Inverness, Escocia, cincuenta y tres años después...
Las lágrimas emergían involuntariamente de los ojos de Jin, el dolor que sentía en su corazón lo arrastraba lentamente hacia la obscuridad…
¿Cómo?, aquella pregunta se le venía a la cabeza constantemente, ¿Cómo soportarlo?, ¿Cómo vivir sin él?, ¿Cómo seguir enfrentando la vida, cuando lo único que él hacía era amarlo como el primer día? El corazón de Jin jamás dejó de latir frenéticamente al pensarlo, al imaginarse aquella sonrisa hermosa que poseía y que le quitaba el aliento…
Con manos viejas y arrugadas, Jin acarició la lápida de mármol completamente fría, su mano temblorosa delineó las letras del nombre… “Jeon JungKook”
Jin suspiró pesadamente, cerró los ojos recordando todo como si hubiera sido ayer. Aún podía verse a sí mismo, cinco años atrás, ahí sentado, vestido completamente de negro, con una rosa blanca en la mano… Dándole el último adiós a quien fue su compañero de vida durante cuarenta y ocho años. Estar al lado de JungKook fueron décadas de felicidad, alegrías, momentos difíciles, momentos tristes, otros complicados; pero también de amor, mucho amor.
De pronto, Jin escuchó varios murmullos a su alrededor, que lo sacaron de su ensoñación. Varios niños pasaron corriendo a su lado, mientras una mujer les gritaba que no podían comportarse de esa forma en el cementerio. Al escucharla Jin no pudo evitar sonreír, al parecer aún no existía un padre o una madre que no perdiera la paciencia con sus hijos, por mucho que los amara.
—¿Te das cuenta, cariño?— Preguntó Jin hablando a la lápida, como si él lo escuchara, como si en ese momento Kook estuviera mirándolo con aquellos hermosos ojos que él tanto amaba.
—No somos los únicos que perdíamos la paciencia con los niños— susurró —Al final creo que no lo hicimos tan mal ¿no crees?—
Jin se rió al recordar todas aquellas ocasiones en las que se las vieron duras al criar a tres niños hiperactivos. A la mente de Jin llegaron varios recuerdos hermosos. Como aquel en el que Kook se enfurruñaba cuando los niños corrían por los pasillos gritando, mientras él intentaba escribir, o cuando tenían que darles caza por todo el patio para poder bañarlos. Pero, a pesar de todo, Kook y él amaron a sus hijos por sobre todas las cosas. Les había costado decidirse a ser padres. Jin fue quien tuvo más miedo. Ya que lo que menos deseaba era ser un mal padre. Precisamente él nunca tuvo buen ejemplo al respecto. Pero como siempre, JungKook lo hizo salir de su zona de confort y arriesgarse. Y no se arrepentía de haber adoptado a esos tres niños preciosos y pelirrojos por supuesto.
Jin se limpió las lágrimas con la mano derecha, dolía recordar. Pero más dolía la soledad que sentía desde que Kook había partido para hacerles compañía a sus amigos y familiares. ¿Por qué? ¿Por qué JungKook se había ido primero?
Controlándose un poco, Jin comenzó a contentarle todo lo sucedido en esa semana, como siempre. Cuando ellos decidieron estar juntos, JungKook solo le había pedido una cosa, que siempre, siempre, siempre se comunicará con él, que jamás se callara nada y que nunca, nunca, nunca, le ocultara nada, al principio le costó trabajo, Jin había estado demasiado acostumbrado a valerse por sí mismo, a depender solo de él, pero gracias a Kook, Jin aprendió a compartir y sobre todo a confiar.
Los primeros meses fueron los más duros, lo primero fue enfrentarse a la madre de Jin, cosa que no fue para nada sencilla y dicha la verdad, no sirvió de nada, su madre no lo aceptó, amenazó con desheredarlo, cosa que a Jin no le preocupaba. Su padrastro por otra parte, le dio la bienvenida a Kook como si fuera su hijo, Jisoo se mostró un poco más seca al respecto, se parecía mucho a Roseanne, pero jamás le hizo una mala cara a Kook.
ESTÁS LEYENDO
Enamórate De Mí [KookJin] |•Adaptación•|
RomanceEn teoría tengo una vida y futuro definidos, nada puede estar fuera de lo establecido, sin embargo su llegada a mi vida a cambiado todo, ni siquiera sé su nombre, pero lo que sí sé es que me hace sentir vivo. ¿Tendré el valor de cambiar mi destino...