Capitulo 5- Accidente.

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Desde que se habia mudado con Lizzy, nunca se habia sentido tan feliz. Al comienzo estaba intranquilo pensando que, si hacia algo que no le gustara a Lizzy, ella lo dejaría con sus tíos nuevamente. Intentaba no pedirle casi nada y siempre obedecerla. Pero siempre Lizzy le pedía que le escogiera por su cuenta o le preguntaba su opinión sobre algunas cosas, como: las comidas, que le gustaría vestir o que le gustaría jugar.

Cuando más tiempo pasaba con ella, me sentía más seguro y ya no tenía tanta vergüenza de pedir algo. La primera vez que le pedí algo a Lizzy, ella parecía muy feliz, así que empecé a pedirle bocadillos o hacer alguna actividad juntos.

Era muy divertido jugar con Lizzy.

Siempre tenía un juego nuevo que enseñarle.

Cuando se mudaron y consiguió un cuarto para él solo, su corazón casi se le salía de la emoción. Nunca habia tenido un cuarto tan grande solo para él. Era mucho más grande que el de su primo y ahora era solo para él.

Si bien le habia gustado dormir junto a Lizzy, no quería convertirse en una molestia.

Su cuarto lo habia decorado como más le habia gustado, de un color azul claro y algunos muebles de madera para su ropa y los juguetes que Lizzy le habia conseguido. Si bien ya se consideraba un chico grande, Lizzy le habia conseguido un peluche en forma de un perro negro. Era su juguete más preciado, ya que fue el primer peluche que le habia dado Lizzy.

Su nuevo vecindario no era tan bonito como el anterior, pero tenía su ¨encanto¨. La casa estaba cerca de un parque, en donde varios niños salían a jugar. Aun no habia salido a jugar, pero estaba ansioso por hacerlo. En donde estaba antes, los niños que había en el barrio, se juntaban con su primo y este les habia dicho que no se juntaran con él. Le decían que era un niño raro y que sus papas lo habían abandonado porque era raro. Al inicio le dolía mucho sus comentarios, pero con el paso del tiempo, simplemente dejo de ir al parque y se quedaba con su tía petunia en casa.

Después de unos días de habernos mudado, Lizzy dijo que teníamos que saludar a los vecinos y que tendríamos que darles un regalo para hacer una primera buena impresión.

Lizzy le dio a escoger entre algunas recetas, y escogió la que más le gustaba. Un rico pastel de carne. Lizzy le habia dicho que podía ayudarla haciendo la masa mientras ella preparaba la carne. Así que se paró en una silla y con sus pequeñas manitas, empezó a amasar la masa en la mesa. Habia sido un trabajo duro, pero le gustaba como se sentía la masa entre sus manos y el olor que desprendía.

En un momento que habia volteado hacia arriba, pudo ver por la ventana que daba hacia la casa de al lado, como un hombre estaba dentro de esta y se servía él te mientras agitaba un palo. Le habia parecido extraño, pero no lo cuestiono. A algunos adultos les gustaban jugar como si fueran niños; como su tío, que coleccionaba carritos de juguete, pero nunca jugaba con ellos.

Sin tomarle mucha importancia, siguió haciendo su trabajo.

Cuando los pasteles estuvieron listos, Lizzy lo tomo y lo llevo a conocer a sus vecinos. Simplemente podía decir, que sus vecinos no eran muy buenos.

La vecina de alado, era una señora mayor que tenía el cabello gris. Cuando tocaron, la mujer abrió la puerta y les grito que querían. Lizzy hizo su presentación y el también la hizo como la habia practicado mientras le ofrecía el pastel a la anciana, pero esta solo lo tomo y dijo que todo estaría bien mientras me decía que no quería verme rondando por su casa, para luego cerrar la puerta de golpe.

Pensó que habia hecho algo mal. La anciana tenía la misma mirada que tenía cuando su tía petunia lo regañaba por ser raro, así que agarrando el dobladillo de la blusa de Lizzy, pregunto

Maestra MuggleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora