Capítulo 4

44 3 0
                                    

Despierto cuando alguien me zarandea. Frunzo el ceño cuando veo a Sean.

—¿Qué pasa?

—Que llegamos tarde. Vamos, vístete.

Salgo de la cama corriendo y voy al baño para lavarme los dientes y la cara. Salgo para coger mi uniforme y vuelvo al baño para vestirme mientras hago pis.

Cuando termino me peino y me hecho colonia rápidamente. Cojo la mochila y me la cuelgo al hombro para después girarme hacía Sean que se ríe tirado en la cama.

¿Que pasa?

—¿De qué te ríes?

Él no contesta y sigue riéndose. Me acerco a él para golpearle con un cojín la cara.

—¡Reacciona! ¿¡Que coño pasa?

—Yo... Lo siento... Era... Era... Una broma...—explica entre risas. 

Miro el reloj. Pero si son las nueve menos cuarto. Queda más de una hora para que sea hora de irse.

—Yo te mato.

Suelto la mochila en el suelo y me tiro en la cama sobre él, provocando que él suelte un gemido de dolor cuando caigo sobre su barriga, pero no para de reírse el condenado.

Le golpeo el pecho y lo zarandeo hasta que él me agarra las manos por las muñecas.

—Ay... Para. —continua riéndose.

Gruño e intento que me suelte las manos pero no lo consigo.

Sean se sienta y ahora quedamos ambos sentados, pero yo sobre él a horcajadas.

—Uy, que cerquita estamos. —comenta burlón. —Ahora es cuando nos damos un besito ¿No?

—Lo único que vas a conseguir es que te escupa en un ojo.

Se ríe y vuelve a hablar ahora serio.

—Lo siento. Es que no he podido resistirme. Sólo ha sido una bromita pequeñita.

—Pequeñita tu picha.

Veo la sorpresa en su cara pero no tarda en reírse.

—¿Quieres que te enseñe lo pequeñita que es?

Me quedo en blanco. Parpadeo y respondo.

—No.

—Ja, has dudado. Eso es que si quieres verla. —bromea mientras me suelta las muñecas y hace como que se va a bajar los pantalones, aún conmigo encima.

Aprovecho que tengo las manos libres y me tapo los ojos como un tonta.  Cuando empieza a reírse otra vez me levanto de encima de él y me bajo de la cama.

Pero la risa de Sean se vuelve más intensa y entonces me giro para ver que le hace tanta gracia.

—Riley... Tu falda.

Bajo mi mirada hacia esta y las mejillas me arden cuando veo que la  prenda se había quedado enganchada en la cinturilla de esta, osea que se me ve todo.

Me doy prisa en bajarla y le saco el dedo a Sean.

—Veo que te gustan los patitos. —se burla del estampado de mi prenda interior.

—No son patos, imbécil. —gruño. —son pollitos. —aclaro haciendo que él se ría aún más.

(...)

Cuando llegamos al instituto Sean se pega aún más de lo que ya estaba a mi.

Se nota que el pobre se siente intimidado por toda esta gente desconocida para él.

Lo guío hasta nuestra clase y por el camino le voy explicando más o menos donde se encuentra cada clase.

Cuando llegamos a nuestra clase la mayoría de los alumnos están sentados ya y me apresuro a pillar uno de los sitios del final. Cuando me siento, observo como Sean pelea con un chico por el sitio que está al lado mía.

Yo solo me río y observo como Sean gana y el castaño se va gruñendo y diciendo algo por lo bajo.

Sean me guiña un ojo cuando ya se ha sentado a mi lado. La profesora no tarda en llegar y presentarse.

De lo único que me entero antes de distraerme es de que es nuestra tutora y ella nos dará historia. Resoplo.

Después de dos intensas horas en las que gracias a Dios Sean me ha hablado de vez en cuando para impedir que me muera de aburrimiento, salimos del instituto.

Por suerte hoy solo eran dos horas, pero mañana ya es horario normal.

Hanna no ha venido hoy porque está agotadisima del viaje (llegaron ayer por la tarde) y ha decidido tomarse un día más de vacaciones.

Siento la presencia de Sean más cerca de lo normal y casi pego un brinco cuando me habla al oído.

—¿Has visto lo buena que está la tutora?

Giro mi cabeza hacia él sin parar de andar y le lanzo una mirada asesina.

—Pero tranquila mujer, no te pongas celosa que sabes que tú estás mucho mejor. —pasa un brazo por mis hombros y me atrae hacia su costado.

—Eres un pelota. —le suelto.

—Solo digo la verdad, tontita.

Lo vuelvo a mirar y su sonrisa me causa unas ganas de pellizcarle las mejillas tremendas, pero me las guardo y finjo que sus palabras no me afectan. Aunque la realidad es que han provocado un calorcito en mi corazón muy agradable.

Le explico que el resto de días tendremos que ir y venir en un autobús, pero hoy no porque mi madre aún no ha empezado a trabajar y nos ha traído, al igual que ahora nos va a recoger.

Mama sonríe cuando nos ve llegar, y su sonrisa se agranda cuando ve el brazo de Sean rodear mis hombros.

Después de una pelea por quién va en el asiento del copiloto, mamá nos obliga a sentarnos ambos atrás.

Eso no es justo, de camino hacia aquí Sean iba montado alante, ahora me tocaba a mí.

Cuando mamá arranca resoplo y me cruzo de brazos, para que ella note mi enfado. Pero mi enfado es sustituido por sorpresa y nerviosismo cuando Sean acerca su boca a mi oído.

—Cuando resoplas así pareces un caballo. —susurra y antes de alejarse de mi, deja un beso en mi mejilla.

Aprieto los labios para evitar reírme.

¿Donde coño ha ido mi enfado? No puede decir unas simples palabras acompañadas de un beso y hacer que se me pase el enfado.

Giro mi cabeza hacia el capullo a mi lado y le saco la lengua.

—Riley, te he visto. No seas infantil. —me sorprendo cuando mama habla.

—Eso Riley, no seas infantil. —se burla Sean.

—Mami, dile a Sean que no se ría de mi.

—Sean, no te rías de ella. 

Le sonrío a Sean como diciendo "toma esa, estúpido" y él me sonríe de vuelta.

Dios, que sonrisa tan bonita tiene.

Ese pensamiento me hace bajar la mirada a sus labios y él se da cuenta. Le miro a los ojos y me sorprende encontrarlo completamente serio.

Aparto la mirada sintiendo mis mejillas arder y los nervios a flor de piel, nervios que empeoran cuando levanto mi brazo para ponerme un mechón de pelo detrás de la oreja y mi mano roza la de Sean.

Miro de reojo a Sean y veo que él está intentando aguantar una sonrisa mientras mira hacia el frente.

Ay... El amor.

Volveré a verte ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora