cristal | jaedo

10

"¡Ding Dong!" Había alguien la puerta.

La ansiedad y miedo aparecieron en su estómago y manos, uno se tensó y las otras dos empezaron a sudar, ¿Quién era? No quería saber, bajó el volumen de su música y cerró las cortinas de su habitación. Se puso una mascarilla, lentes de seguridad y se escondió debajo de su escritorio, cubriéndose con su silla.

Su madre estaba trabajando, su padre justo ese día había decidido salir al supermercado y su hermano estaba en la escuela, pues no era tan paranoico como Doyoung y ya asistía a la escuela. Seguro no era alguien importante, de ser así se presentaría en fin de semana.

"¡Ding Dong!" Se escuchó tres veces más, ¿Esa persona no tenía suficiente con la primera vez? No había ruido, nadie se asomaba por las ventanas y todo estaba cerrado, ¿Por qué no se iba ya?

Doyoung cubrió sus oídos para evitar sentirse más ansioso de lo que ya estaba, si seguía así probablemente vomitaría.

Un golpe con bastante fuerza lo hizo saltar del miedo y golpearse en la cabeza. Dos golpes, tres golpes, y un último antes de decir algo.

—Doyoung. —lo llamó.

Sus ojos se abrieron con sorpresa y su corazón se detuvo de la impresión, ¿Realmente era él?

—Doyoung, ábreme, está lloviendo. —volvió a llamar.

¿De verdad era él? Al escucharlo una segunda vez y analizar su voz, su corazón aceleró de la emoción y gateó hasta salir de su habitación, se puso los guantes de plástico que estaban sobre la mesa y tomó la botella de desinfectante que estaba sobre el porta llaves.

Se detuvo para acomodarse un poco el hoddie morado que llevaba puesto y respiró con profundidad para relajarse y no verse tan alterado.

—Ábreme, escuché tus pasos. —sonrió, lo pudo sentir.

Posó con lentitud su mano sobre la cerradura y quitó la traba. Sus manos temblaban al igual que todo su cuerpo, parecía tener frío.

Empujó la puerta y ahí lo vio. Cuando sus ojos se conectaron, los orbes de Doyoung se humedecieron y no tardó en empezar a llorar de la emoción.