Amor borroso | Hange Zoe

XVI

Había pasado una semana de lo anterior sucedido, estuve visitando a Hange durante estos días, y podría jurar que se veía más delgada.

Había perdido algo de peso.

Y unas terribles ojeras se encontraban descansando debajo de sus ojos.Me contó que estos días no pudo dormir bien.

Esperaba de todo corazón que el tratamiento hiciese efecto, y que todo volviese a ser como antes.

Los cortes de su brazo ya estaban mucho mejor, al igual que la herida de su ojo.

La mala noticia es que la herida fue tan profunda que es posible que pierda algo de visión en ese ojo.

Si tan solo aquella chica, Pieck, simplemente hubiese seguido con su vida, nada de esto hubiese pasado.

Y por supuesto que no me hiba a quedar de brazos cruzados.

Todo esto podía ser denunciable, y lo único que tenía que hacer era ir a la comisaría de policía, demostrar las pruebas, y Pieck se metería en un gran problema.

Y exactamente eso es lo que hice.

Si aquella mujer pensó que se iba a librar de este asunto tan fácilmente, estaba muy equivocada.

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Con una leve sonrisa, entré a la pequeña habitación de hospital.

–Hey...¿Cómo te encuentras?–pregunté sentándome en el pequeño sillón situado al lado de la camilla.

–Creo que algo mejor...Pero sigo sin poder dormir bien del todo–confesó.

Yo simplemente asentí, entrelazando nuestras manos, dije:

–No te desanimes, mira, para que no te aburras tanto en este lugar he pensado que podíamos ver una película en el portátil–mencioné posicionándolo sobre la camilla.

–Eso estaría bien...–habló formando una sonrisa reconfortante.

Encendí el portátil y comenzé a teclear.

–¿Te apetece ver ésta?–.

–Edward Scissorhands...Parece interesante.–dijo observando la portada de la película.

–Sí que lo es, yo ya le he visto más de tres veces, es una de mis favoritas–mencioné para después darle al play.

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Una mano me zarandeó, sin darme cuenta, me había quedado dormida.

–Perdón...Me he quedado dormida–.

–No te preocupes, yo no puedo dormir bien pero me alegra que tú sí, oh, y la película ya ha acabado–mencionó señalando a la pantalla en los cuales aparecían los créditos.

Llevé mi vista hacia el portátil y observé la hora.

19:14 pm.

–Se está haciendo tarde...Creo que debería volver a casa–mencioné.

La castaña asintió para después dejar un delicado beso en mis labios.

Minutos después, salí del hospital y un viento frío me recibió.

Caminé hacia la parada del autobús, y simplemente, esperé a que este llegase.

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