"Los sueños están hechos para cumplirse", pero el soñador decide si vale la pena luchar por ello, porque aquella frase solo esta hecha para los valientes.
Shin Ryujin tiene un padre que esta dispuesto a hacer que la menor se saque de la cabeza de se...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Aun sin decir nada, salió de la habitación dejando a su padre con las palabras en la boca. Sentía que debía hacer algo, tenía la necesidad de hacerlo.
Sus mejillas, ligeramente sonrojadas, y sus manos viajaron a su rostro, refrescándolo por un momento mientras seguía pensando en la promesa vacía que no pudo cumplir.
— ¿Ryujin?
Ahora no quería hablar, pero jamás podría soltar lo que ya sentía que estaba perdiendo.
Se enderezó, llevó su mano a sus cabellos para apartarlos de su rostro y sonrió débilmente al ver cómo Beomgyu la observaba con una expresión ansiosa.
¿Por qué siento que esto es una despedida? Pensó Choi, frunciendo el ceño.
No dudó en tomar la muñeca de la pelicorta para llevarla a otro lado. Quería hablar, quería saber por qué, al mirarla a los ojos, no veía valor ni ganas de vivir. No le gustaba ver esos ojos vacíos, pero sobre todo, no entendía por qué ella estaba así.
— Beom...
— Espera. —La interrumpió, buscando un lugar donde pudieran hablar, hasta que vio un jardín a las afueras. Caminó rápido hacia allí, pasó por las puertas y dio unas últimas pisadas antes de voltearse y mirarla—. Suéltalo. Di lo que tengas que decir.
Tenso sus hombros y mordió su labio inferior, pero finalmente suspiró y dejó escapar una risa.
Beomgyu estaba confundido; ese no era el momento para reír.
— ¿Qué sucede, Ryujin? —Apretó la mandíbula.
— Lo siento, pero no puedo evitarlo. —Bajó la cabeza, sintiendo que alguien estaba ganando y ella perdiendo. Se sintió egoísta y celosa, pero no era culpa de nadie—. Pero esto es un exceso de todo. —Alzó la cabeza y, con los ojos irritados, lo miró, sabiendo lo oscuros que podían verse. Beomgyu se asustó—. Me di cuenta de que cuando yo corría tras mi sueño, tú caminabas. Cuando yo gritaba, tú cantabas. Yo bailaba hasta tropezar, pero tú ibas despacio.
— No... No entiendo.
— Esta es la diferencia, Beomgyu. —Retrocedió un paso, como lo había hecho su querido amigo—. Tú amas.
Se encogió de hombros, soltando un leve suspiro, metiendo las manos en los bolsillos traseros de su pantalón mientras observaba cómo él se quedaba allí, atrapado en sus pensamientos.
— Y eso está bien. —Ladeó la cabeza mientras una lágrima caía por su mejilla—. Porque yo... soy ambiciosa. Y donde estoy ahora —señaló hacia el hospital donde su padre estaba entubado—... en un maldito... —apretó los dientes.
— Ryujin. —Se paró frente a ella y posó sus manos en ambos hombros, negando con la cabeza—. Eso no es cierto. Todo lo que has hecho vale la pena porque es por tu felicidad.
— Exacto. —Tragó fuerte, mirando a otro lado—. Se supone que debo sonreír, pero ahora no me siento feliz.
— No puedes. —Soltó de repente, sintiéndose furioso, aunque no sabía por qué.
Ryujin se encogió de hombros; ya no tenía importancia, y ese mismo gesto dejó paralizado a Beomgyu.
— Porque te es tan fácil. —Bajó las manos—. Estás diciendo que tu sueño se acabó, que se esfumó, que serás lo que tu padre siempre quiso para estar orgulloso, pero tú —la señaló— sé que no es lo que quieres, o eso me dijiste.
— Era efímero.
— ¿Efímero? —Dijo desconcertado por esa palabra. La miró de pies a cabeza y asintió—. Está bien, sé igual que tu padre, pero estás olvidando quién eres por ver a ese hombre postrado en esa cama, Ryujin. Dejas de luchar por alguien que nunca te apoyó, y aún así estás a su lado, a pesar de todo.
Shin frunció el ceño, era increíble escuchar esas palabras de él, sintiendo algo roto en su interior, porque era cierto: su padre nunca estuvo allí, más allá de darle todo material, pero nunca le dio el amor paternal que necesitaba.
Pero era sincera consigo misma... o al menos eso creía, porque lo hacía por miedo a quedarse sola.
— Jamás vas a entender. Tu madre está divorciada y mi madre está muerta.
— Tu madre hubiera querido verte en el escenario.
Tragó fuerte y negó con la cabeza.
Era difícil ver algo más allá del miedo de repetir la misma historia.
Se dio la vuelta y no dijo nada más. No tenía la fuerza suficiente para confrontar algo.
Y por eso, cuando los años pasaron y cada uno siguió su camino, jamás se volvieron a encontrar. Beomgyu cumplió su sueño de ser cantante, y Ryujin se quedó siempre en el mismo lugar, luchando por su meta.
Pero... ¿Era esa realmente la diferencia que Ryujin le quería contar? Porque, en realidad, había algo mucho más grande que eso. Y no estaba tan lejos, porque desde el principio, siempre fueron sus padres.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.