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Noche lluviosa y casa sola porque sus padres tenían que ir a un funeral de un familiar muy lejano. El escenario perfecto para un secuestro.

Cada quien en su habitación, separados por unos miles de kilómetros de distancia, Doyoung sentado a su escritorio, con las luces apagadas siendo sólo iluminado por la luz de su computador y algunos relámpagos que aparecían cada tanto; el confinamiento lo había acabado, estaba más delgado que antes, sus ojeras habían crecido en un 50% y su vida social se había ido a la basura. En su pantalla observaba con detalle a su novio, Taeyong, que estaba en alguna escuela de artes en Canadá, se había ido antes de que todo empeorara y ya no podía regresar.

Intentaba aguantar las lágrimas que se asomaban por sus ojos ya enrojecidos por llevar horas ahí sentado, ¿qué le quedaba hacer? Taeyong le había dicho antes que regresaría en el momento en el que él menos lo esperaría, que sólo sería un semestre para aprender algún tipo de danza extraña y aprender de otra cultura, pero lo que Doyoung suponía que serían solo seis meses, se convirtió en más de un año, más de 12 meses enteros sin ver a su soporte emocional mas que por videochat.

La ansiedad se lo comía de muchas maneras, no quería enfermarse, por lo que cada que regresaba de afuera, se bañaba en aquel desinfectante que era tan agresivo que te secaba la piel, y si no fuera por su madre, quemaría toda la ropa que tuvo contacto con el exterior. El miedo era tan violento que sentía que tenía el virus en el cabello, la ansiedad lo hacía arrancarselo con las uñas mientras se bañaba y tallaba agresivamente su delicada piel.

Hace meses que no se asomaba ni por la ventana, el virus estaba en el aire, y en cualquier momento entraría en su cuerpo, lo haría sufrir y lo asesinaría, y obviamente no quería eso, o tal vez sí. Gracias a Taeyong y sus constantes mensajes y videochats, logró evitar que su novio se suicidara, dándole pequeñas palabras significativas de aliento, sabía que sólo seguía ahí por él, no tenía nada más que a su pequeño novio al otro lado del mundo.

Era el mejor de su clase, hasta de la escuela, sus calificaciones eran perfectas, representante del grupo, capitán del Consejo estudiantil y del equipo de mateatletas, sus ideas eran tan geniales que algunas veces iba a dar pequeñas conferencias a otras escuelas, ¡Era toda una celebridad académica!; sin embargo, no era alguien que se adaptara fácilmente, por lo que la tecnología lo consumió de manera negativa.

Al estar siempre en su casa, desarrolló dependencia, no a su celular, sino a los mensajes de su novio. Día y noche con el celular en las manos, nunca lo soltaba y tenía las notificaciones a todo volumen, pues sentía que si tardaba más de diez minutos en responderle a su novio, Tae se aburriría y lo dejaría para salir con alguien a quien sí pueda tocar y besar; no tenía ni idea de como había sobrellevando tanto tiempo sin contacto físico, al bailarín le encantaba y era por eso por lo que salía con Doyoung, sus manos eran suaves y cuando lo tocaba se sentía en el mismísimo paraíso.

Estaba seguro de que ya tenía a otro, de que mientras él lo veía por la pantalla, había alguien debajo de su escritorio acariciándole y llenándole de placer; y Taeyong sólo lo negaba porque era lo suficientemente empático para no hacer sentir mal al chico que se desmoronaba del otro lado del mundo, en su mente sabía que Lee estaba esperando a que acabara el confinamiento para confesarselo y terminar con cuatro años de relación sólo por un virus.

En ese exacto momento se sentía más sólo que nunca, su único hermano también se había ido con sus padres porque no quería "cuidarlo", su madre pensó que estaba un poco mejor que al inicio de todo y ya lo podía dejar sólo por más de doce horas y que no intentará hacer algo que no se llevaría una sola vida.

Apretó sus ojos y medio limpió lo poco que escurría de ellos. —¿Estás cansado? Podemos dejarlo hasta aquí, llevamos horas así y no es muy sano si estás a oscuras. —ofreció Taeyong con dulzura al mirar otra vez los ojitos enrojecidos de su precioso novio.

—La luz opacaría todos tus colores. —respondió intentando ser coqueto pero sus ojos no mentían, se veía cansado y más acabado que nunca. —Aparte, si te dejo, te iras con Yuta, y no me quiero quedar solo. —hizo un mini puchero intentando verse tierno, pero no.

Taeyong rió con suavidad y algo de incomodidad. —¿Por qué iría con él si en veinte minutos tengo clase? —sonrió. —Cuando duermes no te sientes solo, no sientes nada.

—En veinte minutos pueden pasar muchas cosas. —se dejó caer sobre el respaldo de su silla. —Y no quiero dormir aún.

—Por favor, ve a dormir, conejito. —Sus ojos brillaron cuando escuchó eso, se derretía internamente cada que Tae demostraba que se preocupaba por él. —Te hablaré cuando allá sea de mañana, ¿si?

Negó. —Me da miedo la lluvia y no están mis padres, quédate conmigo. —suplicó en pequeño.

—¿Qué tengo que hacer para que duermas? —ladeó la cabeza.

Sonrió al imaginar a Taeyong a su lado, abrazándolo y dándole besitos por todo el rostro. —Estar aquí. Ven, por favor.

—Sabes que no puedo y volvieron a cerrar las fronteras, sólo espera un poco, ¿si? —vio movimiento del otro lado. —Tengo que preparame para una exposición.

—¡No! Sólo un ratito más, por favor. —volvió a suplicar.

—No puedo, conejito. —se levantó.

¿Quieres que te lleve de la mano o por qué no te mueves? —se escuchó en el fondo, Doyoung ya sabía que era la voz sarcástica de Yuta.

—Me tengo que ir, ¡Te quiero, Doyoung! —se despidió con una sonrisa muy amorosa y cerró su laptop.

Sintió algo hundirse en su interior y las lágrimas no esperaron para salir, los músculos de su rostro se contraían en dolor y tristeza. Se hizo pequeño sobre su silla y los sollozos salían de su garganta, esta vez no se contuvo porque estaba solo y nadie lo podía escuchar aparte de sí mismo.

¿Por qué tan repentino? No era tan difícil saltarse sólo una estúpida clase, Doyoung se saltaba todas las necesarias para seguir hablando con su amado, se quedaba despierto hasta altas horas de la noche por él y Tae parecía no hacer nada más que poner su bonita cara frente a la cámara. Algunas veces ni si quiera hablaban porque el bailarín estaba demasiado ocupado haciendo tarea o practicando algo, y Doyoung no podía hacer nada más que observarlo y disfrutar del orgasmo visual que sentía cuando veía a su novio bailar.

Estaba harto de saber que Tae estaba harto de él y sus estúpidos ataques de pánico repentinos que llegaban cuando el solito aseguraba que nunca más se iban a volver a ver, harto de sus ataques de ansiedad que terminaban en atracones de comida que al final vomitaba, harto de escuchar todas las cursilerias que escribía cuando se sentía bien, harto de sus quejas, harto de que para absolutamente todo lo incluyera en su futuro, harto de los dibujos chuecos que le hacía con cariño, harto de su dependencia, harto de su cariño, harto de él.

Ding!"

Nuevo mensaje de Taeyong.

Su rostro se iluminó, llevó el mouse hasta donde se levantaba la pequeña bolita roja e hizo click.

"Hace poco encontré esto en una página de juegos, algunas personas dicen que sirven para relajarte, ¡a mí me sirve y espero que a ti también! Por favor, deja a tu mente descansar y duerme más de 5 horas, ¿si?"
"¡Cuídate! ¡Te quiero mucho, Doyoung! <3"
Enlace 🔗

Dio click en las letritas azules e inmediatamente se abrió otra página. Tonos pasteles adornaban el sitio y música tranquila de fondo, en el centro se podía leer "Descargar Abzû gratis", la dirección no decía que era una página muy segura, pero se lo había mandado Taeyong, y el no hacerlo sólo le indicaría que desconfiaba de él, y entonces tendría una razón más para terminarlo y salir con Yuta sin remordimientos. Igual, no había razones para que su novio envenenara su computador, no podría tomar clases y Tae quería que sí lo hiciera.

Ding!" ya lo tenía.

cristal | jaedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora