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Estaba ansioso y las manos le temblaban más que la primera vez que vio a Ten. Quería salir envuelto en una bolsa de plástico o una burbuja para protegerse de cualquier gas o bacteria que se encontrara en el aire, mejor, NO QUERÍA SALIR de su lugar seguro que estaba siendo invadido sin su permiso; pero se tenía que conformar con lo que tenía, un largo abrigo gris, lentes de seguridad, dos mascarillas y guantes de plástico, varias botellitas de desinfectante en sus bolsillos y varias mascarillas más dentro de su mochila. 

Nunca creyó que el salir de su casa lo llegara a poner tan ansioso.

<Taeyong3

¡Hola!

Espero que hayas tenido un desayuno
muy rico, ya sabes que es la comida más
importante del día ^^

En el cine no se usa el celular,
Molestas a los demás.


Oh, solo quería mandarte algo lindo
antes de tu primer día de escuela...


No era necesario, sé que me apoyas y me
deseas todo lo bueno.


Era obvio que lo de ellos se estaba apagando, ya no tenía ni idea de si era él el que buscaba permanecer ahí o era Taeyong el que forzaba la relación para... No tenía ni idea de porqué pero sabía que era una razón hueca.

Durante todo el camino al instituto, nunca despegó la mirada de sus converse rojos, ni si quiera cuando estuvo a punto de ser atropellado por un autobús. La impresión fue tanta que se fue corriendo cuando el chófer le pidió perdón. Al entrar al salón de su primera clase, había alguien esperándolo sutilmente. Estaba vacío y tenía el lugar perfecto para sentarse, era hasta atrás o a lado de alguna ventana que abriría del todo para mantenerse ventilado.

Jaehyun claramente también había pensado en eso, así que le pidió a Seokmin que se sentara un lugar atrás. Ni si quiera Ten tenía idea de cómo le hacía para tener a cualquiera bajo su mando, parecía que los adiestraba como si fueran perros; igual, su tarea no era muy complicada.

Mientras Doyoung tomaba clases muy ansioso y desinfectando todo el aire si pudiera, Jaehyun hacía de las suyas, tenía una manera muy extraña de relacionarse con la persona que lo traía medio enamorado. El único que estaba en casa era su padre, atendiendo a pacientes igual de ansiosos que su hijo por Skype, ese día tenía cita tras cita tras cita, todas seguidas desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde. El señor se encerraba en su habitación y ahí atendía a sus pacientes, no era molestado y era un buen lugar, era silencioso y el Internet nunca tenía fallos.

¡Ding!

cristal | jaedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora