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Ding Dong!"

Había alguien en la puerta presionando el pequeño timbre una y otra vez.

Jaehyun con demasiada molestia, se levantó de su cómoda silla frente al escritorio, abrió la puerta de su habitación y caminó a pisotadas hasta la puerta principal, luego abrió, sin antes ponerse la capucha del hoodie que no se quitaba hace varios días.

Apenas quitó la traba a la puerta y él entró con demasiado ruido, sin si quiera ser invitado a pasar. —¡Aquí huele a mierda! ¿Qué no te bañas desde que se murieron? —se quejó Ten con asco al cerrar la puerta con agresividad.

—¿Qué quieres ahora? —cuestionó con molestia, quería golpearlo.

—Sólo vengo a ver si sigues vivo, ¿Qué no te puedo visitar de vez en cuando? —quiso caminar al fondo, donde estaba su habitación, pero Jaehyun lo detuvo.

—Ya me viste, estoy vivo, lárgate. —ordenó.

—Ey. —Ten puso su fría diestra sobre la ardiente mejilla de Jaehyun y acarició la piel con su pulgar intentando verse cariñoso y comprensivo. —Aún la tienes ahí y no quieres que la vea, ¿verdad? —fue una increíble coincidencia que al terminar de hablar se escuchara un estruendoso golpe en la parte de atrás.

Lo miró con una sonrisa tétrica y Jaehyun dejó de evitarlo. Ten caminó con rapidez y llegó al cuarto de servicio, viendo a la de cabellos largos y rojizos en el piso, la ropa rasgada y rota, más sucia que la última vez que la vio y con más hematomas en las piernas. Atada, con una cinta en la boca y los ojos hinchados a más no poder.

—¿Qué planeas hacer con ella? —preguntó con tranquilidad al más alto.

—Dejarla morir. —respondió mientras pensaba en algo interesante al tenerla frente a él.

—No seas tan cruel oye... —lo empujó fuera y cerró. —¿Por qué no la matas? Si sigue tirando cosas los vecinos se darán cuenta de que algo raro pasa aquí, llamarán a la policía e iras a la cárcel.

—Sólo tengo que atarla a alguna columna y solita morirá, ya tuve suficiente con tocarla para meterla aquí. —recordó con asco.

Ten bufó y rodó los ojos. —Si quisieras matarla, no le darías agua. —golpeó su hombro. —No me importa, una semana más y ya. —sacó de su mochila una bolsa de papel arrugada, se veía pesada. —Toma. —se la extendió y Jaehyun la tomó y abrió con curiosidad. —Si te molesta demasiado, solo dale cinco líneas y dormirá doce horas o más.

—¿Y si pongo más?

—No hará efecto.

Dejó el paquete ese sobre la mesa de la cocina y despidió a Ten con tranquilidad y un abrazo algo cálido. Hace tiempo que no lo veía y aunque fue inesperada su visita, igual le agrado verlo, ver que estaba bien y seguía sano.

Con una muy pequeña sonrisa regresó a su oscura habitación y se sentó otra vez enfrente de su pc.

Ding!" Alguien había caído.

cristal | jaedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora