Atada a tí: capítulo 5

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Amelia atravesó el umbral de la librería con las manos llenas de rosas rojas.

-¿El pedido de Sant Jordi? Pregunto Elisa.

-Si tengo tres cajas más que descargar. Cuando acabe de descargarlas vete a casa Eli, ya termino yo el papeleo de las devoluciones del día.

-Apilé los libros de préstamo en la zona de la izquierda, los de devoluciones están junto a la máquina de café. ¿Podrás con todo Amelia?

-Sí tranquila me organizaré bien.

-En el almacén tienes los cubos de agua para las flores.

-Gracias. Deposité la primera docena de rosas en el cubo.

Cuando terminé de poner en agua las flores comencé con la montaña de libros que debían volver a su sitio. Por suerte eran pocas devoluciones de préstamo. Encendí el ordenador y comencé a introducir los datos de los diferentes títulos en préstamo y devueltos.

-Sánchez Molina, Sergio. Devuelto.

-Muñoz Martínez, Carmen. Devuelto.

-Pineda Martos, José Antonio. Devuelto.

-Ruiz Pérez, Vanesa. Devuelto.

-Martín Pozo, Leandro. Devuelto. ¿Por qué me era familiar ese cliente? Miré la hoja de registro. Devuelto el día 22 de Abril de 2020 a las 17:40. Titulo de la Obra: El Umbral de la eternidad. Autor: Ken Follet.

¿Otra vez había estado aquí? Miro mi móvil.

-Eres más hermosa que todas las rosas rojas que sostenías.

-¿Y no me saludaste? ¿No te presentaste?

-No tenías manos para ofrecerme y lanzarme a besarte sería un cantazo con tu compañera mirando.

Suspiré. Deje el móvil y coloque los libros devueltos por los clientes. Deje el suyo para el final.

-Literatura extranjera, F, Follet K. En un hueco que habían formado los libros adyacentes, reposaba un clavel blanco. Sonreí. Recogí el clavel y lo metí en un pequeño florero que coloqué sobre mi mesa de trabajo.

Cojo mi móvil y empiezo a escribir.

-Acabo de encontrar el clavel, gracias.

-Cuando volví de pagar la cuenta no estabas en la habitación y no te lo pude dar. Pensé que te marchaste enfadada.

-Me despachó la camarera de mala manera y me tuve que marchar para preparar a la siguiente bandeja. ¿Por qué el destino no me deja nunca ver tu rostro? Ni siquiera hoy.

-Mañana volveré a ir y compraré un libro, ¿vale?

-¿Mañana? ¿El día que más libros se venden?

-Exacto Amelia, el día de los libros y las rosas.

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