Capítulo 4

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Ugh, odiaba estar enfermo de nuevo.

Lo malo es que esta vez la fiebre era lo suficientemente alta como para no poder moverme de la cama, y como papa no podía quedarse, Toya había tenido que faltar a la escuela para vigilar que no fuera a peor.

Me dolía todo el cuerpo, pero bueno el medicamento ayudaba en cierta medida a que el resto de dolores musculares fueran remitiendo.

Con un golpe en la puerta mi hermano entro con una bandeja en la manos, en ella había unas gachas de arroz y un baso de agua.

No es que fuera mi comida favorita, pero era mejor eso que cualquier otra cosa.

Probando un bocado, hice una mueca.

-¿Que pasa, te duele algo?- pregunto preocupado mi hermano preparándose para llamar al hospital si es necesario.

-No, es solo que esta demasiado salado- dije tragando el bocado con ayuda del agua.

-¿Que?- extrañado, cogió la cuchara que estaba utilizando y también probo un poco de la comida.

-¡Puagh!, ¡Que asco!, cuando lo estaba haciendo no sabía tan mal, ¿Qué narices?, ugh, espérame un momento voy a cambiarte el plato y si el resto sabe igual voy hacerlo de nuevo- enfadado se fue de la habitación, aunque mas que enfadado parecía frustrado porque no entendía como narices estaba tan salado un plato que antes de servirlo en el plato estaba bien de sabor.

¡Obviamente no quería intoxicar a su hermano enfermo!.

Refunfuñando llego hasta la cocina, donde estaba aun en el fuego apagado la comida extra que había preparado para su hermano, cogiendo una cuchara limpia probo una porción de la olla y lo escupió en el fregadero porque estaba absurdamente dulce.

¿Qué mierda estaba pasando?.

Malhumorado se dispuso hacer un nuevo plato de gachas.

Por otro lado Harry, había encontrado a las culpables del predicamento de su hermano mayor.

Las dos pequeñas entidades se estaba riendo disimuladamente en una esquina de su habitación debajo de algunos peluches que su hermana le había regalado.

Dulce y Salado eran demasiado traviesas cuando querían.

-No sean malas, no se metan con mi hermano- dije medio riéndome de sus travesuras.

Se giraron a verme y empezaron a reírse, su risa era como pequeñas campanitas, y, rápidamente se subieron a la cama donde estaba el mientras jugaban alrededor.

Estaba sonriendo alegremente hasta que un ataque de tos me había echo casi imposible el respirar.

Escuchando los pasos rápidos subiendo las escaleras, las dos entidades se vieron y llegaron al acuerdo.

Rápidamente se escondieron debajo de la montaña de peluches donde se transformaron en sus formas de carta, querían estar de nuevo con su pequeño amo.

Su hermano entro pocos segundos después con el inhalador y la medicina del medio día mientras me tomaba la temperatura.

Suspirando de alivio vio que la fiebre había bajado un poquito con referencia a esta mañana, lo cual era bueno, cuando iba a decirle a su hermano pequeño que iba atraerle el nuevo plato de comida se lo encontró dormido, abrazando el peluche que mama le había regalado en su ultimo cumpleaños antes de que muriera, Hari tenía la costumbre de dormir con el cuando se encontraba mal.

Acariciando suavemente su cabeza, salió de la habitación no sin antes mirar sospechosamente al montón de peluches.


Mein kleiner ZaubererDonde viven las historias. Descúbrelo ahora