capitulo 15

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Llego al aparcamiento más fresca que una rosa, a pesar del problemón que tengo encima y de que no sé cómo puedo resolverlo, me siento feliz, hasta he venido tarareando canciones en la radio.

Valentina aparca justo a mi lado y nos saludamos como si acabásemos de vernos, pero no es así, hemos pasado la noche junta y todavía estoy que no me lo creo.

—Buenos días, señora Valdés, señorita Valentina—saluda panchito con un meneo de cabeza.

—Hola, panchito—contesto risueña. El hombre hasta me mira extrañado, porque creo que es la primera vez que lo saludo con ganas.

—Buenos días, panchito—contesta también Valentina—si quiere ganarse a la jefa, llámela señorita Valdés, señora no le gusta—dice la muy idiota guindándole un ojo al pobre hombre, que sonríe sin saber qué contestar.

Llegamos a la puerta del ascensor y Valentina me detiene cuando voy a pulsar el botón.

—¿Qué haces?

—Tú subes por las escaleras.

No bromea, parece una puta orden.

—¿Por qué tengo que subir por las escaleras? —pregunto sin comprender que he hecho.

—Porque si subimos juntas te arrancaré la ropa y te follaré ahí dentro— me susurra haciendo palpitar mi sexo.

Carraspeo para aclararme la voz, aunque sea muy tentador, está claro que ahora mismo es muy mala idea.

—¿Y por qué tengo que subir yo por la escalera?

Valentina me mira como si fuese evidente y me vuelve a susurrar.

—Porque cuando nos pongamos con el tema de las facturas te volverás a poner de mal humor, y he pensado que mejor quemas un poco de energía en las escaleras y así te mantengo mansa un poco más.

Las puertas del ascensor se abren y Valentina se cuela en su interior, se da la vuelta para dedicarme una mirada devoradora y las puertas comienzan a cerrarse mientras yo obedezco y me quedo fuera. Será zorra.

—¿No entra, señorita Valdés? —me pregunta Panchito sorprendido. —No, hoy me apetece hacer ejercicio, subiré por las escaleras.

Cuando llego al despacho, Valentina ya ha colocado su silla al lado de la mía para que nos pongamos a trabajar y me mira aguantándose la risa.

—Espero que esto tenga recompensa—bufo todavía sin aliento.

Tengo que hacerme una nota mental y comenzar a hacer ejercicio a diario, he descubierto que estoy muy oxidada.

—Ya veremos—dice vacilante.

Valentina tenía razón, llevamos poco más de una hora con esto y ya estoy resoplando desde hace rato, el problema se remonta desde hace tres meses y en todas las ocasiones la salida del dinero se ha justificado a través de facturas de material.

—Deberíamos tener papel hasta el año dos mil cincuenta—bufo lanzando el bolígrafo de malas formas.

Valentina me dedica una mirada reprobatoria y yo suspiro y me froto las sienes. Si no fuese por ella creo que ya me habría vuelto loca.

Tal y como me dijo, ha solicitado las facturas a la empresa de materiales y no tienen nada que ver con las que yo tengo impresas sobre la mesa.

—El número de factura coincide, quiero decir, la real, que es esta— señala sacudiéndola en el aire—y la falsa, tienen el mismo número.

—A ver si me aclaro—digo suspirando— ¿durante tres meses hemos pagado dos veces el mismo número de factura?

—Eso es.

SEDUCIDA POR LA DOMINANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora