Atada a tí: capítulo 6

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Mañana jueves era el día más ajetreado del año, envolver para regalo numerosos libros y acompañarlos con una bella rosa, horario ininterrumpido, ¿cómo lo distinguiría?

Desde bien temprano había cola para entrar a la librería, Elisa y yo no daríamos a basto.

Dos interminables colas cubrían nuestro mostrador de caja. Cada una lo sobrellevaba como podía. ¿Cómo podría estar atenta a la voz del misterioso Leandro entre todo el bullicio?

La estrella de las ventas fue Romeo y Julieta y diversas novelas románticas de la literatura romántica moderna.

Envolvía cada libro lo más bonito que podía y le añadía una rosa natural antes de introducirla en la bolsa. Intenté en la medida de los acontecimientos fijarme en las caras de los clientes pero no me cuadraban con su voz. Quizás estaría en la fila de Elisa. Sólo sentía unos ojos clavados en mí, que me erizaban la piel. Maldita sea podía sentir su presencia. Era la misma esencia que cuando entró en la sala del restaurante de sushi pero ¿cómo lo reconocería entre este océano de rostros?, no sabía si era castaño o calvo, en la foto de su espalda de Facebook estaba lejos de la cámara ¿Por qué jugaba así conmigo? ¿Le divertía la situación?

Fui a por el último cubo de flores y cogí mi móvil.

-¡Qué bella espalda para cubrirla con mis besos!

-¿Ya obtuviste tu libro?

-Sí. Adjunto una foto de un libro envuelto con el logotipo de nuestra librería con la rosa.

-¿Te atendí yo?

-Puede que sí o puede que no. Me mando el emoticono del diablo

-¡AMELIA LAS ROSAS! Gritó mi compañera devolviéndome a la realidad de golpe.

Guarde mi móvil y subí escaleras arriba dejando atrás el almacén.

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Llegué a casa a eso de rozar las diez. Abandoné el ascensor mientras buscaba las llaves en mi bolso. Tropecé con el felpudo de la puerta y encontré una bolsa de mi librería. Sonó mi teléfono. Me apresure en contestar mientras abría a puerta. Era un número privado.

-¡Feliz día de Sant Jordi refunfuñona! Tres veces fui a la librería hoy y siempre me atendía tu compañera jajaja va a pensar que le gusto. Tú siempre envolviendo libros para regalo. ¿Así como me ibas a reconocer?

-Elegiste este día para reírte de mí, para seguir con tu juego de sombras pero el juego acabó. No más juegos, no más máscaras. Abandono.

-¿Que quieres decir?

-No quiero ser el juguete y la distracción del fantasma de la ópera.

-Lo sé, llevabas razón el destino ha cruzado nuestros caminos pero siempre hay un muro en el. Como en este caso tu puerta.

-Leandro no voy a seguir con esto, lo pase bien el otro día pero no me renta una relación así.

-Amelia escúchame me gustas y no voy a renunciar a ti. Me das la vida, la chispa que me falta.

-No te creo, solo quieres reírte de mí.

-Abre la puerta.

-No voy a jugar más, no me creo nada ya. Tanto misterio para nada.

Sonó el timbre.

-¿No vas a abrirme Amelia?

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