—¿De verdad crees que Michi y Reich podrán hacerse amigos? —preguntó Italia, sin estar muy seguro de si aquella era una buena idea—. No tienes ni idea de lo hosca y agresiva que es esa gata.
—Bueno, quizás en su pequeño corazón haya sitio para excepciones. Quién sabe, quizás tan solo es así con los humanos —respondió España, depositando el maletín de Michi en el suelo. Italia no quiso insistir, pero desde lejos ya veía que aquello no podía salir bien.
Dejó que el gato del español saliera de donde se encontraba y olisqueara la casa durante casi cinco minutos, tiempo que los dos países dedicaron a buscar a la gata del italiano, que no podía estar muy lejos.
La encontraron bajo la cama de Japón durmiendo. Apenas Italia se asomó por debajo para mirarla, la felina le bufó con desagrado y retrocedió un poco. El más alto se rio un poco antes de volver a levantarse.
—Sí, bueno, qué bien que ahora nos toca sacarla de ahí abajo si queremos que...
—No puede ser tan difícil —interrumpió España, con algo de esperanza. Levantó la manta de la cama de Japón y se agachó para poder mirar mejor a Reich, que continuaban debajo del colchón y sin ningún aspecto de querer salir de donde estaba.
—Déjame a mí —pidió Italia, agachándose también. No quería que su mascota se pusiera aún más agresiva y le hiciera daño a España.
—No —respondió el español, con dureza—. ¿Lo ves? A mí no me bufa.
Era verdad. Por increíble que pudiera parecer, Reich no retrocedía ni se molestaba cuando era el menor el que le acercaba los brazos para tocarle. Italia se quedó observando, esperando a que en cualquier momento, su gata volviera a ser la de siempre y agrediera al español. No es que lo deseara, solamente anticipaba lo que seguramente terminaría ocurriendo.
Nada de eso ocurrió. De hecho, la muy maldita incluso se dejó acariciar un poco por el español antes de que éste le agarrara con cuidado y la sacara de debajo de la cama, cargándola en brazos.
Italia se levantó, tal y como España había hecho anteriormente, y observó a su mascota siendo acariciada por el menor.
Su estado cambió cuando vio a su dueño. Tal y como el italiano esperaba, la felina le bufó y se escapó de los brazos de España, arañándole, para huir hasta la otra punta de la habitación. Le volvió a bufar.
—Vale, entonces es un problema personal que tiene conmigo —resopló el más alto. ¿Por qué su estúpida gata quería más a España, al que había visto muy pocas veces (o nunca) más que a él, que era su dueño?
—Entonces, sal de la habitación —pidió España, con calma—. Yo la agarraré y luego iré al salón con Michi.
—Está bien —respondió Italia. Antes de darse la vuelta, miró una última vez al español, con un pequeño sonrojo en las mejillas. Se sintió muy tonto—. Hum... Gracias por ayudarme con Reich.
Huyó de ahí tan rápido como pudo antes de que el menor pudiera responder nada.
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𝗔𝗺𝗼𝗿𝗼𝗺𝗲𝘁𝗿𝗼 ♥︎𓆉︎♥︎ España x Italia
Romance➪ ¡ 𝗘𝗹 𝗺𝘂𝗻𝗱𝗼 𝗻𝗲𝗰𝗲𝘀𝗶𝘁𝗮 𝗺𝗮́𝘀 𝗘𝘀𝗽𝗮𝗻̃𝗮 𝘅 𝗜𝘁𝗮𝗹𝗶𝗮 !