XVII

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Tiempo después

Me encontraba revisando algunos proyectos que tendría que hacer próximamente, escuchando de vez en cuando como algunos rayos caían.

De pronto, oí como la puerta principal fue abierta y segundos después cerrada.

–¡Hola!, ¿qué tal te fue en el hospital?–pregunté elevando mi tono de voz para que la castaña me pudiese escuchar.

Ella, vino casi corriendo hacia donde yo me encontraba con una sonrisa inmensa.

–¡El cáncer se ha ido!–dijo elevando los brazos con total felicidad.

Por mi parte, unas lágrimas traicioneras se estancaron en mis ojos mientras una sonrisa se plasmaba en mi cara.

No lo pensé más tiempo y me abalancé sobre ella, haciendo que acabaramos en el suelo.

Pero no me importó.

Estaba feliz.

Estábamos felices.

–Sabía que podías superarlo, estoy muy muy feliz por tí, cariño–dije abrazándola aún en el suelo.

–Y yo estoy muy feliz también por el hecho de que estuviste conmigo en todo momento, y no me abandonaste–hizo una pausa–gracias...–finalizó para después plantar un tierno beso en mis labios.

Con tranquilidad, nos levantamos del suelo.

–Quiero hacer una cosa–dijo la castaña entrelazando nuestras manos mientras nos dirigiamos hacia la habitación.

Una vez allí, se detuvo enfrente de la cómoda, se puso de cuclillas, y comenzó a sacar innumerables paquetes de tabaco.

–No sabía que tenías tantos paquetes guardados–mencioné.

–Tengo tantos porque los compré semanas antes de la crisis–habló terminando de sacar todos.

–¿Me ayudas a cogerlos?–preguntó agrupando los paquetes.

Yo asentí para ponerme de cuclillas y coger la mitad de ellos.

Aún lloviendo, no nos importó salir afuera.

Con los paquetes entre los brazos, nos dirigíamos hacia el cubo de basura más cercano.Como pude, abrí la tapa y comenzamos a tirar paquete por paquete, hasta que no quedó ninguno.

Nos miramos y sonreímos.

–No te voy a pedir que pares de fumar, ya que no es mi decisión, pero te pido que porfavor no fumes más de lo devido–dijo la castaña dándome la mano.

–Lo prometo–afirmé.

A pasos lentos, nos dirigímos a casa.

–Estoy muy orgullosa de tí, por vencer al cáncer y por dejar de fumar–mencioné mirándola de reojo–te quiero mucho–.

–Yo más–dijo dándome un rápido beso en la mejilla.

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Narrador omnisciente:

Todo continuó como siempre, y ahora las dos chicas estaban mejor que nunca.

Quizá todo este tema del cáncer que padeció la castaña pudo haberse leído muy rápido, pero para (n) y Hange fue un sufrimiento interminable.

Dejemos de hablar de desgracias y resumamos un poco los últimos días de las dos jóvenes.

La felicidad las consumía, y con ella, bailaban al ritmo con las diferentes canciones de Queen, siendo escuchadas por aquel vinilo.

Pero ellas no eran las únicas felices, además de sus amigos y conocidos, el pequeño Sawney también estaba feliz, sí, aquel pequeño gato el cual fue el causante de que la relación de amistad entre (n) y Hange se intensificáse.

Y como no mencionar a aquella chica, Pieck.

Por supuesto que acabó recibiendo su denuncia.

Desde aquel momento, no volvió a dirigir palabra a ninguna de las dos chicas.

📷☕

El tiempo siguió corriendo hasta que se detuvo en un 29 de abril.

Los pájaros cantaban mientras el viento soplaba.

Aquel día, la castaña tenía una bella sorpresa para su amada.

La había citado en aquel lugar donde se declaró y donde ocurrió su primer beso.

Zoe, estaba demasiado nerviosa para poder actuar con normalidad.

Y solo deseaba que cuando fuese el momento indicado las palabras no se atascasen en su garganta.

Algunos pasos fueron oídos en el césped, por lo que la castaña dió media vuelta, encontrándose con aquella chica la cual había robado su corazón.

Una vez estuvieron lo suficientemente cerca, (n) preguntó:

–Bueno...¿Qué querías decirme?–.

Ella también estaba nerviosa, ese era el efecto que Hange la provocaba.

La castaña dió dos pasos hacia atrás y lentamente se agachó sacando un pequeño objeto de su bolsillo.

–(n) Smith...¿Quieres casarte conmigo?–.

(n) se llevó una de sus manos hacia su boca, estaba demasiado sorprendida pues se esperaba de todo menos esto.

–Sí, sí quiero–completó por fin, abrazando con fuerza a la castaña.

Todo había ocurrido muy rápido, pero ya sabéis, estabais leyendo el como estaban dos chicas fuera de un bar fumando y ahora pestañas y de pronto, una de esas chicas le pide a la contaria la mano.

Ha sido una bonita historia, con momentos devastadores, graciosos, reconfortantes y sobre todo, acogedores.

Pero así es como se forma una historia de dos almas que estaban destinadas a estar juntas.

Y siempre recordad esto queridos y queridas lectoras/es:

Un amor se puede ver borroso, pero si lo enfocas se puede ver más claro que la primera vez.

Porque, quien sabe.

Tal vez alguien especial puede llegar a ser tu Hange.

Al igual que tu puedes ser la (n) de alguien y salvar su vida.

Bueno, este parece ser el final de todos estos sucesos.

Quizá nos podamos volver a encontrar en otra realidad.

-Luhan-

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Amor borroso | Hange Zoe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora