Amor borroso | Hange Zoe

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Pov Hange:

–¡Hola enano!–dije tras dar un ligero portazo.

–Tsk, ya te he dicho millones de veces que no me llames así, cuatro ojos–.

–Bueno, tu me llamas cuatro ojos y yo enano, ¿cuál es el problema?–hablé bromeando.

–¿Para que se supone que has venido?–preguntó el azabache sentándose en uno de sus sillones de terciopelo.

Yo imité su acción para posteriormente decir:

–¿(n) es lesbiana?–solté sin rodeos.

Levi, con sus semblante serio y su mirada fija en mi, levantó una ceja.

–Creo que sí, ¿por qué?–.

–Solo curiosidad, y...¿sabes si le gusta alguien?–pregunté mirándolo.

–¿Por qué directamente no se lo preguntas a ella?–.

–Porque me da pena...–confesé llevando mi vista hacia mis simples zapatillas.

Él simplemente suspiro para después decir:

–No me dijo nada referido a ello, pero realmente no creo que tengas solo "curiosidad" por saber su sexualidad y si alguien le gusta–dijo haciendo comillas con sus dedos en la palabra "curiosidad".

–Me has pillado...–me sinceré–¡Ahh, pero es que estoy muy confundida!–exclamé llevando una de mis manos a mi cabello–No sé si (n) me gusta o es solo atracción...¿Cómo me aseguro de si de verdad estoy enamorada de ella?–pregunté desesperada.

–No lo sé Hange...Eso lo tienes que descubrir por tí misma–dijo.

Yo simplemente solté un suspiro de cansancio.

–¡¿Por qué el amor es tan complicado?!–.

–Porque nada es fácil, Hange–.

Pasaron los minutos y ninguno de los dos volvió a hablar, haciendo que nuestras respiraciones fuese lo único que se escuchase.

Pov (n):

–Pero entonces, ¿te gusta o no?–preguntó la castaña para que segundos después llevase un trozo de comida hacia su boca.

–¡No lo sé!, ¿cómo sé si me gusta alguien?–pregunté dejando reposar mi cabeza sobre aquella mesa de plástico.

–A ver, no soy muy experto en el amor pero–comenzó a hablar Connie con una sonrisa pícara–por cómo reaccionas cuando se trata de Hange, yo creo que sí que estás enamorada–afirmó mientras elevaba su dedo índice.

–Pero que vas a saber tu de amor si nunca te has enamorado–protestó Sasha dejando de comer solo para contestar a Connie.

–Lo mismo digo de tí–contratacó el chico.

–La comida cuenta a si que, sí que me he enamorado–.

–¡La comida no cuenta!–exclamó Connie elevando ahora sus dos brazos.

–Chicos, ya basta–encaró Jean–(n)–me llamó mientras me daba ligeros toques en mi cabeza.Ante ello, la levanté lentamente mirándolo con un semblante desesperado y cansado.

–Me duele darle la razón a Connie, pero él está en lo cierto, si de verdad sientes aquello por Hange puede ser que de verdad te guste–explicó aún con su mano sobre mi cabeza.

–Sí, pero eso lo tienes que descubrir por tí misma, según vaya pasando él tiempo, tus ideas se irán viendo más claras y entonces ¡lo sabrás!–exclamó con emoción la castaña con una sonrisa.