Mi luz en la oscuridad 2 || Harry Potter

9

Amelia

—Así que oficialmente eres parte de la brigada.—Le digo a Draco.

—Sí.—Dice mientras señala la insignia que colgaba en su túnica, la cual tenía una "i" marcada.

—¿Valió la pena?—Le pregunto.

—Diría que sí, tienes más autoridad, incluso puedes quitarles o sumarle puntos a las casas.

—Que gran autoridad.

—Tal vez a Gryffindor le vendría bien quitarle veinticinco puntos.

—¿Te he dicho que te quiero?—Digo haciéndolo reír.

***

—Lo estás haciendo mal.—Dice Hermione mientras me quitaba de mi lugar para enseñarme la manera correcta.

—No entiendo por qué hacemos esto.—Le digo.

—Ya no falta mucho para navidad, pronto nos iremos de vacaciones, pero antes quería hacer esto.—Dice señalando el árbol de navidad que estaba en el lugar.

—Nunca fui tan fan de la navidad, lo único que me gusta es la comida.—Digo con honestidad mientras colgaba esferas.

—Es muy probable que esta navidad la pasemos juntas, así que te aseguro que a partir de esta navidad te va a gustar.—Menciona Hermione mientras termina de acomodar el árbol.

—Quedó bien.—Digo al ver el resultado final.

—Claro que sí, gracias por ayudarme.-Dice mientras me abraza.

***

—No te preocupes, inténtalo de nuevo.—Le digo a Neville al ver que su encantamiento no había funcionado.

—¡Expelliarmus!—Menciona, sin embargo su varita fue la que salió volando.

—No te desesperes, sólo debemos practicar más, eso es todo, ¿quieres tomar un descanso?—Menciono al ver que se estaba desesperado.

—Si, gracias.-Dice sentándose en el suelo.—¿No te pone celosa?—Pregunta.

Creo que notó que no entendía de lo que hablaba porque después de eso hizo un ademán con su cabeza, dándome a entender que se trataba de Harry y Cho.

—No, pero desde que regresamos hay algo, no lo sé.

Estuvimos un poco más viendo como todos estaban practicando, hasta que vimos a Harry muy cerca de nosotros.

—¿Te parece si seguimos practicando?—Pregunta.

—Claro.—Digo poniéndome de pie.

***

—¿Quieres?—Dice Ron ofreciéndome grageas, ambos nos encontrábamos en la sala común.

—Claro, gracias.—Digo tomando una del paquete, la introduje en mi boca y el sabor limón llegó a mis papilas.

—Es vómito.—Dice escupiendo la gragea que había tomado.

No pude evitar reír, luego de que se le pasara el sabor también se unió a mis risas.

—Toma otra, pero no puedes ver, ni escupirla.—Me dice.

Con ayuda de su mano tapó de manera improvisada mis ojos, tomé una gragea, la acerqué un poco para poder olerla pero no podía distinguir ningún olor, por lo que terminé por dirigirla a mi boca.