Parte 8

31 7 0
                                    


Era difícil. Parecía que cuanto más se empeñaba ella en cerrar su corazón, más encantador era él.

No es que la persiguiera, no es que pasaran más tiempo juntos que antes, si no que cada cosa que hacía o decía, era un completo acierto que hacía que su aprecio creciera más.

Cuando su grupo llegaba a la zona dedicada para los entrenamientos, el grupo del salía de entrenar, y no podía dejar de ver, como se quitaba su camisa, cogía el cubo de agua fresca y se lo volcaba por encima, haciendo que su cabello oscuro reluciera con el sol, al tiempo que la resultaba imposible no admirar el curso del agua mientras que bajaba por su cuerpo hasta ser adsorbido por el tejido de sus pantalones haciendo que su trasero se marcara de forma pecaminosa.

Ser consciente de que estaba enamorada de él, la hacía ser consciente de que no podía dejarse vencer.

Estaba convencida de que él se sentía atraído físicamente por ella y esa era la única razón por la que la perseguía. Había encontrado un juguete nuevo.

Días después mientras entrenaban, se sugirió hacer unas peleas a cuchillo y las parejas se hicieron por sorteo, así que maldijo su suerte cuando la toco contra el.

Les entregaron una ramita de álamo, para sustituir las armas y les explicaron las normas. Cuando por fin les toco a ellos la gente ya estaba aburrida de mirar.

Eso él lo aprovecho para tocarla de más, estaba segura.

Cada vez que la alcanzaba en vez de la rama usaba sus dedos, poniéndola más y más nerviosa, haciendo que tuviera más fallos y eso provocaba que la tocara más.

**-Quieres dejar de hacerlo?

*-No sé a qué te refieres.

**-Me estas tocando y preferiría que no lo hicieras.

El mostro su confusión con la expresión de su rostro.

**-Deja de tocarme con tus dedos, tiene la ramita para eso.

*-No pienso arriesgarme a clavarte la rama y hacerte un arañazo en esa piel que adoro.

Inmediatamente ella comenzó a ponerse colorada, aunque sería difícil distinguir si era a causa de la vergüenza o del enojo.

Si uno se fijaba bien, podía verse el humo saliendo de su alrededor.

*-Contrólate burbuja o explotaras delate de toda esta gente.

Ese comentario fue la gota que pudo con ella.

Se abalanzó sobre él y le tiro al suelo usando una técnica de zancadilla y empujón.

**-No todas las mujeres disfrutamos cuando recibimos atención no deseada.

*-Te lo voy a decir en un susurro, hoy y siempre te lo susurrare, eres adorable burbu.

**-Y tu un arrogante presumido susu.

Se marchó dejándole tirado en el suelo riendo a mandíbula batiente.

Su plan iba bien, muy bien, solo era cuestión de ser más paciente que ella.

El Cuento de Burbu y SusuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora