Capítulo 9. El primer encuentro.

3 0 0
                                    


•••┊┊┊💜┊•••┊┊💜┊┊•••


La desesperación me ha estado consumiendo, pues mi paciencia en estos casos ha desaparecido, jamás había querido respuestas de algo tan rápido. El trabajo y los departamentos. Tengo que mantener la calma y no pensar tanto en eso. Y hablando de pensar, tampoco debo de pensar en ese chico, es el mismo, el que me dio el chocolate. Vaya, manera de conocer a alguien.

Suele ser muy extraña la manera en la que conoces a alguien. La primera vez, el primer encuentro, se vuelve muy importante pues siempre regresas al recuerdo de manera constante y por muy loco que sea, siempre se siente la misma emoción del primer instante vivido con esa persona. Aunque sea unos segundos. Y no me refiero a un chico, en general, a todas las personas y en diferentes escenarios.

En fin. El día en la biblioteca fue muy aburrido, por suerte cerramos temprano hoy pero no teníamos permitido salir antes así que acomodamos los libros esparcidos, como de costumbre, en sus lugares. Terminé los libros correspondientes y me dirigí a mi lugar de trabajo para ir por mis cosas. Marco estaba hablando con Caleb, decidí no interrumpirlos y tomar mis cosas en silencio. Guardaron silencio a los segundos y sentí su mirada.

—¿Ya te iras? –preguntó con curiosidad Caleb. Y me gire en mi propio eje.

Asentí y les sonreí. —Si, solo faltan unos minutos y aparte que mi amiga me espera, así que debo de darme prisa –le respondí y el asintió.

—¿Quieres que te lleve? –dijo Marco sonriéndome.

—No, gracias. Prefiero caminar y hacer tiempo en lo que la espero o viceversa –guarde el celular en mi mochila junto con el libro y la botella.

—Bueno. Entonces nos vemos mañana y me saludas a Romina, por favor.

—Claro, yo te la saludo –les sonreí –Nos vemos mañana, chicos.

—Con cuidado –dijeron al mismo tiempo.

Sonreí y comencé a caminar para dirigirme a marcar mi hora de salida. Una vez que la marqué, salí de la biblioteca y el aire frío provoco en todo mi ser un ligero escalofrío haciendo que me quedara inmóvil para disfrutar del aire fresco unos segundos. Las personas iban caminando en ambos sentidos, unas llevaban sus maletines de trabajo y las otras no.

Baje las escaleras y voltee a ambos lados. Empecé con mi recorrido de cada día con bastante tranquilidad a pesar del ruido de los autos. Durante mi caminata sentí una sensación extraña, como si alguien me estuviese siguiendo: me detuve en seco, poniendo mi mochila hacia el frente para disimular buscar algo en ella no sin voltear a los lados y encontrarme con la mirada de él. Esa mirada tan insistente es la misma que había estado sintiendo días atrás en la biblioteca. Es él. Cerré la mochila y volví a poner la correa sobre mi hombro para seguir con mi camino.

Escuche sus pasos detrás mío hasta que se colocó a mi lado. Creí que diría algo, pero simplemente se mantuvo en silencio.

—Puedes dejar de seguirme, por favor –le aclare. No dijo nada y continúo caminando a mi lado. Me detuve y el hizo lo mismo dos pasos delante de mí girándose para verme. —¿Por qué razón me estas siguiendo? –pregunte.

Creí que iba a seguir sin responderme. Abrió la boca y suspiro.

—... Olvide tu nombre. He intentado recordar lo desde ese día que te ayudé en la biblioteca, yo fui quien te dio esa barra de chocolate ¿lo recuerdas? –respondió con tranquilidad. No sabía si decirle la verdad o mentirle, lo recuerdo perfectamente, su voz no es como la de los demás, es única y se quedó grabada en mi memoria. 

Cruce los brazos sobre mi regazo y ladee mi cabeza hacía un lado. —Crees que no me he dado cuenta que llevas varios días observándome entre los pasillos de la biblioteca –me miro sorprendido y tomo otra posición metiendo una de sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—No soy un psicópata. Te estuve mirando para asegurarme de que estuvieras bien, pero no siempre fue así, yo iba a entregar libros que alguien tenía. Y, por otra parte, lo siento por incomodarte –se disculpó argumentando su respuesta. Sonaba a una disculpa sincera.

La gente que pasaba a nuestro alrededor nos ignoraba. Parecía como si solo estuviéramos él y yo, ambos desconocidos.

—No pareces psicópata, pero tienes una mirada tan intensa que en ocasiones me provocaba un poco de miedo –mencione –Y otra cosa –exclame –No debería de estar hablando con extraños, ni mucho menos con alguien que me empujo a una piscina.

Puso los ojos en blanco para después mirarme fijamente. —De nuevo, lo siento –dio un paso hacia mí. En vez de retroceder, di uno hacia adelante.

Lo mire fijamente relamiendo mis labios sin decirle nada. Pues estaba nerviosa.

—Por favor, si aceptas mis disculpas te juro que jamás volveré a ir a molestarte a la biblioteca –dijo sin dejar de mirarme.

—La biblioteca es libre, todos pueden entrar –le respondí. Asentí al minuto y sonreí de lado juntando mis labios –Disculpas aceptadas –faltaba poco para llegar a la parada del bus. Volví a caminar y el me siguió el paso.

Me sonrió mostrando sus dientes. —Seguiré yendo y no solo para adquirir libros ... - hizo una pausa –También iré a verte.

Solté una risita negando, sentí mis mejillas tibias seguramente estaba sonrojada. ¿Me acabo de sonrojar por eso?, vaya. —Y no eres psicópata ni observador, eh. Se encogió de hombros riendo leve.

—No te puedo decir mi nombre porque yo no sé ni el tuyo. Esto es así, todo por igual, tu dime el tuyo y yo te digo el mío –me detuve al llegar a la parada y mirar hacia el fondo para ver si venía el bus y si, se estaba acercando. Saqué rápidamente mi tarjeta para pagar el bus.

—De acuerdo –de nuevo me miró fijamente –Soy Elián. Mucho gusto, chica desconocida.

Soy Elián. Mucho gusto, chica desconocida. Esas seis palabras no dejaron sonar en mi cabeza, pero su nombre me llamo la atención, nunca lo había escuchado.

Le sonreí. —Elián –pronuncie su nombre con lentitud, letra por letra –El gusto es mío. Pero después de esto, tú y yo ya no somos desconocidos ... - hice una pausa y volví a hablar –Este debió de ser nuestro primer encuentro ¿no lo crees?

—Si –respondió rápidamente. El bus se detuvo abriendo sus puertas y bajaron dos personas. Me acerqué y subí dando la vuelta. El continuaba mirándome.

—Soy Anayansi –le sonreí y las puertas se cerraron.



. . . . . . .  💜  . . . . . . . 

Al Fin Te Encontré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora