Atada a tí: capítulo 10

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Guardé la madeja y la carta en mi bolso, continué mi jornada laboral con normalidad.

Esa misma tarde investigué la terminología japonesa que él mencionó. El Shibari se consideraba una expresión artística, artista y lienzo se unen íntimamente para crear belleza con algo tan simple y cotidiano como una cuerda. Las marcas sobre la piel son un regalo, un símbolo de orgullo para la modelo. La cuerda discurre por las manos del artista que le da forma a su visión sobre un lienzo vivo creando su obra con metros de yute y complejos nudos que reflejan belleza y exaltan la figura femenina dando a los asistentes de la performance de cuerdas una experiencia inolvidable.

Vi algunos videos de demostraciones de Shibari en los escenarios y algún que otro tutorial.

Tras mucho deliberar me aventuré a escribirle:

"He investigado sobre lo que me pediste, me he quedado más tranquila pero hay ciertas cosas que me asustan y me incomodan. Siento mi reacción.

P.D. ¿Qué hago con la cuerda?

Recibí la respuesta de Leandro inmediatamente.

"Me alegra que hayas comprendido lo que soy. La cuerda...experimenta con ella, a tu clítoris seguro que le encanta. Puedes probar a fabricar un pequeño raíl con la cuerda, frotando tus pezones y rodeándolos, ejerciendo presión un poco y luego liberarlos para ver como reaccionas. Si alguna de estas acciones te excitan, te estaré esperando, si por el contrario no sientes nada; me alegro de haberte conocido Amelia."

Sus palabras fueron fulminantes para Amelia, un cubo de agua fría en la cara. Todo dependía de estas fibras de yute. Tire la cuerda sobre la cama y me metí en la bañera. Fue un largo baño de espuma, salí envuelta en la toalla y me dirigí a mi habitación. Teclee "shibari tutorial" en mi tablet y comencé a realizar uno llamado "Hishi Karada", esta atadura se la podía realizar uno mismo sin necesidad de una segunda persona. La cuerda atravesaba y rozaba mis zonas sexuales. Envié un mensaje a Leandro

"¿El Hishi Karada vale como prueba?"

"Sí, siempre y cuando combines la atadura con un paseo a cuatro patas por el salón y el pasillo de tu casa, sintiendo la cuerda bien colocada en "el nacimiento de la vida"

Cumplí su sugerencia en la más estricta intimidad. Sentí molestia por el roce de las cuerdas en mis zonas sexuales pero también placer ¿Qué era aquello?

-"Veo una sugerencia un poco rara, mejor la ignoro"

-"Amelia, se que lo has hecho" ¿Y bien? ¿Cómo está tu coñito?

-"Seco como la mojama"

-"Mentirosa, se que está bien húmedo y como te voy conociendo se que esa cabecita tuya estará llena de dudas pero es normal en las primerizas pero si estás conmigo te guiare por el buen camino" Dicho esto adjunto el archivo .jpg que mostraba una mano masculina saliendo de la manga de un elegante traje.

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Contesté al teléfono.

-¿Podemos hablar Amelia? ¿Estás ocupada?

-Sí, hoy no está mi compañera de trabajo en la librería.

-¿Pocos clientes?

-Aun no levante el cierre, estoy liada haciendo inventario ¿A qué debo tu llamada?

-Creo que ya es hora de hablar de lo ocurrido, conversaremos con el corazón en la mano, sin orgullos ni prejuicios.

-Sería conveniente Mister Darcy.

-Dejé a un lado mi parte dominante porque quedé prendado de ti, mentiría si te dijera que no tengo ganas de atarte ni de hacerte mía pero son más fuertes las ganas que tengo de amarte. Cuando saliste de mi habitación aquella fatídica noche quedé destrozado, no pretendía dañarte ni que huyeras de mi lado, sólo quería que disfrutaras de la experiencia pero cometí un terrible error, me centré tanto en las técnicas aprendidas de los libros durante años que no me di cuenta de tu incomodidad, de que tu cuerpo no estaba relajado, que no estabas disfrutando de la experiencia y pague un alto precio por ello.

-Me puso muy nerviosa esa inmovilización repentina, esa ceguera provocada, el no saber que ibas a hacer, el no poder defenderme en caso de peligro, no sabía dónde estabas, me sentí vulnerable y abandonada en ese suelo... Amelia contuvo sus lágrimas.

-Estuve a tu lado en todo momento, contemplando mi obra, mi creación...

-¿Y el estado de tu lienzo no importa?

-Claro que sí, es lo primordial pero me embelesó tu belleza, cada suave discurrir de la cuerda iba en perfecta sincronía con tu cuerpo, quería plasmar en ti mi obra pero cometí un terrible error y por ello te perdí y es algo que no me podré perdonar jamás, algo que me pesará eternamente Amelia.

-No quiero cubrir mis ojos cuando las cuerdas vayan más allá de mis muñecas.

-Lo mejor sería no atarte.

-Tampoco quiero que renuncies a lo que eres simplemente ve despacio, adáptate al ritmo de una novata de cuerdas.

-Gracias por tus palabras Amelia, siento que no te merezco.

-Voy a darte una última oportunidad, no lo estropees. Ven a las nueve a casa. No quiero cuerdas dolorosas.

"Esta noche tendré las cuerdas perfectas para ti Amelia" Pensó el joven.

-No tendrás cuerdas dolorosas lo prometo. Estaré puntual. Hasta esta noche. Colgó el teléfono.

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