XIV

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En el principio de la humanidad

El Reino celestial. Sitio donde habita la paz. Donde los arcángeles vigilan la tierra y donde los angeles cumplen sus misiones. Dios omnipotente reina con justicia y perdona todos los pecados humanos.

La armonía no debían ser interrumpida en el cielo. Por esta razón existían reglas estrictas que los ángeles debían cumplir para mantener el orden.

-No desobedecer las ordenes del Creador.

-No cuestionar su ideología.

-No enamorarse de un humano.

-No enamorarse entre ángeles sin antes obtener la bendición del Creador.

-Un Angel no puede matar a otro porque será considerado traición.

-Un Angel no debe recibir ayuda en una misión, pero si un humano decide hacerlo, este no puede negarse.

-Si un humano decide ayudar a un ser celestial. Este debe morir para ser recibido como un nuevo Angel en el cielo.

Pero el orden no duró para siempre. Lucifer desobedeció las primeras dos reglas sin arrepentimiento pero al ser un Ángel perfecto, sinonimo de belleza e inteligencia. Dios ignoró su soberbia—la cuál impidió su posición en el cielo—decidiendo condenarlo a reinar el infierno por toda la eternidad.

Luego de la partida de Lucifer, el Creador pensó tener todo bajo control. Pero varios ángeles comenzaron a revelarse. Algunos por las misiones sin descanso y otros simplemente por enamorarse de humanos.

Pero nadie imaginó que uno de sus hijos se enamoraría del rey del inframundo. Esto despertó la mayor ira de Dios y ahora debía imponer la condena sentado desde su trono. Pero no debía juzgar a un ángel, sino a dos.

Uno condenado por amor y el otro por envidia.

Mantuvo un silencio prolongado observando como dos de sus hijas se encontraban arrodilladas con la mirada baja puestas en las cadenas que rodeaban sus muñecas. Detrás de ellas, los arcángeles vigilaban a las prisioneras para que estas no huyeran.

Una de las cosas que el Creador odiaba, era cortar las alas de sus hijos pero no tuvo más remedio que hacerlo.
Tenía la esperanza de que alguna se arrepintiera de sus acciones pero al notar que ninguna lo hizo. Se dispuso a hablar.

—Es imperativo desobedecer las reglas. Cuido de mis ángeles ofreciéndo una vida pacífica en el cielo pero ¿A que precio? ¡Ustedes solo desobedecen mis ordenes olvidando quién es su Creador!

— ¿A que precio? Me parece muy egoísta de su parte que solo piense en si mismo —El Angel de cabello azabache alzó la mirada expresando su desacuerdo mientras el otro que se encontraba a su lado se mantenía en silencio.

—Yo pienso en todos mis hijos. Ustedes son importantes para mi , siempre y cuando obedezcan mis leyes

—¿Leyes? A usted solo le importa su poder. ¿Acaso se toma el tiempo de observar la vida humana? ¡Ellos también son importantes! —cuestionó—. Pero usted en lugar de ayudarlos solo los condena a vidas miserables con el fin de que se arrodillen implorando su perdón...

—No tienes permitido cuestionar mi trato con los humanos —Dijo tratando de no perder la paciencia desde su trono-.

—Como lo esperaba, no cuestiona mis argumentos porque sabe perfectamente que tengo razón.

NO ME AMES MIKASA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora