antes de que nos hagamos daño.

Azuzo al caballo l cual avanzo desasiéndose de las manos masculinas para salir en un trote ligero.

No quería ver la cara masculina triste y dolida tras ella.

Pero si se hubiera dado la vuelta, habría visto un rostro decidido y sonriente en vez de triste...

El Cuento de Burbu y SusuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora