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— ¡Soy inocente!

Gritó desesperada pero los insultos y acusaciones de las personas opacaban su suplicante voz.

—¡¡Escuchen como habla el demonio!! ¡¡Su alma debe ser castigada!!!

—¡Quemenla en la hoguera!!

—¡¡Deben matarla!!

—¡¡Lleven a la bruja a la hoguera!!

Su rostro ensangrentado en demasía salpicaba el suelo mientras era amarrada a un tronco. Cada párpado de sus ojos estaban hinchados y morados después de recibir fuertes golpizas por pueblerinos que no conocía. 

—¡¡Yo soy inocente, no saben lo que hacen!! —insistió, sus pies poco a poco se lastimaban hincándose en la cortante paja que reposaba debajo de ella—. ¡¡No lo hagan, soy inocente!!

El anciano agarró fuertemente una antorcha y la tiró a la hoguera, dejando que el fuego abrace cada extremo de la paja. La ardiente tortura apenas comenzaba y los gritos de Mikasa desgarraban su alma pedazo a pedazo sin piedad alguna.

—¡¡No!! ¡¡No quiero morir!! ¡¡Lucifer, sálvame!! —El fuego quemó su vestido blanco y prosiguió con todo su cuerpo. Como última voluntad, sus ojos grises divisaron débilmente la silueta de una mujer de cabello corto anaranjado que pasaba desapercibida entre los pueblerinos—. Lucifer…

Susurró. Y antes de morir, alcanzó a leer los femeninos labios repetir la frase "Él no vendrá a salvarte"

— ¡Mikasa! ¡Mikasa!

Un chico clamaba su nombre desesperado. Mikasa no tardó en identificar a quién le pertenecía esa voz. 

—¡No! ¡No! —se sobresaltó del susto, incorporándose alerta ante cualquier amenaza que se le presentara.

Si no se hubiera encontrado con los ojos celestes de su amigo Armin, y de no ser por su llamado, Mikasa seguiría sintiendo en carne viva esa pesadilla que todas las noches la atormentaba.

—Mikasa ¿estás bien? —Armin expresó preocupación—. Otra vez la misma pesadilla ¿verdad? 

—Si —se destapó para permitirse comprobar que su cuerpo no estaba quemado. Aún podía sentir un extraño ardor sobre sus piernas—. Todas las noches es lo mismo ¿cuándo acabará?

Armin, parsimonioso, le acarició la espalda para tranquilizarla y la ayudó a sentarse al borde de su cama.

—Solo fue una pesadilla, debes estar muy estresada —ahora su amigo acopló su pálida palma sobre su frente, corroborando que no tuviera fiebre—. Eren está esperando en el comedor. 

—Sigue insistiendo en la cosecha ¿no es así? —ahogó un bostezo—. Mi madre y él mantienen la fe de que todo volverá a la normalidad.

—Y no es el único —Armin ahora se sentó a su lado—. Tú padre también mantiene esa esperanza…pero las cosechas jamás darán frutos. Todo por culpa de la Masacre del…

Mikasa lo interrumpió susurrando un "Shh". Después se puso de pie y miró por la única ventana de su habitación, aquella que daba al bosque. Por un momento imaginó la presencia de Lucifer parado junto a un árbol, clavando sus ojos rojos en ella pero no. Lucifer había desaparecido, no estaba allí y jamás volvería a desperdiciar su tiempo ayudando a una humana.

— No está permitido hablar de ese suceso, si la iglesia se entera pueden sacrificarnos.

El silencio de Armin fue suficiente para que Mikasa entendiera lo apenado y decepcionado que estaba por tener que vivir de esa manera. La cruda realidad era que todas las familias pasaban por la misma situación. 

NO ME AMES MIKASA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora