VIII

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Pasado en cursiva.

Pov Hange:

Llevaba en aquella fiesta hace más de dos horas.Perdí la cuenta de cuantas cervezas llevaba, pero asumía que más de tres seguro.

De pronto, una chica un poco más baja que yo y con pelo azabache, se acercó hacia donde yo me encontraba.

–Hola–dijo con una sonrisa pícara.

–Hola–hablé mirándola.

–Soy Pieck Finger, ¿y tú?–.

–Hange Zoe–me presenté.

–Eres muy linda, ¿lo sabías?–dijo de repente la azabache.

Me sorprendí por el comentario tan repentino, y que estuviese algo borracha no ayudaba.

Las dos estábamos borrachas.

Al final, una cosa llevó a la otra y terminamos en su casa.

Ya os imagináis que ocurrió entre nosotras esa noche.

Dos meses después, Pieck me propuso entablar una relación, a lo que yo accedí, muy convencida de que nuestra relación sería sana y bonita.

Algo en lo que me equivoqué completamente.

Pasó el tiempo, once meses para ser exactos, faltaban tan solo dos días para que acabase el año.

En aquel momento, estaba tan ciega por el amor, que no me dí cuenta de que nuestra "relación" era una mierda, si se podría decir así.

En ese onceavo mes pude observar que Pieck estaba más ausente, la veía únicamente por las noches, y en algunas ocasiones ni se daba el caso...

En cambio, cuando estabamos juntas, se comportaba como "siempre", cariñosa y únicamente con ganas de sexo.

Estaba un poco harta de esto.

Aquel mismo veintinueve de diciembre, quise aclarar las cosas y saber porque se comportaba de ese modo.

–Pieck–mencioné.

–Si, cariño–dijo en un tono suave.

–Tenemos que hablar–.

Ella se dió la vuelta, encontrándonos a escasos centímetros de distancia.

Intentó besarme, pero yo giré mi rostro hacia un lado, evitando mirarla, porque si lo hacía, sabía que probablemente rompería en llanto.

–Hey...¿Qué ocurre?–preguntó frunciendo el ceño.

–Pieck...–me atreví a hablar–¿me estás engañando?–.

El silencio se adueñó del lugar.

Pasados unos minutos, la azabache se dignó a hablar.

–Sí–dijo sin más.

Ante eso, me quedé helada durante unos segundos.

–¿Cómo..?–quería seguir hablando, pero Pieck me interrumpió.

–Hace dos meses conocí a un chico, Porco, ese es su nombre–mencionó con una sonrisa cínica–y un mes después comenzamos a salir–.

–¿¡Cómo te atreves a decirlo como si fuese lo más normal del mundo!?–dije mientras las primeras lágrimas recorrían mis mejillas.

–Porque lo es–sentenció.

Amor borroso | Hange Zoe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora