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Tan pronto como escuchó la notificación abrió los ojos, siendo un poco lastimados por la luz de su celular.

Jaehyun corrió y se escondió debajo de su escritorio, quería seguir observando por un largo rato, tal vez toda la noche o toda la vida.

Talló sus ojos y puso el aparato frente a su rostro, rápidamente Jaehyun tomó su celular, cubrió la luz y pudo ver que era lo que despertaba a su príncipe. Un mensaje de Taeyong, ¿Por qué le hablaría tan tarde?

<Taeyong3

¿Estás despierto?

Sí, ¿Qué necesitas?

Nada, sólo quiero oír tu voz ^^

Pasó saliva con dificultad, se sentó sobre su cama, alboroto su cabello para intentar despertar y Taeyong ya estaba llamando.

Un audífono escuchando a Taeyong y con el oído libre escuchaba lo que Doyoung decía. El mayor empezó diciendo que estaba inspirado, le hizo dos cartas y ambas ya se las había mandado por correo y probablemente le llegarían en un mes. Doyoung quiso regresarle el gesto y buscó una de las tantas cartas que nunca había mandado y escondía debajo de su cama, sacó la de sobre que no tenía lacre y leyó lo que tenía escrito, un poema muy improvisado al que le dio ritmo, llenando la habitación de su melodiosa y melancólica voz. Taeyong era un poco tonto a la hora de leer a su novio así que no se dio cuenta y tal vez no pensó que estaba llorando cuando escuchó que sorbió su nariz.

Jaehyun sintió algo hundirse dentro de él cuando gracias a un pequeño rayo de luz pudo ver como una de sus lágrimas se deslizó hasta caer en la colcha, era tal vez el silencio de la escena o su imaginación, pero pudo oír cuando cayó y se rompió, perdiéndose en los hilos y dejando un pequeño rastro húmedo.

—Hace tanto que no te oía cantar... —dijo Taeyong en un suspiro, él estaba bien. —Cántame algo para dormir.

Talló sus ojos y sorbió su nariz. —Allá es medio día, no es bueno que duermas en el día.

—Pero es sábado... Y puedo dormir cuando quiera. —pudo sentir que sonrió detrás de la línea. —Cántame algo por favor, prometo darte algo a cambio.

—Está bien... —tragó en seco, talló su rostro y se acomodó para estar un poco más cómodo.

Tomó aire y comenzó a cantar una pequeña melodía que él desconocía, con la voz temblorosa y bastante rota. Recargó su cabeza en donde pudo y sus ojos se humedecieron, la letra de la canción era tristemente mágica, y contrastada con la voz de Doyoung se formaba una pieza única y maravillosa. Tal vez era que no le gustaba ver a su chico llorar o que la letra le llegó muy profundo, lo que fuera, igual le nacieron susurros lagrimosos.

—Doyoung, ¿Estás bien? —habló Taeyong apenas su novio terminó de cantar.

Parecía que su novio nunca se preocupaba por él, no tenía ni idea de que a pesar de que tal vez estaba mejorando, recaía y se rompía justo como sus lágrimas al caer sobre la tela. El hecho de que le preguntara eso por primera vez en más de un mes, lo hizo sentirse peor.

—No. —pudo apenas decir con la garganta siendo cerrada por un nudo, se escuchó más como un pequeño latido de algún corazón que estaba apunto de apagarse.

—Doyoung, ¿Qué te sucede? ¿Qué te pasó? ¿Por qué-

El chico con melancolía en los ojos cortó la llamada y dejó el aparato a un lado. Se tiró en la cama, abrazó sus rodillas y empezó a llorar sin evitar la lluvia, puso una almohada en su cara para no hacer ruido y Jaehyun pudo escuchar algunos alaridos que sonaban bastante dolorosos a pesar de ser ahogados por el algodón.

Los minutos pasaron y entre tanto, pudo alcanzar a escuchar un pequeño "Necesito un abrazo". Doyoung siempre estaba en su habitación, nunca salía y evitaba el contacto con sus familiares. Lo último que había visto, habían sido los abrazos de los tres miembros de su familia el día de su cumpleaños, que fueron todos a verlo justo a las 12, después de eso se desaparecieron. Aquel contacto había sido hace más de tres meses, pero también estaba la vez que vio a Ten, no se contuvo más y terminaron llenado más allá de un simple abrazo, lo que también había sido hace más de tres meses.

Tenía sentido que lo pidiera. Durante todo su tiempo de observación, pudo notar en que punto estaba en el sopor, aquel en el que no diferenciaba la realidad de los sueños.

Estaba ahí.

¡Ding!

cristal | jaedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora