VI

320 29 7
                                        

Los meses pasaron dando paso a la llegada de la primavera.

Distintos tipos de flores de distintos tipos de colores comenzaban a florecer en el jardín trasero de mi pequeño hogar.

No hacía falta regarlas pues la constante lluvia ya lo hacía.

Con tranquilidad, salí de casa y con la llave en la mano, cerré la puerta para posteriormente girar sobre mi eje y guardar aquel pequeño objeto en uno de los bolsillos de mis tejanos.

Sin querer ir a algún lugar específico, comencé a caminar por aquella acera hecha de adoquines.

Pero mis andares no duraron mucho pues cesé mi caminata al encontrar a cierta chica de lentes frente a mí.

–Hange, no esperaba verte por aquí–mencioné.

Ella soltó una risa nerviosa y dijo:

–¿Vas a algún lugar?–.

–No, solo paseaba, ¿y tú?–.

–Igual, oye, ¿te parece si paseamos juntas un rato?–preguntó comenzando a sacar un cigarrillo de su respectiva caja.

–Claro–afirmé comenzando a caminar de nuevo.

Encendió su cigarro a la vez que miraba de un lado a otro.

Yo me percaté de su extraño  comportamiento y enseguida pregunté:

–¿Está todo bien?–.

Me miró de reojo y dijo:

–Oh, sí descuida–.

Asentí con mi vista fija al suelo.

Sin previo aviso, Hange entrelazó nuestras manos para comenzar a caminar algo más rápido que antes.

Fruncí el ceño confundida.

De pronto, Zoe detuvo su caminata haciendo que me detuviese de golpe.

–¿Qué está ocurriendo?–pregunté confundida a la vez que miraba con atención sus acciones.

Pude observar que estaba mirando a un punto fijo por lo que llevé mi vista hacia allí.

La misma chica de nuevo–pensé.

–Mierda...–susurró la castaña mientras ejerció más fuerza en nuestro agarre.

La peli negra se percató de nuestra presencia y llevó su mirada hacia nosotras.

Sus labios se curvaron formando una leve sonrisa y dijo:

–Hange...No esperaba encontrarte por aquí...Pero veo que tienes compañía–esta vez, sus ojos se posaron en mi causando que un rápido escalofrío atravesara mí cuerpo–¿cómo se llama tú acompañante?–dijo en un tono algo sarcástico.

–No es de tú incunvencia–sentenció la castaña frunciendo el ceño.

–Bueno, bueno, no hace falta que seas tan dura conmigo...–habló mientras levantaba sus dos brazos indicando su derrota.

Segundos después, la peli negra a pasos lentos, se acercó a nosotras causando que Hange retrocediese.

En cambio, yo me mantuve estática en mí posición, aún con la mano de Zoe unida a la mía.

A escasos centímetros de mi rostro, la azabache con su sonrisa burlona, susurró:

–Que ni se te pase por la cabeza entablar una relación con Hange, porque ella, sigue siendo mía–.

Tras decir aquello, dió media vuelta y se alejó del lugar.

Anonadada, dirigí mí vista hacia la castaña quien se encontraba aún con aquel cigarrillo en la mano que tenía libre.

Amor borroso | Hange Zoe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora