Capítulo 18. Un intento.

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Creí que todo seguiría normal, que nuestra relación trabajo– amistad no iba a cambiar, pero en realidad todo dio un giro de 180 grados. Por mi parte no lo evite en ningún momento, al contrario, le estuve buscando la cara, pero el de alguna manera me evito estos dos días que pasaron.

Es viernes, ya faltaban tan solo diez minutos para salir, la biblioteca ya estaba en su totalidad vacía a excepción de los trabajadores. Marco estaba cerca de la salida hablando con Caleb muy animadamente. Camine hasta ellos y al verme guardaron silencio.

—Any, hola –me saludo Caleb sonriendo, acto seguido dirigió su mirada Marco.

—Hola –les sonreí. De repente se sintió tenso el momento.

—Olvide que debo llamar a mi mamá, nos vemos afuera Marco –hizo un ademan con su mano y con la otra saco el celular de su bolsillo del pantalón.

Vi como Marco lo observaba molesto, no quería que lo dejara conmigo. Suspire y baje mi cabeza para mirar mis pies.

—A lo que veo no quieres cruzar palabra alguna conmigo, así que ya mejor me voy, venía a pedirte un favor, pero para no hacer esto más incómodo para ti, me retiro –levante la cabeza y me estaba mirando –Nos vemos mañana, adiós –medio le sonreí: me di la vuelta dirigiéndome a marcar mi hora de salida: marqué y camine a la salida. Ni siquiera dijo nada.

Guardé la credencial de la biblioteca y saqué la tarjeta para pagar el bus en lo que iba caminando a la parada para dirigirme a la casa de mi papá por algunas cosas que me hicieron falta aprovechando que nadie esta.

 Al llegar había varias personas esperando el bus. Acerque mi mano para ver la hora, solo tendré una hora para guardar todo y poder salir antes de que lleguen. No preste atención al auto que se detuvo en la acera, yo estaba atenta viendo si el bus venía hasta que escuche mi nombre, reconocí su voz, era Marco. Me incline un poco para asegurarme que era él: bajo el vidrio.

—Sube –ordenó, pero su tono de voz fue gélida.

Crucé mis brazos y negué repetidas veces.

Soltó un bufido. —Por favor sube, te llevare a donde necesites ir.

—No gracias, tomare el bus –respondí observando hacia donde mismo en la espera del bus.

—Any, te juro que bajare y te subiré, no importa armar una escena en frente de esas personas –menciono ya enfadado por qué no le hacía caso a sus órdenes.

No puede quedarse por mucho tiempo estacionado. No lo creía capas de bajarse del auto, hasta que escuche que cerraba la puerta. Se acercó a mi: deshizo el cruce de mis brazos y me tomo de la mano. Lo mire seria y suspire de nuevo.

—Lo siento, por favor, sube al auto –su voz cambio de gélida a suave.

—Bien –lo solté y caminé al auto abriendo la puerta: subí y cerré esta.

Rodeo el auto para montarse e irnos. Se coloco el cinturón de seguridad y arranco el auto. Fije mi mirada en la calle y carraspeo su garganta para poder hablar.

—¿A dónde necesitas que te lleve? –preguntó. Sentí su mirada.

Me gire un poco acomodando mi mochila sobre mi regazo y lo mire. —A casa de mi papá, por favor, si no es mucha molestia.

El asintió, recargo su codo en la ventanilla y con su dedo índice tocaba sus labios. Observé sus movimientos unos segundos y sonreí.

—Si continúas mirándome de esa manera ocasionaras que tengamos un accidente –expreso sin dejar de poner atención al frente.

Al Fin Te Encontré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora